Cap #6

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Simon

–Ya ha pasado una hora.

–Todos sabemos leer el reloj, Jace.

Estamos fuera de la enfermería esperando noticias de Alec. Magnus llegó y pidió a todos que saliéramos de inmediato. Él venía exactamente igual a la última vez, sólo que tenía calcetines. No hemos escuchado gritos como pasó con Isabelle, pero sé que le duele por la conexión parabatai.

–Simon –me llama su hermana–. ¿Él está...?

–¿Muerto? –infiero. Es obvio que nota como toco mi runa, es sólo que arde un poco– No, pero parece que le duele.

–Ah.

–¿Alguien más quiere? Yo estoy llena –Clary deja de lado su plato.

–Lo siento, odio la comida tailandesa –no es cierto y Clary lo sabe.

Mi mejor amiga me muestra el dedo medio.

–Yo tengo hambre –se ofrece Jace–. Si quieres, puedes dármelo.

Clary le pasa el plato y Jace lo toma gustoso. Es obvio que le gusta, pero eso nunca podría pasar. Clary es la numero uno de nuestra generación, yo soy el segundo, Alec el tercero, su hermana la quinta, el cuarto es el hermano de Clary, Jonathan, y Jace es el... ¿cómo se dirá 356 en número ordinal? No lo sé.
La puerta se abre y por ella sale Magnus, tiene el cabello despeinado y luce agotado.

–¿Cómo está? –pregunta su hermana de inmediato.

–Estable. Necesitaré vigilarlo esta noche. ¿No tendrán problema en que me quede, verdad?

–Ninguno –respondo con seguridad.

–Gracias. En un momento regreso –Magnus da media vuelta y camina por el pasillo.

Por alguna razón parece saber exactamente a dónde quiere ir.

–Debo ir al baño –me excuso y salgo detrás del brujo.

Lo sigo por el pasillo hasta las escaleras, que sube directo al último piso y de ahí camina al fondo, conozco este lugar lo suficiente para saber a dónde se dirige. El invernadero.
Magnus sigue el camino de piedra hasta cruzar por completo la sala y asomarse por la enorme ventana que muestra la cuidad en plena tarde.
El brujo toca el cristal que se torna de un color azul, impidiendo que entre la luz del sol. Magnus parece ver lo que quería, ya que da media vuelta y sale del invernadero, en cuanto lo hace, el cristal regresa a la normalidad. Está loco, ¡completamente loco! Por suerte, me escondí entre las hierbas y no me vio.
Al bajar las escaleras y llegar a la enfermería, veo que la hermana de Alec está recostada en una cama, mientras Magnus le revisa la herida. Mi parabatai duerme en la cama de enfrente con una venda en su hombro.

–¿Dónde están Jace y Clary?

–Entrenando –responde la hermana de Alec.

–¿Cómo estas?

–Magnus me quita los puntos.

–¿Tan rápido?

–Listo –anuncia el brujo que sostiene un hilo largo, grueso y negro en su mano.

La pierna de Isabelle se ve perfecta, ni una cicatriz, y qué suerte, sus piernas son muy bonitas para que tengan más cicatrices de las necesarias.

Clary

–¡Ya llegó la comida! –anuncio y todos bajan corriendo.

Después de entrenar por dos horas logré que Jace acertara sin problemas a la diana ¡ocho veces seguidas!
En la enfermería nos encontramos a Simon e Izzy conversando, mientras Magnus le pone una nueva venda a Alec. Les dije que podía preparar algo de comer a lo que todos respondieron con pánico. No es que sea mala... De acuerdo, soy pésima, así que acordamos pedir comida mexicana.

–¿Quién pidió tostadas?

–Yo –Jace toma la bandeja con tostadas y carne.

–Los tacos son míos –dice Izzy.

–Esto es mío –Simon me arrebata un plato de pozole.

–¿Y los tamales?

–Mmm... son míos –dice Magnus tímidamente y se los paso.

Al final sólo queda mi propio plato de pozole que destapo y comienzo a comer. La comida pasa en silencio, pero no en uno incómodo, sino en un agradable momento en el que cada uno piensa en lo suyo. El momento es interrumpido por el timbre del Instituto.

–Yo voy –dejo el plato sobre la mesa.

Camino hacia la entrada y abro la puerta. Allí están Catarina y Ragnor, ambos vestidos de etiqueta. Él con un traje negro y ella con un vestido largo color rojo.

–Buenas noches –saluda Ragnor–. ¿Podemos pasar?

–Claro. Pensé que estaban de viaje.

–Así era –dice Catarina–. Pero Robert llamó y dijo que Isabelle resultó herida, nos pidió que viniéramos de inmediato.

–Oh, no debieron preocuparse, ya llamamos a otro brujo.

–Pero si por eso vinimos –insiste ella–. No queríamos que otro brujo viajara tanto...

–No viajó mucho, es de aquí.

–¿De América? –pregunta Ragnor irónico.

–No, de Nueva York –contesto confundida.

¿Ni ellos conocen a Magnus?

–Creo que te confundes –Catarina me mira con seriedad–. Yo soy la única bruja en Nueva York.

–¿Y Magnus Bane?

Ambos muestran una cara indescifrable... nunca los había visto así.

–¿Está aquí? –pregunta Catarina.

–En el comedor...

No puedo terminar la frase cuando Ragnor me pasa de largo y va directo al comedor a grandes zancadas. Lo sigo y quedo detrás de él justo cuando abre la puerta de golpe. Todos miran sorprendidos hacia la puerta.

–¿Qué haces aquí? –pregunta Ragnor apretando los dientes.

–Y-yo –Magnus se ve realmente preocupado, incluso asustado–. S-sólo...

Ragnor se acerca y toma por el brazo a Magnus para después arrastrarlo hacia la salida. El otro brujo intenta zafarse, pero Ragnor aumenta la fuerza de su agarre y se lo lleva. Sigo para ver a Ragnor echar a Magnus fuera del Instituto y cerrar bruscamente la puerta. Da media vuelta y se acerca a mí.

–¿Curó a Isabelle?

–¿Ragnor, por qué lo echaste?

–Clary, Magnus Bane no es de fiar. Te pido que por favor lleves a Isabelle a la enfermería para revisarla, ¿está bien?

–¿Por qué no es de fiar?

–Él... Sólo no lo es.

Ragnor es muy testarudo, pero sé que Catarina quizá suelte algo.

–De acuerdo. Iré por Isabelle.

...

Bien este capítulo está lleno de misterios ¡uhhh! Seguramente se preguntaran muchas cosas como:

•¿Sebastian es Jonathan?

•¿Es bueno en este mundo?

•¿Por qué Ragnor y Catarina parecen odiar a Magnus?

•¿Los tamales son buenos?

No puedo darles las respuestas todavía, pero para calmar su curiosidad sólo diré que si viven en México sabrán que la respuesta a la última pregunta es obviamente: Sí.

Gracias por leer, votar y comentar. 💜

Un mundo de cabeza *Malec*Where stories live. Discover now