Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]

1

El campo se encuentra bañado en sangre de cadáveres vikingos y sajones. La venganza por el asesinato de Ragnar Lothbrok está asegurada, es cuestión de segundos para que los ingleses anuncien su retirada, y con esto, la victoria de los nórdicos.

Ivar no puede estar más feliz, contemplando su victoria desde ese carruaje construido por Floki. Por primera vez sus hermanos lo han escuchado, han conseguido un éxito arrollador, y hasta espeluznante. Aun así, no aparta su vista de esa escudera, el amor de su vida.

Ragnar estaba encantado con esa chica, se lo dijo antes de entregarse a Ecbert.

—Serán muy felices, ustedes pueden ser completamente opuestos, pero en el fondo son iguales, siempre lo han sido. Nunca renuncies al amor de tu vida por una aventura. Eres especial Ivar, eso puede ser tu mayor fortaleza, o una maldición que te haga perder todo lo que amas.

Apenas Ivar regresó a Kattegat, le propuso matrimonio. Sólo que una unión así, en medio del luto por Ragnar Lothbrok y la reina Aslaug no era lo conveniente, por eso decidieron esperar a que la venganza se concretara. 

Ivar le pidió a Frida no ir con ellos por venganza, le rogó esperar en Kattegat. Pero ella era vikinga, lo que hacía era combatir. ¿Qué mejor que tener su primera batalla con el Gran Ejército vengando la muerte del vikingo más famoso de todos los tiempos?

—No me importa morir, si muero lo haré junto a ti, luchando por tu padre —fue lo último que ella le dijo, antes de subir a su bote rumbo a Inglaterra.

Ivar sabe que ella es tan terca como él, jamás lograría convencerla de quedarse, era mejor ceder que provocar una pelea.

Y ahora ahí está ella, con el hacha, el escudo, la ropa y el rostro manchado en sangre sajona. A Ivar no le puede parecer más atractiva que en este momento, dando todo por Ragnar, y derribando a cualquier sajón que se acerque, y ella sigue de pie, con una fuerza sobrehumana.

—¡Retirada! ¡Sálvese quien pueda! —se escucha gritar al rey Aethelwulf. Frida no tiene a otro sajón cerca, así que al escuchar eso, se gira para buscar a Ivar, inconfundible desde ese gran carruaje y armamento. Apenas esos ojos se observan, y la sonrisa se forma en sus labios, Frida siente algo en su vientre.

Ella deja de sonreír para dirigir su mirada a su abdomen. Una espada la ha atravesado. Apenas ella ve al sajón que la clavó, justo a sus pies y viéndola a los ojos, de un tajo Frida corta esa cabeza, para enseguida dejarse caer al suelo por el dolor que la invade.

Ivar ahora se siente horrorizado, todo lo ve en cámara lenta, como si el tiempo se escapara de sus manos. Hace correr a su caballo, para llegar hasta su prometida. Apenas está cerca, baja de ese auto, no le interesa lo que pasa al rededor, sólo se deja caer sobre esos cadáveres y se arrastra hasta llegar a Frida, quién aún vive. Ella sólo observa al cielo, sonriendo, pero ríe un poco al ver el rostro de Ivar, justo sobre ella.

—Valhalla me espera —habla observando esos hermosos ojos azules.

—No —Ivar está seguro de que ese no es el fin—. Tú vendrás a Kattegat conmigo y nos casaremos. 

Si él pudiera, la estaría cargado hasta su carruaje, y la llevaría hasta el campamento, pero no le es posible. Se siente demasiado impotente por no ser como Björn, Ubbe, Hvitserk o Sigurd. Él intenta no llorar; no frente a su maldito ejército vikingo, no cuando han logrado vengar la muerte de Ragnar, no cuando todos los ojos estaban sobre él por haberlos llevado a la victoria.

—Te amo con mi vida, Ivar.

Frida se siente ir, por eso acaricia el rostro de ese chico con cuidado, como si fuera la última vez que lo hará.