Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]

12

Floki lleva en sus brazos a Helga. Esas palabras hacen que Ivar y Frida se sientan rotos, por todo lo que han vivido con esa pareja. 

Ambos se acercan a ese hombre, quién llora y está destrozado. Intentan tranquilizarlo, pero es imposible.

—Helga ya está con los dioses, Floki. Ella es requerida por ellos, no hay nada que podemos hacer, los dioses no se equivocan —habla Frida, intentando consolar al hombre, él sólo asiente, sabe que Frida tiene razón.

—Debemos prepararla para su funeral —habla Ubbe—. Lo lamento tanto, era una gran mujer.

—No —dice Floki, aun cargando en sus brazos a la que fue su esposa—. Quiero estar sólo yo. Sé lo mucho que la apreciaban todos, y lo mucho que ella los quería, pero déjenme estar con ella a solas, darle su despedida, verla marchar con los dioses. Freyja se molestará si su celebración la arruinamos, por favor continúen. Yo iré a despedirme de Helga.

—Si necesitas algo —dice Ivar, luchando por no llorar—. Por favor dilo. 

Floki asiente, marchándose de ahí, triste y derrotado. Apenas se pierde de la vista de todos, Björn levanta su copa de oro en lo alto.

—¡Por Helga! —mientras los demás se mueven para seguir bebiendo.

Ivar y Frida se observan mutuamente, con lágrimas en los ojos hasta que Frida recuerda que está usando pintura en el rostro, no puede arruinarla.

Con cuidado pasa sus dedos por esas gotas de agua que amenazan abandonar sus ojos. Ivar talla sus ojos y ambos regresan a sus asientos para seguir bebiendo.

—Era su momento —dice Ivar en voz alta, intentando consolarse a él y a ella.

—Los dioses no se equivocan, y Helga no estaría feliz por vernos así, Freyja tampoco —ella se gira para ver esos ojos azules observándola—. La veremos en Valhala. 

Ivar asiente, para enseguida chocar su copa con la de Frida y beber más alcohol. Al terminar toma su copa, vuelven a observarse.

—Te amo Frida —la chica sonríe, se mueve un poco para acariciar ese rostro con ternura.

—Yo también te amo, y mucho.

Ella se inclina para besarlo de una forma tranquila y suave. Mientras que el manto estrellado del cielo comienza a aparecer para cobijarles. Al separarse, y ver dentro de sus ojos, comprenden lo mucho que se aman, y que la muerte no es algo para lamentarse, sino para celebrarse. Por lo que comienzan a festejar con más ánimo, sin que el hueco en su corazón pueda llenarse.