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Un viernes por la tarde, donde una juntada para estudiar termina en cualquier cosa menos en el objetivo.
  Jooheon estaba cerca de su ventana, con un cigarrillo prendido mientras reía con su amigo, quien estaba sentado en el suelo apoyándose en la cama del pelirrojo.

—Tenemos que salir a tomar algo un día de estos. Mañana me invitó Minhyuk, ¿querés venir? —preguntó dándole una última calada, para luego tirar la colilla.

—Si te invitó a vos solo fue por algo —negó, mientras Jooheon se sentaba al frente de él— no quiero ser la tercera rueda

—Qué tercera rueda, tonto. Si somos los tres amigos

Changkyun no respondió, solo levantó sus hombros desinteresado. No podía decirle lo que Minhyuk sentía, tal vez de eso hablarían mañana y no quería arruinar "la sorpresa".

—Tengo una idea para el programa —se estiró para agarrar su mochila y buscó el cuaderno en su interior— me crucé a Kihyun, tomamos un café y me surgió la idea

Changkyun buscaba la página donde lo había escrito rápidamente, mientras Jooheon ensanchaba su sonrisa al punto de marcar sus hoyuelos. El pelinegro levantó su vista y frunció ligeramente su ceño.

—¿Qué te pasa?

—No nada, contame —mordió sus labios, pero aún con su sonrisa.

—¿Qué pensaste? —rodó sus ojos y esperó a que su amigo hable.

—¿Te gustó el cieguito? —preguntó burlón.

—Qué despectivo —se quejó, levantando su cuaderno para golpearlo. Jooheon se cubrió al instante entre risas.

—No es despectivo, es una realidad —se defendió.

—Suena horrible. Ya fue, te estaba contando —retomó el tema, mostrándole la página del cuaderno— podríamos invitarlo al programa para que hable de cómo cambió su vida

Jooheon asentía, apretando sus labios para no reírse. Changkyun chasqueó su lengua y atinó a sacarle el cuaderno, pero Jooheon fue más rápido.

—No, está buena la idea —dijo leyendo— ¿a quién más podríamos invitar? Porque no da solo un programa

—Uhm... —rascó su cabeza y levantó sus hombros— podríamos poner una planilla o algo, si tienen algo interesante que contar los llamamos

—Es buena —le devolvió el cuaderno y se levantó para estirar sus músculos— ¿queres comer algo?

[...]

Changkyun había llegado a su casa, algo mareado por las cervezas que había tomado en la tarde con Jooheon. Solo rezaba para que su madre no se de cuenta o iba a tener otro regaño y no estaba en condiciones para aguantarla.

—¿Llegaste? —escuchó una voz desde la sala.

—Sí —respondió sin más, colgando sus llaves y caminando hacia la cocina.

—Te dejé comida en el horno. Después lava los platos —seguía hablándole sin moverse.

Changkyun sacó la comida junto con una botella de gaseosa y se sentó en la mesa, sacando su celular para escribirse con Minhyuk.
  El pelinegro tenía razón, Min iba a confesarse con Jooheon y esperaba con lo que más quería que todo saliera bien, pero conociendo al pelirrojo sabía que no iba a suceder nada.

Comió prácticamente en silencio y solo, Minhyuk ya se había ido y Jooheon no contestaba, seguramente estaba durmiendo. No tenía a más nadie con quién hablar.
  Por un momento pensó en Kihyun, pero un insulto mental fue quién le dijo que seguramente no tenía teléfono, al menos no para mensajear. Sospechaba que tampoco podía enviar audios ya que sería difícil ubicar el dedo en los lugares exactos.

Un momento en silencio con su plato vacío y una gaseosa a medio tomar. Si se ponía a pensarlo con detenimiento, admiraba a Kihyun, mejor dicho a cualquier persona ciega, porque él no hubiese podido vivir de tal forma. ¿Cómo trabajaría en una radio ciego? ¿Alguien lo contrataría? ¿Podría seguir estudiando?
  Soltó un suspiro y se puso en tarea de lavar los platos, tal vez olvidaría los pensamientos y prejuicios que tenía sobre los ciegos.

—¿El martes tenés ese taller? —escuchó una voz detrás suya. Asintió sin voltear— no llegues tarde, te quiero ver estudiando

—Estoy estudiando —cerró sus ojos unos segundos, intentando buscar la paz.

—Me parece bien, quiero las materias aprobadas —giró sobre sus talones y caminó hacia su habitación, dejando al pelinegro con el ceño fruncido y un par de lagrimas en sus ojos.

¿Si quedaba ciego su madre lo apoyaría? Seguramente no, seguro que lo tiraba en la calle y dejaba que el tiempo cuidara de él hasta hacerlo dejar este mundo.

Apenas terminó de lavar todos los platos, buscó por la heladera una botella de cerveza, la había guardado por las dudas y este era un buen momento.
  Se encerró en su habitación y comenzó a tomar, dejando que sus lágrimas cayeran sin obstáculos por sus mejillas.
  Esa noche durmió con el estómago lleno de alcohol y su rostro lleno de agua salada.

el sonido de tu voz ¡! changkiWhere stories live. Discover now