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No supo en que momento se quedaron dormidos, pero la habitación ya estaba a oscuras, las luces de mercurio alumbraban muy tenuemente. Changkyun frotó sus ojos y con cuidado se separó del cuerpo de Kihyun, seguro que al despertar le pediría su ropa rápidamente, por lo que se levantó, encendió la luz de su habitación y se dispuso a separar cada prenda del suelo. También comenzaba a hacer frío, por lo tanto se vistió y volvió a acostarse para tener el calor de Kihyun.
 
Ahora con la luz encendida Chang podía apreciar mejor el rostro dormido del castaño, sonriendo al notar como sus labios se abultaban por la posición. También pasó su pulgar suavemente por las cicatrices cerca de sus ojos, terminando por acariciar su mejilla.
  Obviamente no se resistió a acercarse y repartir besos por su rostro para despertarlo, notando como Kihyun se quejaba bajito a medida que abría sus ojos. El problema estuvo cuando el mayor estiró su mano al cuerpo del contrario y sintió la tela de su remera, mientras él seguía desnudo. Buscó cubrirse con las sábanas, pero Changkyun lo detuvo agarrando sus manos para llevarlas arriba de su cabeza.

Mientras Kihyun se quejaba y se removía sobre el colchón, el pelinegro sonreía y dejaba besos por su rostro y cuello. Al rato sus manos fueron liberadas, pero el ataque de besos seguía presente.

—Kihyun, sos hermoso —habló por fin, separándose solo unos centímetros de su piel. El nombrado se sonrojó y dejó de forcejear.

—¿Me puedo bañar? —preguntó con duda.

—Sí, sí. Seguro te sentís incómodo y yo molestando, perdón —se separó al instante y agarró la ropa del mayor para dejarla sobre la cama—. Voy a ordenar el baño

Kihyun apenas escuchó la puerta cerrarse soltó un suspiro, no era su intención evitar los comentarios de Changkyun, solo no sabía cómo responderle y eso le frustraba.
  Apenas terminó de vestirse salió de la habitación, algo desorientado por apenas despertarse y porque no conocía el lugar.

—¿Ya estás? —escuchó la voz de Chang a su derecha. El menor agarró su mano y lo fue guiando al baño—. Acá está la ducha, tenes un organizador con shampoo y eso. ¿Qué más...? Ah, acá te dejé colgada la toalla

—Gracias —respondió, intentando no marearse con las ubicaciones.

—Cualquier cosa llamame, ¿Sí?

Kihyun asintió repetidas veces. Changkyun no quería ser desconfiado o protector, sabía que el mayor era totalmente independiente, pero sentía la necesidad de ayudarlo. El pelinegro dejó el baño, dándole aviso una vez más que podía llamarle si necesitaba algo.
  Yoo comenzó a desvestirse nuevamente, dejando su ropa cerca de la toalla para no perderla y finalmente abrió la regadera. No iba a tardarse mucho, solo quería sacarse los fluidos que habían quedado en su cuerpo para sentirse cómodo, ni siquiera lavaría su cabello. A los pocos minutos ya estaba cerrando la lluvia, teniendo cuidado al estirar su mano hacia donde creía que estaba la toalla, pero para su mala suerte, al agarrar la misma su ropa cayó al suelo, junto con lo que parecían los envases de shampoo y desodorantes. El ruido lo aturdió por un momento, al igual que los pequeños golpecitos a la puerta.

—¿Estás bien? —escuchó la voz de Changkyun al otro lado de la madera. Kihyun se cubrió con la toalla y mordió su labio, no quería ser una molestia, pero necesitaba ayuda.

—¿Podes entrar?

Al instante el pelinegro estaba abriendo la puerta para ver lo que sucedía allí adentro, notando las cosas tiradas por el suelo.

—¡No! ¡Me rompiste todo! —gritó Changkyun. Obviamente queriendo bromear, pero al ver como Kihyun se puso pálido y estático rió a lo alto y se acercó para ayudarlo a salir de la ducha—. Era chiste, perdón

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