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—Eres una cabeza hueca —dice Frida furiosa, apenas tiene tiempo de estar a solas con Ivar, mientras caminan para reunirse con el Gran Ejército

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—Eres una cabeza hueca —dice Frida furiosa, apenas tiene tiempo de estar a solas con Ivar, mientras caminan para reunirse con el Gran Ejército. Ivar suelta una risita, a ella no le parece gracioso.

—No pasó nada.

—No, pero pudo pasarte. ¿Y si no llegábamos a tiempo? ¿Y si esa lanza no sólo te hubiera derribado, sino también atravesado? Por los dioses no estoy llorando ahora mismo tu muerte. Te advertimos no pelear.

Ivar se detiene en seco, se gira para observarla.

—Ganamos.

—Debes comenzar a escucharme más —advierte molesta.

—No lo negaré, los celos y la furia se apoderaron de mí. Mi mayor sueño siempre será luchar a tu lado, sentir que estoy a tu altura, que puedo proteger realmente tu espalda, y que tú proteges la mía.

—Pues debes comenzar a usar la razón antes de que tus impulsos se interpongan llevándote a la locura. Ivar, necesitas un poco más de autoanálisis.

El chico sujeta su nuca y aprovecha para acercarla a él y besarla. Ella continúa ese beso torpe, ambos están adoloridos y cansados.

—Lo intentaré, pero no puedo prometerlo.

—Si tan sólo vieras que pudieron dejarte ciego por ese golpe, el interior de tu ojo está bañado en sangre, entonces comprenderías mi preocupación.

—Bueno, ahora entiendo porque te veo tan difusa —Frida está aún más seria, mientras él se divierte por eso.

—Basta Ivar, me preocupas, no quiero que te ocurra algo feo —el chico ahora la acerca por los hombros para abrazarla.

—Seré más cuidadoso —Frida se conforma con eso, dando una sonrisita tierna. Entonces siguen su camino para llegar a ese salón.

Apenas entran, en unos segundos Ivar ya está peleando con Ubbe. Antes de que ella intervenga Hvitserk lo hace. Frida está agotada y ya siente como un fastidio esas discusiones entre Ivar y sus hermanos, pero está de acuerdo con lo que Ubbe propone: ella comprende que él también está harto de tanta guerra, pero sabe que Ivar siempre se va a oponer a ello.

Mientras todos celebran esa victoria, apenas los hijos de Ragnar han terminado de discutir, ella se marcha de ahí. Su armadura le es incómoda, así que va a quitarla. Cuando va camino a bañarse, se encuentra a Ubbe.

—Frida —ella se detiene para escucharle, él camina hasta asegurarse de estar frente a ella y tener su atención, mientras se observan a los ojos.

—Lo hiciste bien, necesitas más práctica, pero vas por buen camino —ella le sonríe, agradece ese cumplido. Apenas lo menciona, Ubbe vuelve a hablar—. Sin embargo, recuerdo tu rostro cuando llegamos a York, estuve observándote, y no sé si yo soy muy observador, o los demás son unos imbéciles, pero sé que apoyas mi idea, tú tampoco quieres más guerra.

—Ubbe, esto es lo que Ivar quiere, yo no puedo negárselo, debo estar a su lado.

Él asiente con una sonrisa, mientras mueve un mechón de ese largo cabello rubio, detrás de la oreja de esa chica.

—Sé que lo piensas así, a pesar de eso no dejas de tener ambiciones ni pensamientos propios. No los niegues, debes ser fiel a ellos, no renuncies a lo que crees, es lo único que te distingue de los demás. En fin, sólo quería decirte que sé cómo te sientes, y no eres extraña por pensarlo, eres valiente por aceptarlo.

—Necesitaba que alguien más lo dijera. No quiero dejar de ser vikinga, soy vikinga, pero hay cosas que no me agradan, y me gusta escucharte decir esto.

Ella se acerca para abrazarlo, él aprecia ese tacto como ninguno otro. Siempre ha sido lindo tener a Frida acompañando, es un sentimiento que muchos comparten, pero Ubbe quisiera no soltarla nunca, o abrazarla cuando él lo desee, las veces que quiera.

—Siempre estaré para ti —ella sonríe y se separa.

—Iré a ducharme, estoy agotada y bañada en sangre. Tal vez deberías hacer lo mismo —él suelta una risita.

—Ya tengo planes, pero gracias por la sugerencia.

Frida le sonríe y se marcha, esa plática la ha hecho sentirse más cómoda con ella misma, y lo agradece infinitamente.

Frida le sonríe y se marcha, esa plática la ha hecho sentirse más cómoda con ella misma, y lo agradece infinitamente

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Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora