XXXVIII. Hasta luego abogada

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El domingo pasó en un parpadeo y cuando nos dimos cuenta veníamos de regreso a casa, cada quién en su mundo, Valentina decidió hablar con Emiliano y pedirle que la trajera, según, “para que su hermana no se desviara de camino" Fernanda no reclamó, incluso aceptó sin muchas fuerzas.

Me preocupada su acción, porque aunque no las he visto muy unidas, sé que a Fernanda le duele el comportamiento de Valentina, y todo es mi culpa, suspiré pesadamente al tocar mi departamento y dejar mis cosas en el sofá, Emiliano fue directo al cuarto, Juan Carlos se fue a su cuarto y Paolo se fue a la cocina, me senté en una de las sillas del comedor y me perdí en mis pensamientos.

-¿agua? – me preguntó Paolo dejando frente a mí un vaso –
- Gracias mi vida – agarré el vaso y tomé agua –
- ¿cómo te la pasaste mamá? – alcé la mirada y sonreí de lado –
- Muy bien mi amor – le acaricié una mejilla y asintió sonriente –
- Venga vamos a acostarnos ¿duermes conmigo? – me preguntó cómo cuando era un niño y asentí feliz –

Me fui a duchar, cuando entré a la recámara Emiliano ya estaba acostado y yo fui directo al baño. Treinta minutos más tarde salí y me coloqué una pijama, lo primero que encontré un camisón hasta los muslos, me despedí de Emiliano, fui hasta el sofá, agarré mi celular que estaba en la cartera y me fui al cuarto de Paolo quién me esperaba sonriente, me reí y me acosté con él abrazándolo fuerte, no me di cuenta cuando me quedé dormida, el cansancio era más grande.



-¡Juan Carlos vámonos! – grité apurada –
- Que ya voy mamá – me respondió y sonreí al ver a Paolo ya listo –
- ¿Y papá? – subí los hombros y negué –
- Cuando fui a mi cuarto ya él no estaba – Paolo asintió extrañado –

Una hora más tarde dejé a Juan Carlos en el colegio y me fui al buffet, cuando llegué saludé a todos los socios y a Laura quién ya me esperaba con la agenda full y le hice una mueca de dolor que la hizo reír,  apenas era Lunes comenzaba la semana y ya la quería terminar, Laura hablaba tan rápido que la interrumpí tres veces para que me hablara pausadamente.

En resumen tengo cuatros casos esta semana, cinco firma de divorcios y dos casos que negociar, me iba a volver loca, puse manos a la obra y cuando parpadee ya era mediodía.

-¿señora Carlota no va a almorzar? – alcé la mirada y luego vi mi reloj de muñeca –
- Es verdad, voy a almorzar – me levanté del sillón y agarré mi cartera – cualquier cosa me llamas ¿sí? – salí del buffet con pasos seguros y con mil cosas en la cabeza –

Llegué al restaurant de siempre y pedí lo mismo de siempre, llegaron algunos socios y se unieron a mí quienes iban pidiendo poco a poco, el almuerzo fue a meno, hablando de nuestras desastrosas vidas, hasta que vi una cabellera castaña y entrecerré los ojos y suspiré cuando volteó y nuestras miradas se conectaron, se acercó sonriendo y dejé la servilleta en la mesa para levantarme y acercarme.

-¡Hola! – dijo sonriendo de lado y sonreí a la fuerza –
- Hola – respondí –
- Carlota yo – bajó la mirada y esperé pausadamente a escuchar que me dijera – quiero que me disculpes por el asqueroso fin de semana como me comporte – la miré y asentí lentamente –
- No pasa nada, pero si me decepcionó tú comportamiento tan ruin – suspiró y subió la mirada –
- Lo sé y quiero disculparme – dijo metiendo las manos a sus vaqueros – y también sé que debo hablar con Fernanda más que fui una imbécil con ella – asentí confirmando sus palabras –
- No te preocupes por mí, a mi me preocupa que ella esté bien – le dije suavemente y Valentina asentía triste –
- ¿y quién se preocupada por mí? – preguntó con la voz quebrada y suspiré –
- Me preocupas Valentina, desde que te conocí me has caído muy bien, pero no esperes de mí más que una amistad Valentina – dije todo esto con una mezcla de tristeza y cabreado –
- Porque la amas a ella – susurró y suspiré pesadamente –
- sí, la amo a ella – susurré y Valentina tenía los ojos cristalizados – Lo siento Val – negó y me dio un beso en la frente –
- No te preocupes, seguiré siendo tú vecina, amiga y espero en algún momento cuñada – nos reímos y negué bromeando –
- La locura – volvimos a reírnos y Pablo uno de los socios me llamó – debo irme, nos vemos luego Valentina – nos abrazamos – Espero todo mejore con Fernanda – asintió mientras nos separábamos –
- Hasta luego abogada – dijo bromeando y me reí –
- Hasta luego presidenta – nos reímos más y la vi partir mientras yo regresaba a la mesa –

Después de pagar, fuimos al buffet, y cada quién fue a lo suyo, el día pasó en un parpadeo, Laura me avisó que era tarde y la dejé ir, seguí hasta las 9 de la noche y me fui a casa también, encontrándome al llegar a mis tres chicos cocinando y riéndose, me les uní y luego cenamos contándonos que hicimos, para luego cada quien irse a descansar, había sido mucho por el día de hoy.

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