Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]

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Después de que un grupo considerable de barcos abandonó la costa. Frida se sienta en uno de esos botes, justo frente a Heahmund, quien no para de observar que ella está tan interesada en esos libros, tanto que se llevó muchos de ellos. La chica sólo se interesa en las ilustraciones, algunas muy bellas, otras sanguinarias, algunas muy claras, otras extrañas, pero interesantes.

Ella está tan concentrada que no nota la mirada de ese hombre. Y de nuevo él comienza a tener pensamientos impuros, por eso comienza a rezar en voz alta, llamando la atención de Frida y haciendo que otros se rían a su alrededor. Hvitserk finalmente nota la mirada de odio que ahora el sacerdote le dirige a la chica.

—¿Es este tu viaje, o una interrupción de él? —cuestiona Ivar a Heahmund, eso lo hace callar, mientras vuelve a observar a Frida. No le quita la mirada, y la chica tampoco, sólo que ella lo observa sin expresión alguna en el rostro. Entonces Hvitserk se mueve para hablar con Frida, sentándose frente a ella, impidiendo el contacto visual.

—¿Y eso? —cuestiona señalando los libros.

—Son muy extraños, tócalos —Frida se los muestra a Hvitserk, él también se siente asombrado por las imágenes—. Es la historia de su Dios.

—¿Y crees en ella? —cuestiona Hvitserk interesado, ella suelta una risita.

—No, pero si te esfuerzas por creerla es asombrosa. Estos hombres dicen tener un Dios piadoso, pero es tan rencoroso y violento como los vikingos.

Eso lo entiende Heahmund, por eso habla en voz alta.

—¿Cómo te atreves a comparar al Dios verdadero con los dioses paganos?

Frida se mueve, para sentarse a un lado de Hvitserk, evitando que él le tape la vista y para encarar al cristiano.

—¿Acaso no te has escuchado mientras me leías estos libros? ¿En verdad es justo castigar a toda la humanidad por el pecado de dos personas? ¿Qué me dices de las ciudades que destruyó? ¿O de ese hombre Job a quien le arruinó la vida sólo para probar su fe? —el hombre se mantiene molesto, observando a la chica que mantiene una sonrisa retadora.