Era mediodía y ya llevaban unas horas en la carretera, sentía los brazos de Vegas en su cintura y le llegaba su suave risa a través del casco, Pete amaba la sensación del aire en la cara, aceleraba y sonreía con el viento y disfrutaba cuando Vegas se agarraba más fuerte de su cintura para no perder el equilibrio.
Esa mañana al despertar Vegas le había dicho que hoy no irían a trabajar, harían una pequeña escapada donde fuera, Pete pensaba que irían con el coche y por eso se sorprendió cuando Vegas puso las llaves de su moto en su mano. Pete amaba ir en moto, pero pocas veces había llevado una, pues estando con la primera familia siempre se desplazaban en coche, así que sonriendo como un niño pequeño con un juguete nuevo agarró las llaves y fue directo hacia la moto, dejando a Vegas sonriendo con cariño mientras lo miraba.
No sabía hacia dónde se dirigían, solo siguió conduciendo hasta que necesitó parar para estirar las piernas, se detuvieron en medio de la nada y bajaron de la moto; los rodeaba un hermoso bosque, Pete estiró la mano para agarrar la de Vegas y tiró suavemente de él para que lo siguiera, este no opuso resistencia alguna y simplemente se dejó llevar mientras sonreía. Se adentraron en ese bosque y caminaron hasta llegar a un pequeño claro, la luz del sol se filtraba a través de los árboles haciendo que ese lugar pareciera sacado de un cuento de hadas, olía a flores y se escuchaba a los pájaros cantar con el viento, Pete lo decidió en ese mismo momento, ese sería su lugar secreto, solo para ellos dos, nadie más.
Vegas se sentó en el suelo e inmediatamente Pete lo imitó, aunque este optó por tumbarse, quedándose dormido poco después. Vegas lo contemplaba maravillado, admirándolo, enamorándose una y otra vez de ese chico... lo extrañaba, incluso teniéndolo delante, necesitaba sentirlo cerca, saber que estaba allí con él...
Las suaves respiraciones de Pete le daban a Vegas una calma que no era capaz de explicar con palabras, de alguna forma Pete lo anclaba al suelo, a la realidad, y esa realidad era que incluso después de todo el daño que le había hecho seguía allí con él, ese tonto, dulce y estúpido chico seguía a su lado, lo había escogido a él por encima de todo aún sabiendo que no se lo merecía y no entendía como alguien podía tener tanta suerte, se sentía la persona más afortunada del mundo, volvería a vivir en el infierno que había sido su vida hasta ahora una y otra vez si eso significaba que al final Pete se quedaría a su lado, ese pequeño chico era lo único que necesitaba para ser feliz.
Vegas acercó su mano a la frente de Pete y apartó un mechón de pelo travieso que le caía en los ojos, se le dibujó una sonrisa en los labios cuando este arrugó un poco la nariz como si le hicieran cosquillas, aunque rápidamente volvió a quedarse quieto y siguió respirando tranquilamente mientras dormía. Vegas se quedó embelesado mirando a Pete, acariciándole la mejilla suavemente, intentando no despertarlo.
Los recuerdos lo abordaron sin previo aviso, tanto los buenos como los malos, nunca se perdonaría a sí mismo todo el daño que le había hecho a Pete, sabía que este lo había perdonado hacía mucho tiempo, pero eso no significa que hubiera olvidado, sabía que muy en el fondo Pete temía que volviera a ser el de antes y él no se perdonaría nunca todo lo que pasó.
Pete abrió los ojos lentamente, sonriendo al notar la mano de Vegas en su mejilla y sonrió, Vegas quedó hechizado una vez más por esa sonrisa y le sonrió de vuelta, dejando escapar una solitaria lágrima que Pete seco con su mano acariciando su mejilla, Vegas presiono la mejilla contra esa cálida mano y cerró los ojos, Pete le preguntó "¿Estás bien?" y él solo pudo responder "¿Tienes hambre?" Pete sonrió y acercó sus labios a la boca del otro para dejar un dulce beso.
-Moon <3
