Vegas - Porsche

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La relación de ambos seguía siendo de complicidad, contaban el uno con el otro para todo lo que les quitaba el sueño por las noches, eran ese contacto de emergencia cuando estaban cansados o sentían que el mundo se les caía encima, cuando sentían que no merecía a la persona que tenían a su lado, cuando pensaban que siempre podrían encontrar a alguien que les diera más felicidad que ellos. Era una relación que muchos podrían malinterpretar, una relación que otras personas ajenas a ellos podrían etiquetar erróneamente. ¿Pero a quién le importaba lo que la gente pensara de ellos? Era algo que les había dejado de importar hacía mucho tiempo, eran amigos, incluso más que eso, sentían que en el otro podía apoyarse, podía contar, podían mostrarse débiles sobre cualquier cosa, era más que una simple amistad, aunque no sabrían como llamarlo exactamente, pero tampoco querían etiquetar de alguna forma ese vínculo, no hacía falta, ellos sabían lo que era y era lo único que les importaba.

Habían pasado por todo tipo de baches desde que se conocían, pero nunca les había impedido mantener ese vínculo extraño que ni ellos eran capaces de entender. Lo único que entendían eran los sentimientos del otro, lo que provocaba que uno tuviera un mal día, lo que hacía que uno tomara una mala decisión, hiciera una acción equivocada. Entendían la mente del otro a la perfección y no necesitaban más para llamarse cuando más se necesitaban. Era una relación que los hacía sentir bien, que les hacía superar sus dolores de cabeza, les hacía plantar cara a sus miedos tantas veces como estos aparecieran en sus cabezas. Era un vínculo que solo ellos eran capaces de mantener, y que muy pocas personas habían sentido alguna vez, eran cómplices del otro en todos los sentidos, en las buenas y en las malas y a pesar de todo.

Vegas confiaba en Porsche más que en su propia sombra, Porsche confiaba en Vegas más que en su propio reflejo. Muchas noches en vela habían salido juntos, el más bajo cogía la moto y lo iba a buscar, a veces conducía él mismo, otras dejaba que fuera Porsche el que se desahogara dándole gas, noches en la playa, con nudos en la garganta, con esa sensación que aparece en tu pecho de la forma más impredecible y te quita el aire. Su simple compañía hacía que toda sensación desapareciera por completo de su cuerpo y dejara un buen sabor de boca, dejara una fuerza que antes no sentían.

Se juntaban siempre a la misma hora de la madrugada, nunca era por la mañana, nunca era por la tarde, sus agendas les impedían a sus malos pensamientos apoderarse de su mente, pero era por la noche cuando todos esos recuerdos y pensamientos aparecían con fuerza y les hacía crecer el dolor y la incertidumbre, la necesidad de llamar al otro y correr con la moto, meterse en el agua fría del mar y sentirse vivos. Era como un pacto entre ellos, un pacto no firmado y que tampoco necesitaba hacerse oficial, ambos estaban dispuestos a lo que fuera en contal de ayudar al otro.

Eran como hermanos, si, quizás esa era la mejor manera de describir su relación, sentían que eran como hermanos, pero no de sangre, eran algo más allá de la sangre y de la familia y con el otro eran ellos contra el mundo, se sentían invencibles, sentían que no había dolor ni pensamiento que pudiera pararlos de ser quien eran y de amar a quien debían amar.

-Time<3

KinnPorsche cortosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt