Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]

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Hvitserk despierta en medio de Margrethe y Frida. No sabe si eso era parte de su destino, pero debe admitir que es el mejor regalo que los dioses pudieran haberle otorgado. Antes de levantarse, besa a Frida, y esto la despierta, forma una sonrisa apenas lo ve, sabe que Hvitserk debe irse. Ninguno dice algo, el chico sólo acaricia ese rostro y enseguida se marcha.

—No hay rastro de Frida, no pudo haber desaparecido así, de la nada —expresa Ivar a su hermano. Hvitserk está cansado de escuchar esos lamentos, llenos de furia.

—Le hiciste daño —habla Hvitserk serio— y aunque no me lo has dicho, puedo ver lo que hiciste. ¿Qué hace esta mujer sentada en el trono de la reina? Ese es el lugar de Frida. Todo Kattegat lo sabe, saben que le faltaste el respeto a su reina, y le estás faltando el respeto a los dioses ahora mismo, te has revelado contra ellos.

Freydis observa a Hvitserk con una sonrisa pacífica y tranquila, a los ojos de Hvitserk, esa sonrisa revela cinismo.

—La gente de Kattegat no sabe nada, si la amaran como decían, ya la hubieran encontrado, y traído hasta mí.

—¿Y qué harías con ella? ¿Qué harás si la encuentras? —Ivar no había pensado en eso, sólo quería verla de nuevo. Sería grandioso que ella lo perdonara, pero eso sería subestimar a Frida.

—Ivar la asesinará —responde con calma Freydis, con una enorme sonrisa en ese bonito rostro.

—¿Cómo podría asesinarla? —cuestiona Ivar algo irritado—. ¿Puedes retirarte Freydis? Quiero hablar a solas con mi hermano.

La chica se levanta del trono, da un beso en la mejilla de Ivar y se retira.

—No puedo sacar a Freydis, ella me ha prometido un hijo, y ahora aquí sin Frida, no tengo opción.

—Gran amor el que sentías por Frida —dice irónico, esto le molesta a Ivar.

—Tú no podrías saber todo lo que siento ahora. Frida es el amor de mi vida, el regalo que Freyja me dio. Todo lo hice por el maldito vidente. Ese hombre me dijo que moriría a un lado de Frida, creí que a ella no le importaría que yo tuviera un hijo con otra mujer. Creí que Frida lo aceptaría y se alegraría, por la oportunidad de un hijo, por verme feliz. Yo se lo diría, pero quería estar seguro de tener ese hijo. 

—Todos son los culpables de tus malas decisiones, todos menos tú. ¿Cierto? —esto irrita a Ivar finalmente.

—Tú la amabas. ¿Por qué no estás preocupado?

—Porque conozco a Frida, probablemente más que tú. Conozco sus miedos y sus fortalezas, sé que ella estará bien, donde sea que esté, y sobre todo porque finalmente se ha alejado de su mayor peligro.

Ivar finalmente llora, no logra conmover a Hvitserk.

—Sé que todos dicen lo mismo, que no la merecía, pero ella me amaba, yo soy su dueño por esa razón —Hvitserk suelta una risita furiosa.

—Tu peor error fue creer que la poseías, que te pertenecía por eso, y sobre todo creer que el amor es algo fijo, que no cambia, y que cuando se concede te pertenece por siempre. Ahora no sólo estás pagando tú, lo hace todo habitante de Kattegat. Nosotros la amábamos, más de lo que tú podrías comprender, por eso preferimos que ella esté muerta a que esté junto a ti, porque tú no has hecho otra cosa más que asesinarla en vida.

Ivar sólo llora desconsolado. Esos días no ha dormido, a pesar de que Freydis se encarga de que él se sienta cómodo. Freydis no es Frida, y nunca lo será. Sólo ahora lo ve con claridad. Aunque Freydis le de 100 hijos, nunca será Frida. Y le pesa aún más saber que Frida está esperando a su hijo. Ivar quisiera morir, nunca se había sentido tan miserable en su vida, ni quiera cuando dejó solo a su padre para que lo asesinarán, ni cuando regresó a Kattegat y se enteró que su madre fue asesinada a sangre fría. Desea morir.