Capítulo #6

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*Cuatro meses después*

Alec

–¿Los lentes son necesarios?

–Sí, no puedes ser Elton John sin los lentes –insiste Simon y yo, resignado, me pongo los lentes que colorean el mundo de rosa.

–¿Y qué se supone que eres tú? –señalo su armadura blanca y casco extraño que por ahora se sujeta a su cintura.

–Dah, un Stormtrooper, un soldado del imperio galáctico.

–¿Un qué de qué cosa? –Jace lo mira como si se hubiera vuelto loco.

–Tú enserio tienes mucho que aprender, angelito.

–Me alegra que me llames así o mi disfraz sería ridículo.

–Es ridículo porque sólo tienes una aureola barata –Simon señala el falso aro de oro sobre la cabeza de mi parabatai.

–Es lo único que me faltaba para ser un verdadero ángel.

Nosotros rodamos los ojos a esa afirmación y Jace mira hacia las escaleras detrás de nosotros.

–¡Por fin! –celebra.

Simon y yo giramos para ver bajar a Clary e Isabelle. Clary parece usar un mameluco amarillo con una enorme parte blanca al centro e Isabelle un traje negro con capa; recargado contra su cintura, carga un casco del mismo estilo que Simon, pero el suyo es más bonito.

–¿Clary, qué eres? –Simon frunce el ceño.

–Soy la bestia más sanguinaria que existe.

Clary sube una capucha que no se notaba y revela que el enorme mameluco que usa representa un pato amarillo.

–Pensé que los disfraces debían ser en pareja –reprocha Isabelle.

–Dime qué hay más opuesto a un ángel que un pato –reta Jace.

Esta vez, Isabelle se une al club de rodar los ojos, mientras Clary, como fiel novia, se limita a ponerse al lado de Jace.

–¿Y tú qué eres?

–Darth Vader –Isabelle se pone el casco y cuando vuelve a hablar su voz suena distorsionada–. Y si llegamos tarde, los destruiré con mi estrella de la muerte.

–Por el ángel, te amo –suspira Simon.

Todos salimos del Instituto directo a la camioneta de Simon para ir a una fiesta de Halloween dada por Atenea y Candia para, según la invitación, seguir formando lazos de amistad y poder beber hasta las cinco de la mañana.
En la calle, niños y adultos con disfraz pasean sin prestar atención a los subterráneos que pueden mezclarse sin usar glamour. Cuando nos detenemos en un semáforo, escuchamos a un brujo con garras naturales presumirlas a un mundano vestido, como Clary, con un mameluco que representa un animal. En su caso, una rana.

–Sí, me tomó mucho conseguir ese realismo –dice el brujo.

–Debes ser un artista de efectos especiales –el mundano acaricia sus garras.

–Lo intento.

Al arrancar, los cinco no podemos contener la risa.

–Pobre, creo que trataba de ligar –menciona Isabelle después de recuperar el aire.

–Por lo que parecía, el mundano estaba interesado.

–Eso creo, pero no debería engañarlo así –opina Clary.

–¿Y qué conseguiría con la verdad? No creo que muchos estén dispuestos a salir con un brujo. Oh, Alec, me refería...

–Lo sé, a un mundano –interrumpo a Jace restándole importancia.

Un mundo de cabeza *Malec*Where stories live. Discover now