Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]

38

Cinco días después, el primer grupo de caza no regresa. Frida sabe lo que eso significa, igual que Ivar.

—¡Hvitserk! —Frida detiene al chico, que camina furioso hacia su habitación, él se detiene—. ¿Estás bien?

—No —el chico parece que comenzará a llorar—. Estoy cansado de todo. Ubbe me trataba como su perro, Ivar me desprecia. Sé que me quedé aquí por ti, pero es imposible ignorar la forma en que mi hermano pretende humillarme frente a todos.

Frida abraza al chico, eso lo toma por sorpresa, pero él hace lo mismo.

—¿Quieres hablar de eso? Sé que no te gusta, pero una buena ducha antes de dormir siempre ayuda —Hvitserk sonríe.

—Iré a ducharme, elegiré las palabras adecuadas, y después hablaremos —ambos se sonríen.

Frida espera en la habitación de Hvitserk, cuando él llega lo hace con un semblante nuevo, y con el cabello suelto, mojado.

—¿Quieres que ayude a secar y peinar tu cabello? —el chico sonríe y asiente. Se sienta en el suelo, justo frente a Frida, mientras ella está en el borde de la cama. Ella comienza a trabajar en lo que ha dicho.

—Así que Ivar sigue siendo una mierda —Hvitserk ríe, Frida también.

—¿Te atreverías a decirle eso en su cara?

—Claro que sí. Se lo he dicho otras veces. ¿Qué puede hacer? ¿Esclavizarme? Seguiría haciendo lo mismo que hago, con la diferencia de que cualquier hombre podría poseerme. ¿Va a asesinarme? No sin que yo le de batalla, entonces yo estaría encantada de entrar a Valhalla. Ivar no puede hacerme nada que no esté escrito en mi destino. 

—Tienes razón —dice sonriente, relajándose un poco más—. Eso le quita todo el poder a Ivar.

Las manos de Frida sobre su cabeza lo relajan de sobremanera.

—¿Qué pasó?

—Ivar aprovecha cualquier situación para burlarse de mí, y avergonzarme frente a los demás. Cree que soy imbécil, por eso no me revela sus planes.

—Es que él no confía en ti por lo que pasó con Ubbe —Frida siempre ha sido escuchada por los hijos de Ragnar, ella es considerada como una guía, y un apoyo para ellos—. No lo estoy justificando, es terrible lo que hace contigo, pero si no te revela los planes es por miedo a la traición. Yo sé que no lo harías, y lo que hiciste con Ubbe yo no lo considero traición. Es imposible que no te sientas menospreciado si te trata como idiota, pero todos esos imbéciles que siguen su juego lo hacen porque él es el líder, harían lo mismo si Björn, Ubbe o tú los lideraran. No te tomes las cosas personales de todos ellos, que no tienen otra opción más que seguir órdenes.

Hvitserk sólo escucha, derramando lágrimas.

—Ayer me dijiste que no sólo te quedaste por mí, sino porque algo más te impulsó a hacerlo —continúa hablando Frida—. Todo esto es parte de tu destino, Hvitserk. Los dioses no se equivocan, no pueden. No sé cuál es tu destino, tú tampoco lo sabes, pero los dioses se encargarán de mostrarlo cuando sea el momento, o tal vez no lo verás hasta que lo hayas cumplido. En cualquier caso, sólo somos marionetas de los dioses. 

—Sé que todos te lo dicen, pero es que Ivar es demasiado afortunado, porque tú eres su prometida —Frida suelta una risita, mientras comienza a trenzar ese cabello que ya se ha secado.

—Mientras no seas otra Ivar, o peor que él, todo está bien —hay un silencio enseguida, que el chico vuelve a extinguir—. Gracias por escucharme.

—Tal vez jamás lograré hacer que Ivar cambie, pero cuentas conmigo para lo que quieras, incluso si algún día quieres huir de aquí e irnos a Kattegat.

El chico sonríe. Minutos después está dormido en esa cama, con Frida a un lado. Aún el sol ilumina un poco la ciudad, cuando la chica sólo se levanta para dejarlo descansar, y sale. 

—¿Dónde estabas? —pregunta Ivar molesto, apenas Frida entra a la habitación.