Cap #32

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Camille

Miro el cuerpo de Jonathan sin brazo y sin sangre, y me alejo de él lo más que la habitación me permite. No puedo creerlo. Qué acabo de hacer. Bebí... bebí sangre de un nefilim, toda su sangre.
Pero él lo quería, ¿cierto? Sí, puso su brazo sobre mi boca para que lo mordiera. Pero por qué, por qué él querría salvarme. Con cuidado, como si fuera a levantarse, me acerco al cuerpo hasta tomarlo del hombro y girarlo.

–¿Por qué lo hiciste?

Acaricio su cabello rubio blanquecino como solía acariciar el de mis hermanos cuando tenían pesadillas; tal vez porque espero que donde sea que esté ahora no haya nada que le impida descansar. Después de limpiarle la sangre de la cara y acomodarlo entre el camino de vidrios lo mejor que puedo, me dispongo a salir del edificio pero recuerdo al lobo enfurecido de afuera. No sé por qué no ha entrado, pero no puedo tentar mi suerte, pronto anochecerá y a los demonios no los detendrá una simple puerta. Tal vez debería regresar al Instituto. Vuelvo a ver el cuerpo de Jonathan y no puedo irme sabiendo que si lo dejo, cualquiera que lo encuentre se lo comerá, ya sea ese lobo, un demonio o un grupo de mundanos desesperados. No, no dejaré que le hagan eso, no al único nefilim que se ha ganado mi respeto.
Sin mucho esfuerzo, rompo la manga de mi playera lo suficiente para sacar una venda con que cubrir sus ojos, tal como dicta la tradición de su gente. Una vez hecho, comienzo a arrancar tablas de madera de las escaleras que conducían arriba, y las acomodo de tal manera que cubren a Jonathan y hacen un camino a la salida.
Nunca me gustó fumar, pero a la mayoría de los vampiros sí y resultaba incómodo si llegaban a preguntarme por un encendedor que no tenía; así que me hice a la costumbre de cargar siempre uno, nunca me molestó hacerlo, pero tampoco llegué a agradecerlo como lo hago ahora.
Uso el encendedor para prender la primera tabla que no tarda en conducir el fuego directo al cuerpo de Jonathan.

–Ave Atque Vale, Jonathan Morgenstern, defensor de los inocentes.

Una vez dichas las palabras, doy media vuelta y salgo del edificio que comienza a consumirse por el fuego.

Gwyn

Frente a la puerta principal, el líder de los Praetor habla con dos hombres que usan armadura. Bueno, en realidad sólo con uno de ellos, el de armadura plateada. El otro, de armadura dorada, permanece detrás de este, como un guardaespaldas intimidante y silencioso.
Cuando estamos lo suficientemente cerca, noto que la armadura plateada tiene las runas de velocidad, coraje en batalla, fuerza y fortaleza, talladas en los hombros; y que quien la usa también tiene una runa, la de visión en la mano.

–¡Simon! –grita Isabelle mientras corre hacia el nefilim con los brazos abiertos– ¡Simon!

Algo me dice que se llama Simon.
Simon gira sorprendido justo a tiempo para recibir a Isabelle con un abrazo al mismo tiempo que la carga y dan una vuelta. La vampira y yo nos detenemos junto al líder, quien no parece nada contento.

–Los nefilim, líder –anuncia lo obvio la vampira.

–Gracias, Lily –dice sin dejar de ver a sus nuevos invitados–. Regresa a vigilar a los niños.

Sin objeción, Lily obedece y se va, no sin antes mirar a Isabelle con lo que ella quiere hacer ver como enojo, pero en realidad es decepción.

–Te extrañé tanto, Izzy –dice Simon cuando terminan de abrazarse, pero permanecen muy cerca el uno del otro.

–Y yo a ti –responde ella con la voz endulzada–. Pensé que estabas muerto.

Un mundo de cabeza *Malec*Where stories live. Discover now