Cap #23

847 77 32
                                    

Simon

Jace se sienta en el tronco de madera y el hada que lo acompañó a esta habitación privada se retira. Pero no los dos guardias con lanzas a mi espalda.

–La última vez que te vi te fuiste con un brujo para ayudar a los que, al parecer, hicieron mierda la tierra –intento controlarme para no levantarme y golpearlo como hice hace un rato, cuando los guardias tuvieron que detenerme y advirtieron no volver a hacerlo–. Y ahora me dices que por alguna razón Ragnor te salvó la vida. Adelante, quiero escuchar tu historia.

–Nosotros no hicimos mierda la tierra –Jace se escucha y ve demasiado seguro, una gran diferencia al chico que entrenaba–. Nosotros queríamos salvarla de los nefilim que no hacían otra cosa que masacrar a los subterráneos...

–Ustedes mataron a mi hermana –con sólo mencionarla siento un nudo en el estómago–. Y estoy seguro que también a Alec ¿verdad? –Jace se queda callado y esa es respuesta suficiente– Ellos eran inocentes, Jace, mi hermana nunca levantó un arma en su vida, menos contra un subterráneo y sabes que Alec jamás mató a nadie que no fuera culpable.

–Sí, claro –bufa Jace–. ¿Y la prueba? Todos mataron al "demonio".

–¿De qué hablas?

–De la séptima prueba del examen para ser un nefilim. A mí me obligaron a matar a Rosa, un brujo que fue injustamente arrestado y que ahí, encadenado, me suplicó que no lo matara, me suplicó tanto pero en ese momento, por el ángel, jamás me perdonaré haber pensado en ese momento que lo correcto era hacer lo necesario para seguir siendo un cazador de sombras, cuando ahora sé que lo correcto hubiera sido ser despojado de mis runas porque cada vez que las veo me odio por haberlo matado, Simon, porque lo maté igual que tú y Alec mataron a otro brujo o un lobo o vampiro, no importa, los mataron igual que yo.

Los ojos de Jace nunca se vieron tan brillantes. Me sorprende la fuerza y autocontrol que tiene para no llorar cuando se nota claramente que quiere hacerlo, pero más me sorprende que su mirada no sea triste, sino furiosa. Está furioso por una idea que no es verdad, y por un segundo me pregunto qué tan malo será quitarle esa idea que tanta seguridad parece darle, pero no puedo saberlo hasta intentarlo.

–Jace... Lamento que tuvieras que hacer eso, pero si piensas que como fue tu prueba fue la de todos, te haz estado engañando a ti mismo.

La seguridad hasta ahora constante de Jace desaparece un poco, me mira confundido y yo me inclino sobre la mesa. Puedo escuchar los dedos de los guardias tomar con fuerza sus lanzas, listos para moverse más rápido que yo si intento lastimarlo, pero por ahora no tendrán que hacerlo.

–Para nosotros, Alec, Clary, Izzy, todos, la prueba de calificación consistía en cinco retos: correr sobre una barra, lanzar cuchillos a las dianas, escalar una pared, correr por un tubo giratorio y matar a un demonio de nivel seis –las lágrimas finalmente son liberadas al tiempo que la expresión de Jace lentamente se desfigura por los cientos de pensamientos que deben rondar su cabeza–. Pero a ti te agregaron dos retos, dijeron que sólo así se asegurarían de que fueras un cazador de sombras eficaz. Nunca supe qué eran los dos retos extras, pensé que lucharías o matarías a otro demonio, porque te juro que si hubiera sabido habría hecho lo imposible para que no lo hicieras.

Jace sigue llorando inconsolable y yo me levanto para abrazarlo. Los guardias me lo permiten, incluso ya dejaron de tomar sus lanzas como si quieran partirlas a la mitad.
Cuando lo tengo entre mis brazos pienso que podría estar calmando al asesino de mi parabatai y hermana, pero también pienso que acabo de quitarle algo tal vez igual de importante para cualquiera: la confianza en sus propias decisiones. Y, no sé si me iré al infierno por esto, sonrío mientras Jace hunde su cabeza en mi hombro.

Jonathan

–Dame una razón para no matarte.

–Te daría diez, pero no puedo.

Levanto mis dos brazos, que ya no están unidos por las chispas rojas, y muevo alegremente los cinco dedos de la única mano que tengo. Clary deja de estar en posición de ataque pero no alerta.
No sé qué tan aliviado estoy de que esté viva, que tenga que vivir en este mundo.

–¿Qué te pasó?

–Magnus.

–¿Se cansó de que lo utilizaran?

–¿Cómo sabes que lo utilizamos?

–Por favor, Jonathan –rueda los ojos y pasa su espada  Morgenstern de una mano a otra–. No hay que ser muy listos para saber que Magnus fue manipulado o amenazado para ayudarlos. Yo lo vi cuando atacó aquí la segunda vez y casi me dijo que lo siente sino fuera por un lobo idiota.

Miro a mi hermana de arriba a abajo y comienzo a recordar esas tantas veces que jugábamos o entrenábamos juntos, pero en especial recuerdo nuestro primer enfrentamiento real. Sino fuera por Raphael no sé si hubiera podido matarla o evitar que ella me matara a mí. Siempre ha sido mejor que yo, en cualquier cosa, en cualquier circunstancia, la hija favorita, la prodigio en la academia, el futuro de la Clave; mientras yo era el hermano problemático, al que echaron de cincuenta Institutos seguidos, el criado con lobos, el nefilim que nunca debió serlo. Y tal vez siempre tuvieron razón, todos ellos, soy un pésimo cazador de sombras, Clary seguramente nunca hubiera suplicado como yo lo hice.
Doy un paso al frente y mi hermana, de un fluido movimiento, pone su espada contra mi pecho.

–No des un paso más.

–Mátame si tienes que hacerlo, no voy a suplicar, me cansé de suplicar. Estoy cansado de todo, Clary. Fallé, quería hacer lo correcto y fallé...

–Tú no sabes lo que significa fallar, Jonathan –Clary recarga más su espada contra mi pecho obligándome a retroceder para evitar que el metal me atraviese. En ningún momento deja de verme a los ojos–. Después de recibir la orden de ir a Idris, la señora Lewis se negó y yo me quedé con ella para consolarla y convencerla de que era lo mejor. Debiste verla, estaba desecha porque Simon dejó una nota diciendo que salvaría a Isabelle y que aceptaba lo que eso significaba. Pasaron horas para que finalmente lograra convencerla de salir del cuarto y cuando iba a llevarla al portal las salvaguardas del Instituto se cayeron y unos lobos entraron. Quise ponerla a salvo pero ella sólo repetía que merecía eso, que merecía morir a manos de lobos. No pude salvarla, ni a ella, ni a Isabelle, ni a Rebecca, ni a mi madre. Soy la mejor cazadora de sombras y no pude salvar a nadie, ¿y tú vienes aquí diciendo que fallaste?

Termino contra la pared y Clary recarga la espada lo suficiente para hacerme un ligero corte entre los pectorales.

–Parece que ambos fallamos, hermanita –digo con toda calma–. Ninguno pudo salvar a las personas que quería.

–¿Y a quién se supone que perdiste? –pregunta con ironía– Porque imagino que tú y papá debieron estar muy felices estos últimos días, celebrando en algún lugar que los nefilim murieron y su grupito ganó esta estúpida guerra aunque condenaron al mundo en el proceso.

–¿Crees que nosotros ganamos? No, no, hermanita –me inclino provocando que la punta de la espada se entierre en mi carne, no podría importarme menos–. Que el cielo se volviera rojo no fue nuestra culpa, fue de ese mal nacido brujo que no supo hacer otra cosa que un berrinche como el niño que es. Es culpa de Magnus Bane que mi padre esté muerto, que nosotros falláramos y que los demonios finalmente ganaran la guerra.

...

¿Por qué creen que Magnus hizo eso? No digo que lo hiciera... Bueno, sí.

Capítulo dedicado a 😄

@danapozo2004 . @kristy_suarez_ . @ItsCamilleBelcourt . @-otra-simple-lokit . @MaryJM5 . @lizgrayson3557 . @Mena7u7 . @Luli32322 . @anonymous4historias

💜

Un mundo de cabeza *Malec*Where stories live. Discover now