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Miércoles por la mañana, con un clima frío ideal para dormir, pero no era así para Changkyun. Su madre lo había levantado a las siete para que la acompañara a esperar su micro, luego en la larga espera le dijo todo lo que tenía que hacer en la casa, entre estudiar, limpiar y arreglar una canilla prefería morir, o dormir toda la semana.
  Al llegar a la casa tiró las prendas abrigadas sobre el sillón y caminó hacia la cocina, donde se haría un café para su desayuno y más tarde tal vez fideos, pero esta vez con una salsa. Estaba lo más tranquilo hasta que recordó que había invitado a Kihyun, casi vuelca su café por levantarse y correr hasta su habitación para buscar su celular. Todavía faltaban unas cinco horas para juntarse, pero el tiempo no le alcanzaría. Ir a comprar, cocinar, comer, bañarse, ordenar la sala y su habitación... ¿Para qué ordenar? Total...

—Changkyun no —se reprimió en voz alta. Que Kihyun no vea no significaba que tenia que estar todo desordenado.

Volvió a la sala y terminó de unos cuántos tragos su café. Su menú iba a cambiar a algo más sencillo y rápido, unos fideos con manteca y ya.
  Buscó su billetera y comenzó a abrigarse. Ya estaba listo para salir cuando su celular sonó, no le iba a dar importancia, pero ¿si era Kihyun? Corrió los pocos pasos que le quedaban hasta la mesa y miró las notificaciones, chasqueando su lengua al leer el nombre de Minhyuk.

[...]

Kihyun comía en silencio, mientras su pierna derecha se movía nerviosa por debajo de la mesa. Faltaban dos horas para juntarse con Changkyun, pero ya estaba ansioso, incluso había pasado otra noche sin poder dormir bien. Esto ya no era sano, ¿acaso estaba dependiendo del menor? Kihyun sabía que ahora estaba más pendiente del teléfono, que estaba pensando más de lo debido en una persona. Aunque seguramente esa dependencia sucedía porque Changkyun le gustaba, después de tanto pensar y de tanto pasar podía admitirlo, no admitirselo a él, sino dejar de engañarse a sí mismo y finalmente aceptar sus sentimientos. No quería dejar de hablarle porque le gustaba, no quería alejarse porque le gustaba.

—En un rato me voy —habló, ganándose las miradas de sus padres al mismo tiempo, eran tan intensas que hasta podía sentirlas.

—¿A dónde? —la mujer habló primero.

—Uhm... con Changkyun —levantó sus hombros, intentando restarle importancia. Era muy notorio su nerviosismo.

Los tres se quedaron en silencio, bastante incómodo porque ninguno sabía qué decir. El padre no quería dejarlo, aunque con la lucha de miradas que tenía con su esposa terminó cansándolo y aceptando que su hijo saliera.

—Cuidate, Kihyun. Te puedo pasar a buscar

—No hace falta —se apuró en decir. Terminó lo último que le quedaba en su plato y se levantó de la mesa—. Estaba muy rico. Me voy a duchar

—¿En serio lo vas a dejar salir? —murmuró el hombre, con su ceño fruncido.

—No quiero, me da miedo que salga. Pero tampoco puede vivir encerrado, ni siquiera tiene amigos —respondió en el mismo tono, levantando los platos—. ¿Hace cuánto que no lo vemos sonreír? Ese Changkyun parece un buen muchacho y me alegra que sean amigos

El mayor solamente soltó un fuerte suspiro, no podía hacer nada con su hijo, por más que sea el padre no tenía el derecho a manejar su vida.

En la otra parte de la casa estaba Kihyun desvistiéndose, mientras el agua de la ducha comenzaba a calentarse. Se había olvidado su teléfono para poner música, últimamente se bañaba escuchando varios temas, era relajante como el sonido envolvía el baño, incluso se animaba a cantar, muy por lo bajo.
  Una vez dentro y con la mitad de su aseo hecho notó un dolor en su cadera cuando estaba pasando la esponja. ¿Será de aquella vez que se golpeó con la mesa? Seguramente tenía un moretón. Su cuerpo estaba lleno de marcas por golpes, pero ya se estaba acostumbrando al nuevo orden de la casa.

el sonido de tu voz ¡! changkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora