Capítulo #1

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Alec

Om Sanat Kumara Ah Hum... todos mataron al "demonio"... ¡Dime si pudiste salvarla pero elegiste salvarte a ti mismo!... defensor de los inocentes, deberías sentirte avergonzado... pero nunca fui ella, siempre fui yo... ¡Entra al edificio!... si te atreves a decirme que debo quedarme por mi bien, te morderé... ve a la habitación de mis hermanos, y mátalos lo más rápido y sin dolor posible... alguien intentó darle un funeral de cazador de sombras... porque suya soy, hoy y siempre... cuando las hadas vean lo que he hecho, me matarán... no, tú eres Camille Belcourte.

Como la primera vez que desperté, la luz me golpea y parpadeo repetidamente para adaptarme y ver dónde me encuentro. En el techo, justo sobre mí, hay un candelabro con fuego morado que le da un aspecto tétrico a la habitación de piedra donde sólo hay una mesita de madera baja y un reloj de pared muy raro, con arena haciendo círculos cada vez más rápido. ¿Dónde estoy? No... no reconozco este lugar. Me siento sobre la cama mullida con sábanas de terciopelo rojo y las quito de encima para verme. Tengo una cicatriz en el centro del pecho y estoy vestido únicamente con unos pantalones de algodón blancos.

–Alexander –escucho una voz aliviada. Una bruja de piel azul y que usa una toga negra, cierra la puerta tras de sí–. Por fin despiertas, ¿cómo te sientes?

Sé quién es. Catarina Loss. Es enfermera. Ayudó a la madre de Clary.

–Catarina, ¿dónde estoy?

–En el Laberinto Espiral –explica–. Específicamente en la sala de cuidados.

–¿El Laberinto Espiral? ¿De verdad estoy en el Laberinto Espiral?

Esto es increíble, hasta donde sé ningún cazador de sombras ha estado en el mítico Laberinto Espiral.

–Sí. Atenea te trajo aquí después de despertar.

Las últimas palabras que me dijo me hacen fruncir el ceño. ¡Eres un nefilim malagradecido y espero que Asmodeus quiebre tu mente en millones de pedazos!

–¿Qué pasa? ¿Algo te molesta?

–¿Cómo está? –no debo tomarlo personal, yo hice que dijera eso– Atenea, ¿cómo está?

–Ella se encuentra bien –aunque eso dice, Catarina no suena como si realmente estuviera bien–. Está en otro compromiso ahora. Pero cuando termine, la llamaré para que venga a examinarte y diga si puedes irte.

–¿Qué, no puedo irme?

–No hasta que ella diga lo contrario. Como última suprema, su autoridad en el Laberinto es total.

–Debe ser una broma –doy un paso al frente–. No pueden tenerme aquí, los acuerdos...

–Los acuerdos establecen que no podemos lastimarte y no lo hemos hecho –Catarina frunce el ceño–. Además, La Clave lo sabe. Después de interrogar a Jace y que aceptara que había llamado y colaborado con los supremos, se decidió que de algún modo, tú consentiste estar aquí.

–¿Jace fue interrogado? ¿Cuándo, por qué?

–Después que Atenea te trajo y se negara a dejarte ir, Jace tuvo que decirles a los demás que realmente no se habían ido a la Academia como invitados, sino que estuvieron en la casa solariega –comienza a explicar la bruja–. Como es lógico, después de escuchar lo sucedido, Robert lo reportó al consejo que llamó a Atenea para exigirle entregarte a los Hermanos silenciosos. Ella se reunió con los representantes y llegaron al acuerdo de que mantenerte aquí era lo más seguro. Después, por cuatro días nos interrogaron, a mí, Jace, Hades y Candia, para dictar si nuestras acciones merecían un castigo. A los demás nos absolvieron hace dos días, pero el caso de Jace es más complicado. A él lo acusan de vender una reliquia familiar a un subterráneo siendo menor de edad, luchar contra un demonio mayor, contactar a un ángel y usar sin supervisión el fuego celestial.

Un mundo de cabeza *Malec*Where stories live. Discover now