Cap #8

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Ragnor

Después de revisar a Isabelle y Alec, por un segundo dudé que Magnus les hubiera hecho algo malo, pero sólo por un estúpido segundo. No puedo confiar en ese brujo.

–Ragnor –Isabelle entra a la enfermería–. No esperaba verte.

–¿Deseas que me retire? –no importa que la conozca desde bebé, siempre tendré estas formalidades.

–No, no, es que...

–No importa –sé que quiere ser amable, pero no debe serlo conmigo–. De cualquier modo iré a ver a Catarina al loft. Cuando despierte no dudes en llamar ¿de acuerdo?

–Claro.

Tomo mi saco de la cama y me dirijo a la salida cuando un rechinido me detiene, doy la vuelta y veo a Alec incorporarse en la cama.

–Alec –corro de inmediato a su lado.

Él me mira sorprendido, pero al mismo tiempo aliviado.

–Ragnor. ¿Dónde está Magnus?

–¿No te alegras de verme?

–Sí. ¡Ah! –se toca la cabeza, parece que le duele.

Pongo una mano sobre su frente, no está ardiendo, pero eso no significa nada.

–¿Te duele la cabeza?

–Un poco –cierra los ojos con fuerza.

–Quizá necesites una aspirina –sugiere Isabelle.

Ella siempre ha tenido curiosidad por la medicina mundana, algo que no le agrada mucho a su padre, pero a mí me parece tierno.

–Buena idea, Liz, ¿puedes ir por una?

–¡No soy Liz!

Isabelle sale indignada por la puerta. Alec me mira serio y parece que su dolor se ha ido de la nada.

–¿Y tu cabeza?

–¿Y Magnus?

–Alec...

–¿Dónde está?

–Alec, no es bueno para ti estar cerca de él.

–¿Por qué no?

–Por favor confía en mí, me conoces desde hace años.

–No me importa –se levanta y camina a la puerta. Intento detenerlo, pero él se zafa con facilidad–. Iré por él.

–¡Alec!

Sale dando un portazo y sé que no importa lo que le diga, cuando Alec quiere algo hace todo por conseguirlo. Esto terminará muy mal.

Alec

¿Pero quién se cree Ragnor? Debe estar loco si cree que dejaré a Magnus solo. Por alguna razón siento que debo protegerlo, es como si tuviera que estar a su lado y francamente esa idea no me desagrada en lo absoluto. Camino decidido hasta la biblioteca para sacar su número y llamarlo; había dicho que vivía en un callejón, pero hay cientos en la ciudad.
Jonathan está sentado en el piso fuera de la biblioteca.

–¿Jonathan?

–Ah, hola Alec –siempre es un poco... amargo se podría decir.

–¿Sucede algo? –es el hermano de la mejor amiga de mi parabatai. Siento que debo ser amable con él.

–¿Por qué preguntas? –me mira y debo admitir que esos ojos verdes son muy lindos.

Siempre me han gustado los ojos de colores exóticos.

–Porque estás en el piso –lo señalo y ve mal mis uñas con barniz azul claro.

Pero lo que yo noto es que está astillado, debo retocarlo.

–Los adultos tienen una reunión y yo los espero.

–De acuerdo, yo entraré.

Jonathan se levanta con una velocidad sorprendente.

–No puedes...

–Sólo será un segundo –interrumpo y de una patada abro la puerta.

Tal parece que había una discusión, ya que al entrar escucho gritos que paran de inmediato.

–Alec –habla mi padre y sé que intenta relajar su voz–. ¿Jonathan no te dijo que esperaras?

–¿Insinúas que mi hijo tiene la culpa de que el tuyo no siga las reglas? –pregunta Valentine ofendido.

–Claro que no –mi padre sonríe malicioso–. Sólo creo que tu hijo debió informarle que no interrumpiera.

–A decir verdad lo hizo –intervengo en su defensa–. Vine por algo rápido, después me iré.

Noto que están divididos en dos grupos, Valentine solo por un lado y del otro mi padre, los de Clary, los Herondale, Aline y Helen. Llego a los cajones de las tarjetas y como sé donde está la N, busco rápidamente esa sección y saco la sucia tarjeta de Magnus.

–Esto era todo –les muestro la tarjeta y me dirijo a la salida– Adiós.

Cierro la puerta y Jonathan me mira mal.

–No debiste hacer eso.

–¿Qué cosa?

–Interrumpirlos. Se notó que era serio.

–Quizá –me encojo de hombro–. Pero ya tengo lo que quería.

Me alejo y escucho como Jonathan maldice y se deja caer de nuevo al piso.

Jonathan

Ese idiota de Alec. Ahora por su culpa quizá mi padre se vea como un tonto, pero siempre es así. Siempre que intenta salvar a un subterráneo lo ignoran y fingen que no está ahí.
La puerta se abre y mi padre sale con paso rápido.

–¿Qué sucedió?

–Ese idiota de Robert se niega a escucharme. Dice que mis propuestas no son más que tonterías.

–Estoy seguro que no es así. Sólo se niega a ver las cosas como son.

–Lo sé –se mete a mi cuarto y yo cierro la puerta tras de mí–. Pero me preocupa que lo vea cuando sea demasiado tarde.

Se recuesta en la cama y parece tan resignado y agotado, como siempre está cuando sale de esas juntas.

–¿Quién será? –pregunto para que se desahogue.

–Un lobo. Ni siquiera recuerdo su nombre.

–¿No se supone que deberías conocerlos a todos?

–No por ser el líder de la manada en Nueva York significa que conozca a todos.

Con un suspiro se levanta y me mira, tan dulce, tan protector como siempre ha sido.

–Me daré una ducha. Después iré al restaurante ¿está bien?

Asiento y él se va al baño. Deja la puerta abierta y puedo verlo quitarse la playera y dejar expuestas las cicatrices de mordidas y rasguños, pero en especial una grande y profunda justo detrás del hombro. Cierra la puerta antes que se escuche el agua correr. Otro día, otro subterráneo muerto que seguro era inocente, y otra vez mi padre es visto como un hippi. Por eso odio a casi todos aquí, porque ninguno quiere ver que los subterráneos también son personas, también se equivocan, también tienen derechos.
Pero supongo que para que lo entiendan deberían pasar tanto tiempo como yo lo hice con ellos, después de todo, desde que mi padre se convirtió en hombre lobo (razón por la que mi madre lo dejó) y se mudó a Nueva York, yo he vivido con él y la manada. Y puedo decirlo, haría cualquier cosa por defenderlos.

...

Recuerden que dije que sería un mundo de cabeza (incluso está en el título), pero para que no se confundan aclararé algunas cosas:

•Valentine es un "fanático" de salvar subterráneos.

•La Clave es más dura.

•Luke y Valentine eran parabatai hasta que mordieron a este último.

Un mundo de cabeza *Malec*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora