¿Cap #45?

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Catarina

–Por favor, Alec, por favor, despierta –ruega Jace mientras sostiene la mano de su parabatai. Es todo lo que ha hecho desde que abrió los ojos–. Por favor, termina ya con esto, por favor.

Nunca pensé que ver a Jace sin alas de ángel sería extraño, pero mientras estaba inconsciente, estas simplemente desaparecieron.

–Lo hará –intento reconfortarlo–. Alec va...

Magnus cae de rodillas y yo retengo la respiración. No... no puede... Tomo a Magnus en brazos e intento, desesperadamente, darle un poco de mi fuerza, algo, lo que sea... Y la toma, lo siento.

–Sí, Magnus, está bien.

–¿Qué pasa? –pregunta Jace desde el otro lado.

–Es... –algo húmedo cae en mi brazo y veo asustada que se trata de sangre que cae de la boca de mi amigo– Magnus. Por favor, resiste... Por favor, no me dejes sola.

Magnus abre los ojos con horror, de la misma forma que Bronte lo hizo, pero no muere, aprieta los dientes y empieza a gritar al mismo tiempo.

–¿Magnus?

Parece que no me ha escuchado, continúa lanzando gritos ahogados y noto preocupada que comienza a llorar.
Con cuidado, lo recuesto y eso le provoca ahogar otro grito, hasta lo más profundo de su garganta. De inmediato se convierte en otro paciente al que necesito tratar.

–Tranquilo, vas a estar bien –debo tranquilizarlo para poder sacar un poco de información–. Estoy aquí. Mírame, estoy aquí y ahora nada malo va a pasarte, ¿me escuchas?

Magnus me mira y sé que quisiera decir: Sí, mi capitán, o alguna tontería parecida, pero lo único que puede hacer es mirarme, ni siquiera trata de asentir o moverse de otra forma. Debe ser terrible el dolor que siente para mantenerlo tan quieto; aunque Jace no experimentó ningún dolor cuando Atenea lo obligó a salir.
¿Qué habrá sido diferente? ¿Acaso ella no lo sacó? Pero sigue siendo un brujo, sus ojos de gato permanecen intactos, así que tampoco fue el fuego celestial.

–Parpadea para decir sí, ¿entiendes? –paso mi dedo en el aire trazando una línea recta y rápida, de su frente a sus pies.

Magnus parpadea. Bien, es sólo dolor, su mente todavía funciona.

–¿Atenea te sacó? –hago que la línea se extienda, como un árbol que dibuja cada nervio, tendón y vena en su cuerpo.

Parpadea.

–¿Te gustan los gatos? –Magnus me mira como si me hubiera vuelto loca por hacerle esa pregunta– Necesito que continúes enfocado, Magnus, responde por favor. ¿Te gustan?

Él parpadea justo cuando una parte del árbol se ilumina negra. Su columna vertebral. Hago que la energía se enfoque en ese punto y dibuje cada vértebra, desde C1 a L5.

–¿Te gusta el color azul? –Magnus parpadea, pero sé que notó en mi voz que algo no está bien.

El daño es peor de lo que imaginé, tres vértebras están rotas, una, la T6, con un agujero perfectamente delineado, como si algo la hubiera atravesado, pero de alguna forma no dañó ningún órgano interno. Lástima que su médula espinal no pueda decir lo mismo.

–Abre la boca –en mi mano sostengo una toalla.

Él, con lo que ahora entiendo es un gran esfuerzo, hace lo que le pedí y me permite introducir la toalla que evitará que se quiebre los dientes. Me concentro, y chispas azules lo envuelven para mantenerlo quieto cuando envió más chispas directo a su columna lastimada. Magnus grita contra la toalla y llora con todas sus fuerzas.
Quisiera disculparme, pero aparto el pensamiento. No debo disculparme por sanarlo.

Un mundo de cabeza *Malec*Where stories live. Discover now