Kim - Che

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La noche caía por completo, no había una sola luz que pudiera alumbrar el balcón en el que se encontraba, solo estaban él y el aire que movía su pelo con leves y suaves caricias, sus ojos permanecían cerrados, sin mucha fuerza, la suficiente para que estos se mantuvieran juntos y evitaran que la poca luz que llegaba al lugar le molestara. Su cabeza estaba algo removida, incluso notaba un leve dolor si pensaba mucho, pero no iba a dejar que eso lo sacara de su momento de paz.

Pero él sabía perfectamente que no era paz lo que sentía, la paz la perdió en el momento en el cual escuchó los llantos del menor, la paz desapareció por completo cuando tuvo que decir aquellas palabras que, hasta el momento, parecían muy claras en su mente, pero que una vez lo dijo parecían no estar tan claras, no mostraban lo que su corazón verdaderamente parecía sentir, sino que enseñaban lo que en su cabeza parecía verdad.

Pasó sus manos por su pelo, agachando la cabeza y negando levemente, había pequeñas lágrimas en sus ojos que no iba a permitir salir, nadie le había dado permiso al otro para entrar en su corazón, era su problema si se había enamorado, era su problema si había malinterpretado sus acciones, ¿por qué lo hacían sentir tan mal de repente? Sentía que era su culpa, que toda la responsabilidad era suya, hasta cierto punto sabía que era así, había usado al menor para conocer más sobre su familia y su hermano mayor, todo había sido un plan desde el inicio, nunca pronunció un simple te quiero para que el otro pudiera crear mariposas en su mente, sí, era su problema.

Negó una vez más, todo estaba mal en su cabeza, solo podía recordar la escena en el portal de la casa, solo podía escuchar el dolor en las palabras de Che, recordaba cómo su voz se convertía en un pequeño hilo, como se rompía poco a poco. En ese momento pudo notar como su corazón, el mismo que nunca había tenido sentimientos ni compasión por nadie, se rompía levemente, pudo notar como una grieta se creaba en su caparazón, el mismo que él había creado para evitar que nadie le hiciera daño, no estaba dispuesto a sufrir ni amar a nadie que no fuera él.

Pero por mucho que luchaba en entender alguna cosa, recordaba el momento en el cual le besó la mejilla después que el otro le dijera que lo amaba, en cómo durmió en su casa aquella noche, eso no lo hacían los buenos amigos. Negó de nuevo, era su culpa, estaba claro ahora. Había provocado que el menor se emocionara, que malinterpretara sus acciones debido a lo sucedido aquel día, él era el culpable de todo lo que había pasado. Quería golpearse, lo haría si su ego no estuviera por encima de sus sentimientos, él no podía enamorarse, no quería y no iba a permitirlo. Suspiró levemente y miró su teléfono móvil, no tenía ningún mensaje, ninguna llamada perdida, ¿tanto podía doler un desamor de esta manera?

Su corazón tampoco estaba en paz, estaba alterado, roto, parecía que todo su cuerpo sentía que sus últimas acciones no habían sido justa para nadie, incluyéndose él mismo. Una de sus manos pasó a su corazón, se apoyó en su pecho e intentó averiguar qué era lo que sentía, averiguar qué quería su corazón, por qué estaba inquieto, por qué le dolía. Le habían enseñado a ser una persona fría, y le gustaba ser de esta manera, no quería cambiar, pero su cuerpo, su mente y corazón parecían querer lo contrario. ¿Verdaderamente sentía alguna cosa por esa persona? ¿Eso era lo que significaba hacer daño a la persona que quieres? Miles de preguntas corrían por su cabeza a mil por hora, el dolor casi invisible de esta ahora era real, notaba los pinchazos en su frente, cerró los ojos con fuerza intentando que ese dolor desapareciera, pero no lo hacía, sino que se empezó a agudizar más.

Entró de nuevo a su cuarto y se tumbó en la cama, se cubrió prácticamente entero y dejó que algunas lágrimas cayeran, quería creer que, de esta manera, lograría aliviar un poco todo el dolor que sentía en su cuerpo ahora mismo. Pero no funcionó, pudo escuchar esa voz a través de su puerta, al fin y al cabo estaban viviendo con ellos ahora mismo y parecía que su hermano mayor había decidido llevarse muy bien con él, maldito lunático, pensó para sí mismo, negando con la cabeza antes de coger su teléfono y buscar su contacto. Dudó en escribir un mensaje, borró y escribió durante casi media hora sin ser capaz de escribir nada, apagó la pantalla y se dio la vuelta, quería dormir, necesitaba olvidar todo lo sucedido aquel día, desconectar de la realidad en la que estaba atrapado.

Podía escuchar su risa a través de la pared, sonrió levemente, su corazón se calmó, recuperó un poco de la paz que había sido perdida, se alegraba de que el menor hubiera dejado de llorar, se alegraba de escucharlo reír, aunque no fuera él quien lo hacía feliz en ese momento, él sabía que no era bueno para él.

Con esa sonrisa en su rostro y la risa del menor de fondo consiguió, poco a poco, quedarse dormido.

-Time<3. 

KinnPorsche cortosWhere stories live. Discover now