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Frida pasa todo el día arreglando todo ese desastre

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Frida pasa todo el día arreglando todo ese desastre. No se ha atrevido a observar a Ivar, y tampoco planea decir algo al respecto, tal vez ella es la única que se siente de esa forma. Si externa el asco que siente por esa acción, tal vez será castigada por la opinión pública.

El pequeño niño sajón que tomó en brazos ahora está muerto, una mujer se lo arrebató, y apenas le dijo que lo asesinaría, Frida accedió. No tenía sentido que ese pequeño creciera sin sus padres, lo piadoso era asesinarlo.

Por la noche ella está recostada cuando Ivar entra a la habitación en la que ella se ha instalado.

—Cariño —Frida no tiene palabras, no quiere hablar a pesar de aquella charla que tuvieron cuando Floki se fue.

Ivar entiende que ella está dormida, sólo sonríe, se mueve para dar un beso en ese hombro desnudo y continúa con su tarea de quitar su ropa. Apenas él ha terminado de acomodarse, Frida tiene un impulso que la hace darse la vuelta y encararlo.

—Me engañaste.

—¿Qué? —Ivar abre los ojos para intentar observarla con esa tenue luz, logra distinguir las facciones de ese rostro molesto—. ¿De qué hablas?

—Dijiste que debíamos pelear por York, no debíamos. Era gente inocente Ivar, gente desarmada: niños, ancianos, mujeres embarazadas. Se habrían ido sin pensarlo.

Ivar está molesto ahora, se mueve un poco para sentarse en la cama. Frida se mueve, para hacer lo mismo, observándolo.

—Eres muy inteligente Frida, pero no puedo permitir que intentes decirme como hacer las cosas.

—¿Ahora no lo quieres? —Ivar comienza a molestarse también. Intenta no gritar, igual que la chica, pero ambos son un puñado de emociones colapsando.

—Te recuerdo que yo no soy el único líder del Gran Ejército —él tensa sus músculos.

—Bueno, tampoco parece que te negaste a atacar a un pueblo indefenso. ¿Cierto?

—¿Eres vikinga o cristiana? Ya no logro ver los valores de nuestro pueblo en tu corazón y mente.

—¿Por qué soy vikinga debo actuar sin usar la razón y siendo cruel?

—Bueno, las guerras no se ganan con compasión. No se llega al Valhalla dando abrazos a tus enemigos.

Ivar tiene razón. Frida se rompe a llorar. La última vez que él la vio de esa forma fue cuando Lena, la madre de la chica, murió.

Ahora Ivar se siente imbécil, Frida está cubriendo su rostro con sus manos, mientras su respiración es rápida. Ella es un desastre, eso logra conmoverlo, por lo que se mueve acercándose a ella, intentando abrazarla y descubrir su rostro. Ella accede rápido, se mueve para subir sobre el regazo de Ivar y abrazarlo.

—Perdón —susurra ella, Ivar acaricia su espalda y ese cabello, intentando consolarla, logrando causar el efecto que buscaba.

—Está bien cariño.

Frida se separa de ese hombro, y aun derramando lágrimas lo observa a los ojos.

—Mi padre me dijo que jamás dañara a alguien que no atentara contra mi vida. Él tenía razón. Aunque estaba de acuerdo en que recibiera educación para combatir, no le gustaba que yo tuviera tantas ganas de aprender, no porque no lo quisiera, sino porque no quería que yo me convirtiera en una guerrera, y un día me perdiera en batalla. 

Ivar ahora acaricia su rostro, sintiéndose conmovido por esa belleza, y atento a esas palabras.

—Cuando dijo esas palabras, que se quedaron gravadas en mí, estoy segura que él no imaginaba que yo estaría aquí: vengando la muerte de su amigo y luchando por un poco de tierra sajona para nuestra gente, acostándome con un hijo de Ragnar.

—Tal vez se imaginó lo último, pero no con el lisiado —dice Ivar en tono de burla, bromeando, logrando hacer que Frida sonría.

—Sostener a ese pequeño niño huérfano por unas horas, mientras no dejaba de llorar, fue recordar cuando perdí a mi madre. Ver la forma en que asesinaste a ese sacerdote sajón me hizo temer lo que puedes hacer, Ivar.

—Cariño, yo... —Frida coloca su dedo índice sobre esos labios, haciéndolo callar.

—Sé lo que dirás, que jamás me dañarías a mí, que lo haces por tener respeto y temor, que me amas, y todo lo que haces es para ser digno de mí. Lo sé y lo agradezco, pero en estos momentos tengo miedo de perder al chico dulce y tierno del que me enamoré, del que estoy enamorada. Te adoro Ivar, y no quiero escuchar palabra alguna. Los dioses ya han marcado nuestros destinos, y si debo morir en tus manos, lo haré si así lo quieren ellos. Dejaré de meterme en todos estos asuntos de la guerra, y pelearé cuando sea necesario, sin pensarlo. Siempre has tenido mi respeto Ivar. Te amo, y así será siempre.


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Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora