XX. Una sola vez me enamoré

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Fernanda

Al salir del ascensor y alzar la mirada la vi apoyada en la puerta del departamento y mis piernas flaquearon, no supe que hacer y sólo me quedé petrificada, está hermosa con ese pantalón de vestir y esa camisa de seda, vamos Fernanda tú viniste a dejar todo claro, pero ese rojo intenso en sus labios y esa cabellera rubia no me deja pensar bien, a veces te odio Carlota por ser tan hermosa, suspiré y reanude mi camino, cuando me acerqué se percató de mi presencia y me sonrió para luego mostrar una bolsa color marrón.

-¿Comida China y vino? – sonrió mostrando sus dientes blancos y juré desfallecer en ese momento –
- Me encanta – asintió y me dio espacio para abrir – adelante – le dije al darle espacio luego de abrir la puerta –
- Gracias bella dama – dijo amablemente y sonreí negando –
- De nada bella rubia – volteó a verme y sentí que su mirada podía hasta desnudar mi alma y me daba miedo – perdón la tardanza yo… - me quedé muda, no sé si decirle lo de Emiliano – me distraje al salir de la oficina – dije al dejar la cartera en el sofá –
- ¿Se te cayeron los papeles? – la miré sorprendida y puso mirada angelical –
- ¿Cómo sabes eso? – pregunté sorprendida y alzó los hombros despreocupada –
- Aparte de la vez que nos tropezamos, una vez me contaste que siempre te suele pasar – asentí lentamente recordando aquel día - ¿comemos? – me le quedé mirando un segundo y me acerqué con pasos decididos –

Si esta iba a ser nuestra última vez por lo menos, que quedé entre mis más hermosos recuerdos el beso de despedida más bonito de todos, me acerqué a ella y la agarré de las mejillas para luego juntarnos en un profundo beso, y sentí ganas de no salir de aquí jamás, hacerla mil veces mía y no saber del maldito mundo, ni que tenemos familias, ni que somos mujeres casadas, ni que somos comadres, ni nada.

Nos separamos y abrí los ojos lentamente, pude verla con los ojos cerrados y una hermosa sonrisa, suspiró y abrió los ojos finalmente, ahora era el momento de hablar, es ahora o nunca.

- Carlota esto no puede seguir – susurré como pude –
- ¿Sabes cuánto tiempo llevo queriendo que pase esto? – la miré sorprendida – Te quiero Fernanda, siempre te quise y nunca me di cuenta – bajó la mirada y con dos dedos en su mentón le subí la cara para ver sus hermosos ojos azules cristalizados –
- Lo siento Carlota pero ni Josh ni Emiliano merecen esto - susurré para dejarle un beso en la mejilla y salir del departamento sentí que sí no lo hacía iba a ser peor todo y lo mejor era terminar por la paz de ambas familias –

Iba divagando por la calle, ¿cómo pasó? Sus hijos y los míos son como hermanos, Josh y Emiliano son mejores amigos y enredada en una pequeña aventura con Carlota por culpa de una maldita lujuria, siento la primera gota de lluvia y subí la mirada para ver como el cielo se volvía gris, como yo al darme cuenta que amo a alguien que no es mi marido y que no hay retorno, no puedo seguir luchando contra mis sentimientos.

Llegué a casa y están los chicos hablando con Josh, sonreí al ver aquellas sonrisas y mi corazón empezó a latir desbocado, suspiré pesadamente, dejo la cartera en el living y caminé hasta donde están para saludar a Adrián y a Sara dándoles un beso en la frente mientras me abrazan y le doy un casto beso a Josh, pero esto último me hizo revolver el estómago, antes no me había pasado y ahora ni acercarme a Josh puedo, sin sentirme mal.

- ¿Cómo les fue en la universidad? – ambos asintieron y sonreí - y ¿tú amor? - Josh me miró sorprendido –
- Bien mi amor, después de aquel negocio todo va mejorando cada vez más en la empresa – Sonreí y asentí –
- Mamá - volteé a ver a Adrián – Juan Carlos y Paolo vienen más tarde - dice emocionado y me reí –
- ¿Viene Paolo? - a mi hija le brillan los ojos y sonreí anonadada –
- Deja el fastidio, no le gustas a Paolo, fin – dice Adrián molesto –
- ¡Mamá! – Grita Sara y miro con cara de pocos amigos a Adrián –
- Deja a Sara quieta Adrián - lo regañe y Sara sonríe victoriosa –
- Es la verdad, Paolo tiene… novia - me asombró y miré a mi hija quién tiene la mirada pérdida y se va - Lo siento mamá - dijo mi hijo cabizbajo y suspiré -

Mi noche pasó lenta después de conversar con mis hijos, no dejaba de pensar en las palabras de Car, sus hijos llegaron a eso de las 9 de la noche y los cuatro salieron de casa, dejándome a solas con Josh, quién se encerró en la biblioteca y yo fui a mi taller a pintar un rato.

Cuando vi eran las 12:15 de la medianoche y el timbre sonaba incesante, salí de mi taller y fui a la biblioteca para ver que no estaba Josh seguro estaba dormido ya, abrí y estaba ella con su melena rubia agarrada en una coleta desarreglada, una sudadera gris que parece desgastada, un short azul rasgado y unos zapatos converse blanco muy lindos, no entendía nada, sus ojos estaba rojos y sus mejillas al igual que su nariz también rojas, salí de la casa y caminamos hasta el final del jardín, se montó en el coche en su puesto de piloto y la seguí montándome en la parte de copiloto, su mirada estaba pérdida y yo estaba pérdida en su maldito perfil, es tan hermosa.

- Una sola vez me enamoré, fue antes de conocer a Emiliano... Sólo que no resultó, ella se iba a casar y pues, no quise luchar – suspiró – luego conocí a Javier quién me ayudó a sanar pero lo dejé al conocer a Emiliano quién me terminó de curar y con el tiempo lo empecé a querer más, incluso creí que lo amaba – bajó los hombros y la mirada a sus manos – cuando Josh te presentó o bueno nos presentó algo dentro de mí sintió una corriente eléctrica en todo el cuerpo – me quedé pensando, recordando que también lo sentí – con los años comprendí que me pasaba algo muy fuerte contigo, pero pasaban dos cosas – su voz se quebraba – tú estabas casada y tu marido es el mejor amigo de mi marido, sin embargo, no pude hacer nada, la fuerza con la que latía mi corazón cada vez que te veía no era normal, me encantaba estar a tu lado, admirarte y no puedo culparte eres perfecta Fernanda – alzó la mirada y volteó a verme - me alejare de ti si eso deseas, sólo seré lo que siempre debí seguir siendo... Tu amiga y comadre – susurró esto último desganada –

Me quedé pensando en sus palabras y todo lo que he sentido por años al verla, al verla en vestidos, en ropa ajustadas, en traje de baño, su sonrisa, su mirada y volteé a verla, ella estaba cabizbaja y agradecí que sus vidrios eran polarizados, agarré sus mejillas y la pegué a mí en un intenso beso, que tanto necesitaba, unos minutos después por falta de aire me separé de ella.

- No quiero que te alejes, ni que seas mi amiga – suspiré exasperada – Maldición Carlota me encantas – la volví a besar y sentí su sonrisa en medio del beso –

Una hora más tarde me bajé del coche y la vi partir, entré a casa y vi a Josh en la cocina, me miró con una cara de confusión y le sonreí de lado para despedirme e ir a dormir, no dejaba de sentir un cosquilleo en mi vientre y sus labios en los míos, no podía seguir peleando contra mis deseos, contra este amor. Me bañé, me cambié y me acosté, recibí su mensaje avisándome que llegó y nos deseamos feliz noche de la manera más tierna posible, sonreí embobada y así me quedé dormida, encontrándola en mis sueños.

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