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Cuando Ivar regresa a la habitación ella está recostada sobre la cama, dándole la espalda

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Cuando Ivar regresa a la habitación ella está recostada sobre la cama, dándole la espalda. Ella lo siente acercarse, intenta guardar las lágrimas y que su llanto no sea audible, ha pasado toda la tarde llorando. Sabe cómo son los vikingos, pero Ivar le ha mentido, lo siente como una terrible traición, porque él decía no ser como los demás nórdicos, al menos se lo había dejado claro demasiadas noches, durante miles de conversaciones, dónde le juraba que jamás la reemplazaría por alguien más.

—¿Frida? Cariño. ¿Estás despierta? —al no recibir respuesta, él asume que así es. Ella sólo escucha como quita su ropa, se mete a la cama y la abraza por la cintura.

Antes de dormir Ivar piensa en lo que pasó con esa esclava, lo hace sin remordimiento, comprobando que sólo puede sostener erecciones cuando se trata de Frida, con esa chica no lo logró, ni siquiera sintió un cosquilleo, pero el poder que ella le dio se sintió bien.

Frida no puede dormir así. Tal como aquella última discusión, ella se gira para encararlo, pero al verlo con el torso desnudo, y atento a sus movimientos, algo se remueve en ella. ¿Dónde estaba el Ivar que le prometió nunca traicionarla, aquel que afirmaba que todo lo que hacía era por ella? Entonces él sonríe, ella no evita hacer lo mismo, de una forma triste.

—Me alegra que despiertes. Es probable que nos ataquen mañana.

—¿Qué?

—Hvitserk me lo dijo. Envié a exploradores. Su campamento está muy cerca de aquí, es cuestión de que en horas se aproximen a atacar. Hay hombres vigilando por la noche, por si se acercan, aunque los cristianos le temen a la obscuridad —dice Ivar sacando una risita.

Frida sólo piensa en que tal vez mañana llegue su hora de morir. Nunca nadie sabe cuándo morirá, pero lo que hizo Ivar le indica que tal vez esa chica fue enviada por los dioses para que su muerte no pese tanto en el chico. Aún así no deja de sentirse herida, Ivar fue egoísta. Hay cosas que los dioses determinan, otras no, y su prometido pudo haber rechazado a esa mujer.

También, verlo tan bello y fuerte frente a ella, hace que se sienta un poco celosa por aquella chica. ¿Qué vio Ivar en ella? ¿Acaso la posición de sumisión de la esclava? Ella no sabe cómo, pero su mano ahora acaricia la erección de Ivar, aquella que creció al abrazarla por la cintura, él se relaja enseguida.

—No dejo de pensar en aquella vez que Ubbe nos descubrió —ella comienza a besar ese cuello, Ivar está experimentando algo nuevo para él, y ella también—. No has vuelto a tocarme desde ese día, y yo te he extrañado tanto estos días. Quiero sentirte Ivar.

Él la separa un poco para verla a los ojos.

—¿Segura que quieres hacerlo? Creí que querías esperar hasta nuestra boda.

—No si mañana puedo morir.

Frida deja de acariciar ese miembro y sube sobre Ivar, se sienta en esa erección. Él se levanta sólo para besarla con delicadeza, mientras busca quitar esas prendas de ese cuerpo.

Aquella imagen, que la ha atormentado durante toda la noche, se borra de su mente por las sensaciones intensas que experimenta cuando Ivar comienza a desnudarla.

Apenas Ivar la tiene desnuda frente a él, deja de besarla para contemplarla. Ambos se sonríen, ella no pierde el tiempo y baja esa prenda que cubre esa erección, dejándola libre, al verla, ella sonríe encantada y emocionada.

—No puedo creerlo —él hace lo mismo. Ahora comprueba que sólo aparece con ella, es extraño, pero es lo único que necesita.

Ivar toma sus manos, y la jala ligeramente para volver a besarla, enseguida ella comienza a frotarse sobre ese miembro, ocasionando que ambos abandonen sus labios para gemir. No pasa mucho para que ella se separe e intente introducir en ella esa parte de Ivar. Ese miembro roza con la vulva, comenzando a humedecerse, entonces ella encuentra su entrada. Se separa para observar a Ivar y se desliza sobre él. Ella cierra los ojos, el chico sólo observa la forma en que su boca se abre, para expresar dolor, pero al mismo tiempo siente esa cavidad húmeda y caliente para él: una sensación inigualable, perfecta y celestial.

—¿Estás bien? —menciona Ivar un poco agitado por la emoción. Ella vuelve a abrir los ojos para sonreírle y observarlo.

—Dolió un poco, pero nunca he tenido nada dentro de mí de ese grosor, tus dedos no son tan grandes.

Ambos se sonríen, y una vez que ella se ha acostumbrado, comienza a moverse de forma circular.

—Oh Dioses —ella lo hace lento, intentando captar las expresiones de Ivar, y los ritmos que a él le gustan, al mismo tiempo que ella disfruta.

Frida busca los labios de Ivar, él intenta besarla, pero sólo puede gemir sobre ellos y morderlos, mientras sus dedos se aferran a esa caliente piel. Apenas se separan, ella vuelve a sentarse, colocando sus manos sobre el pecho del chico. De esa forma se siente más cómoda y puede moverse con mayor facilidad. Ivar la observa, no podría imaginarla más hermosa, Frida ahora sólo piensa en disfrutar esas sensaciones nuevas, mientras regresa a su mente esa imagen de Ivar con una chica desnuda sobre él, besándose. Ella se mueve rápido, aumentando su velocidad progresivamente, intentando sacar toda la frustración y enojo que lleva en su interior, algunas lágrimas amenazan con salir. Regresa a la realidad cuando Ivar gime muy rápido, y siente esas manos presionando la carne de sus muslos sin consideración

Él no es consciente de la fuerza que aplica para aferrarse a ella, sólo presiona esa cintura y glúteos, rogando porque ella no se detenga. Y ella no lo hace, al notar a Ivar sonrojado, sudoroso, mordiendo sus labios e intentando no cerrar los ojos, ella no para, incluso cuando él se lo pide.

—Espera, tal vez voy a terminar.

El chico pasa sus manos para sujetar esos muslos, entonces ella se inclina para besar ese cuello, es entonces cuando él eyacula, gritando y después manteniendo una respiración agitada. Frida deja de moverse, aun manteniendo ese miembro dentro de ella.

Ambos se mantienen abrazados, en demasiada paz y sólo escuchando y sintiendo todo lo que deben sentir.

—Gracias —susurra Ivar, esto la hace levantarse un poco, sólo para que Ivar se acerque a ella y la bese. Al separarse se sonríen y ella simplemente vuelve a llorar.

—¡Hey! —él se alarma—. ¿Estás bien?

Ella asiente, intentando que el llanto pare.

—Sólo fue maravilloso, lo disfruté.

—Por los dioses Fri —él sostiene su rostro—. Eres el amor de mi vida, te adoro con todo mi ser, y gracias por permitirme vivir esto contigo.

Frida no puede decir nada, sólo se limita a abrazarlo, mientras lágrimas comienzan a salir. Él se nota demasiado satisfecho y feliz, por eso duerme plácidamente, ella sólo piensa en si lo que hizo es suficiente para mantenerlo a su lado, moviéndose de arriba de él, para dormir.


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Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora