Pete - Vegas

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Miraba las heridas en sus manos, los pequeños hilos de sangre que corrían por las heridas abiertas que se encontraban en estas. Ya no sabía si la sangre era suya, o si era de él, su mente estaba completamente borrosa y sus oídos todavía zumbaban, pero lo único que lograba diferenciar en su mente eran los cuatro disparos que seguían retumbando con completa claridad en su cabeza.

Se sentó frente a la puerta, su espalda apoyada en esta mientras sus ojos seguían clavados en sus manos, conocía sus sentimientos, pero aún así se adelantó a golpear el rostro del otro. Conocía cuáles eran sus sentimientos y siguió golpeando su cara sin pensar en sus acciones, pero se percató de cuáles eran sus sentimientos cuando notó que el otro no se resistía, cuando no lo detenía, cuando se dejaba golpear una y otra vez hasta que la sangre corrió por sus labios y su rostro. Se dejó disparar en el hombro, ahora podía escuchar su leve quejido, ese que en un inicio fue opacado por su orden hacia sus compañeros para que los dejaran solos.

Su cabeza negaba repetidas veces, un contínuo "no", completamente roto y entrecortado por los sollozos que salían de sus labios, golpeó su mano repetidas veces contra el suelo, provocando que todavía se abrieran más las heridas en el dorso de sus manos, la sangre salpicaba levemente el suelo del lugar, quería gritar hasta que su cuello doliera, quería abrazar ese cuerpo con la fuerza con la que nunca había tenido el valor de hacer.

Su mente volvió a nublar su mirada, notaba como una temblorosa mano apretaba su camisa ya manchada de rojo, escuchaba la rota voz del chico que tenía debajo suyo, escuchaba un roto "te quiero", dos palabras que de golpe retumbaron con fuerza en su cabeza, era la primera vez que escuchaba esas palabras con un sentimiento tan fuerte hacia él. Pantalla en negro una vez más "shoot me", no veía absolutamente nada, pero esa voz, rota una vez más, volvía a aparecer en su mente.

"Ambos sabemos porque no puedes hacerlo", Pete volvió a negar con la cabeza, las lágrimas no dejaban de caer por su rostro, su pecho dolía de una forma punzante, como nunca antes lo había hecho, podía notar como le faltaba el aire, como su corazón podía saltarse algunos latidos, el sudor le caía por la frente mientras que su cuerpo temblaba por el frío que le recorría la espalda.

Cuando su mente volvió en sí no estaba en la sala de espera del hospital, no veía a Macao sentado delante de la puerta, no había luz en absoluto, todo era oscuro. Intentó mover su cuerpo pero este era pesado, escuchaba gritos de fuera del cuarto, quería gritar, pero su voz no salía de su garganta, se movía con fuerza, intentando salir de ese leve trance. Diferencia las voces que escuchaba fuera, era capaz de entender lo que decían y aún le provocaba más frustración no poder salir, no poder gritarle al hombre culpable de todo el dolor que llevaba dentro, Vegas, otra pantalla negra, un golpe y más palabras rotas de la misma persona "te necesito".

Logró chillar, logró crear una palabra en sus labios, logró soltar ese peso que sentía en su pecho, ese dolor que le impedía llenar sus pulmones de aire, que le creaba una sensación de ahogo en él. "Vegas" fue lo único que logró articular, notaba como sus manos se sentían apretadas, y las miró, estas estaban cubiertas de gasa blanca que cubría sus heridas, aunque empezaban a estar algo tintadas de rojo por la sangre nueva que empezaba a brotar de las heridas.

Su cuerpo estaba empapado en sudor, la camiseta azul claro se pegaba a su pecho, marcando las cicatrices que había en este, su flequillo se mantenía separado de su frente debido a una pequeña toalla mojada que descansaba en el lugar, se la quitó algo confuso. Se sentó en la cama "Vegas" volvió a repetir en un tono más flojo, volvía a sentir como su pecho se oprimía, como el aire volvía a faltar en el ambiente, se levantó y cayó sobre sus rodillas, gateó hasta la puerta del lugar pero sus manos parecían no querer coordinarse.

Golpeó la puerta repetidas veces, pero lo único que era capaz de decir era "Vegas", su cuello empezaba a arder de tanto gritar, sus manos volvían a doler de aporrear la puerta con fuerza, ¿por qué nadie venía? ¿por qué nadie parecía escucharlo? Sus ojos volvieron a oscurecerse una vez más, volvía a estar manchado de sangre por completo, su cuerpo pegado a otro que parecía estar completamente sin vida bajo sus manos, escuchaba como sus latidos empezaban a detenerse poco a poco y no dejaba de gritar ese nombre que llevaba rato diciendo y balbuceando.

La siguiente vez que abrió los ojos volvía a estar abrazando sus rodillas en el suelo de la sala de espera del hospital, sus manos seguían sangrando, aunque esta ya estaba completamente seca, nadie estaba a su alrededor, las mangas de su camisa estaban mojadas de las lágrimas que le habían caído durante quién sabe cuánto rato había estado viajando entre recuerdos e imaginaciones suyas.

La opresión en su pecho había desaparecido, el dolor había disminuido y sentía que podía respirar mejor, se levantó con delicadeza del suelo, apoyando sus adoloridas manos en la blanca pared, intentaba subir con rapidez pero su cabeza se tambaleaba con fuerza y sentía que podría caerse en cualquier momento. En ese momento escuchó la voz de Macao entrando por la puerta, lo abrazó entre sus brazos con fuerza mientras acariciaba su cabeza, ambos cayeron al suelo rompiendo a llorar por completo, no sabía cómo calmar al chico si él no era capaz de ordenar su mente.

Él había disparado el hombro de su hermano, él lo había golpeado hasta sangrar, él, él, él... él era el culpable de que su hermano pensara que no tenía nada por lo que vivir, era el culpable del dolor y las lágrimas de su hermano durante los últimos días... pero en cambio estaba allí, esperando a que el médico les dijera alguna cosa, estaba ahí, abrazando a su hermano pequeño con una fuerza que ni él tenía para sostenerse en pie diciéndole que todo iba a estar bien.

Un beso en su frente lo hizo salir de sus pensamientos, unas suaves manos acariciando sus mejillas lo hicieron volver del mundo en el cual lo había encerrado su mente, las mismas manos que estaban secando sus lágrimas de nuevo. Ajustó su mirada y una sonrisa apareció en sus labios cuando fue capaz de enfocar el rostro de Vegas, agarró las manos que sujetaban su rostro y se apoyó en ellas mientras cerraba los ojos. "Te necesito, Vegas". Su voz ya no sonó rota, y el nombrado empezó a reír levemente, asintiendo con la cabeza, "yo también, Pete".

-Time<3

KinnPorsche cortosWhere stories live. Discover now