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Frida había crecido en Kattegat, junto a los hijos de Ragnar. Aslaug la recibía en su casa, cada vez que ella iba a visitarlos. La reina no dejaba que ella se acercara mucho a Ivar, pero cuando lo hacía, Aslaug estaba ahí, supervisando y notando lo bien que ambos niños se relacionaban y jugaban. La reina bromeaba con los padres de Frida, solía decirles que ella sería la esposa de Ubbe apenas la chica tuviera la edad suficiente. Era necesario que fuera así, para que sus terribles visiones no se hicieran realidad. ¿Qué retrasó esos planes? La muerte tan repentina del padre de Frida, Erin. 

Pero ahora, tras recibir diversos golpes, Frida fue encadenada a uno de esos pilares dentro de esa habitación que funcionaba como prisión. Llorando y molesta se resignó a estar ahí, y esperar un juicio que la llevaría a la muerte. Ella permaneció aislada por horas, soportando el dolor y el terrible olor del lugar, hasta que la nueva reina fue a visitarla, dándole la posibilidad de su libertad, a cambio de una disculpa frente a toda la gente de Kattegat.

—No te daré mi lealtad, porque te has ganado este reino de la forma más cruel, vil y despreciable —ella quería asesinar a esa mujer.

—Ella me arrebató a mi marido, y a este reino junto con él. Kattegat me pertenece.

—Ragnar Lothbrok te engañó, él era tu esposo, él te debía fidelidad, no Aslaug. Debes dejar de ver a Ragnar como un hombre intachable, no era un dios, seguía siendo humano como todos. ¿Cómo pretendes cuidar de toda la gente de Kattegat, si has obtenido el poder matando a una inocente? Ella se iría sin oponerse.

—Soy la reina ahora —Lagertha parecía intentar guardar la compostura, para no lanzarse sobre esa chica y asesinarla ahí—. No estuve presente en tu vida como Aslaug lo estuvo, pero Björn te ama, y por eso yo te respeto. Eres hija de Erin, el mejor amigo que cualquiera podría tener, pero no puedo dejar que lo que hiciste quede impune. Me jurarás lealtad, si no me veré obligada a darte en sacrificio a los dioses. 

—Prefiero estar con los dioses, que con una persona que prefiere disparar por la espalda —eso hizo enfurecer a Lagertha, ella se acercó para abofetear y golpear a Frida.

—Lagertha, basta —Torvi la detuvo, la tomó por el brazo y la llevó fuera. Apenas salió, Frida se echó a llorar.

Cuando el sol se ocultaba, la puerta volvió a abrirse. Ella estaba hambrienta, sedienta, sangrando y adolorida, pero al ver a Ubbe y Sigurd se olvidó de todo eso.

—Por los dioses. ¿Dónde han estado? —ellos se mantuvieron ahí, observando el terrible estado de la chica, sin dejar de verla con compasión.

—Margrethe nos tendió una trampa —reveló Ubbe. Sigurd estaba en shock por esa imagen de Frida.

—¿Y qué carajo esperan para desatarme?

—No podemos —dijo Ubbe, sintiendo impotencia y rabia.

—¿Qué? —todo el alivio que sintió se eliminó de cada célula de su ser, y multiplicó todas las terribles emociones por las que había pasado—. ¿Están del lado de esa usurpadora?

—Tan sólo mira lo que te ha hecho —dijo Sigurd, aun siendo incapaz de acercarse.

—Sí, y ustedes tienen la oportunidad de parar esto, y deciden dejarme aquí —Frida quería insultarlos.

—Están aquí para hablar contigo —apareció Lagertha, como si hubiera estado ahí todo ese tiempo.

—¡Púdrete Lagertha! ¡Y púdranse ustedes dos! Si fueran dignos de ser nombrados hijos de Ragnar, ya habrían asesinado a esta cobarde mujer. 

Lagertha salió. Apenas lo hizo, los dos se acercaron. Ubbe estaba golpeado, herido de una pierna, la chica no lo sabía, pero ellos sí habían luchado contra la asesina de su madre.

Frida perdió el control, un ataque de ira, como jamás se había presentado en ella, se apoderó de su racionalidad. No tenía forma alguna de expresarlo, así que comenzó moviendo las cadenas que no la dejaban moverse, insultando a los dos hijos de Ragnar, sacando toda la rabia de su interior. Ambos rápidos sostuvieron sus extremidades, temiendo que se dañara a sí misma, hasta que Sigurd sostuvo su rostro y la besó. Frida se calmó enseguida, esperando a que el chico se detuviera, ella no se movió.


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Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]Where stories live. Discover now