¿Cap #8?

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Camille

Cuando el ángel entra al Instituto, la madera arañada, quemada y podrida, se repara de inmediato, igual que la alfombra manchada de sangre y las ventanas rotas.

–Asombroso, divina criatura –expreso realmente maravillada desde la puerta.

–No es nada. Ahora vamos a hablar –el ángel camina hacia el comedor, pero se detiene cuando nota que no lo sigo–. Vamos.

–No puedo, divina criatura –me disculpo con una reverencia–. Soy una hija de la noche, mi alma está maldita, y en el Instituto no se me permite entrar.

–Cierto –el ángel estira las manos y mira al techo–. Oh, con los poderes que el cielo me ha conferido, desde ahora proclamo que el Instituto sea un lugar seguro para los hijos de la noche.

Espero que después de esas palabras algo pase, tal vez que una luz o rayos salgan de las manos del ángel, pero nada.

–Perdón, la magia angelical no es dramática –el ángel baja sus manos y me ofrece una–. Pero funciona, te lo prometo.

No debo contradecir a un ángel. Tomo la mano del ángel y entro, por primera vez en toda mi vida, al Instituto de Nueva York. Cuando efectivamente nada pasa, sigo al ángel hasta el comedor, donde él suelta mi mano para tomar dos sillas que acomoda una frente a otra.

–Por favor –el ángel señala una silla mientras se sienta en la otra.

Sus alas parecen encogerse para no tocar el suelo e incomodarlo. Cuando tomo asiento, el ángel sonríe.

–Bien. Ahora quiero escuchar tu historia.

–¿Mi historia, divina criatura?

»¿Puedes pedirle que deje de llamarte así? Es molesto y ridículo.«

Miro a mi al rededor para saber de dónde vino esa voz, pero no hay nadie salvo nosotros. Por supuesto, sólo el ángel que me ha salvado la vida y yo.

–Perdón, ese es Bronte, un brujo muy poderoso ¡pero muy molesto! –grita lo último al techo.

»Sí sabes que no debes gritar para que te escuche, ¿verdad?«

–¿Qué pasa, divina criatura? –pregunto al notarlo fastidiado. Espero que no sea por mí.

»Oh, por... «

–Bien, ¡bien! –interrumpe el ángel la voz que viene de la nada, a la nada misma, no ha interrumpido nada– Camille, mi nombre es Jace Herondale, pero puedes llamarme Jace. ¿De acuerdo?

–Lo que pidas, divina... Jace.

–Correcto. Ahora necesito saber tu historia para saber por qué eres la parte de mi parabatai que importa.

–Perdón, no te entiendo, Jace. Sé qué es un parabatai, pero no sabía que los ángeles también tenían esos lazos.

Aunque suena un poco lógico en realidad, ya que los nefilim descienden de ellos.

–Sí, los tenemos –reafirma el ángel–. Y el mío se perdió en este mundo y... para encontrarlo te necesito, Camille. Él dejó algo en ti, no sé qué, pero algo que le importa y con eso puedo saber dónde está y salvarlo.

–¿No puedes simplemente ir con él?

–Ojalá pudiera, pero parece que no es tan fácil.

Un mundo de cabeza *Malec*Where stories live. Discover now