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Al día siguiente todo el pueblo de Kattegat está presente en ese gran juicio

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Al día siguiente todo el pueblo de Kattegat está presente en ese gran juicio. La sentencia fue dictada, nadie podía oponerse, ese hombre se lo merecía por intentar violar a su reina.

—Por favor, se los suplico, mátenme. No pueden despojarme de mi hombría —suplica aquel hombre. A pesar de lo terrible que es ese castigo, todos ríen.

Entonces Frida, frente a todos, hace aquella cosa que realizó en Inglaterra. Mientras el hombre se mueve y lucha por liberarse, es sujetado. Así Frida, sin vacilar, de una forma natural y sin compasión por él, hace un corte lento, disfrutando el inmenso dolor de ese tipo. Apenas sujeta ese miembro en su mano, lo levanta para mostrarlo a la gente de Kattegat. Todos están aterrorizados, más por ver pequeñas gotas de sangre sobre el rostro de la chica, pero no dudan en gritar en forma de victoria por lo que su reina ha hecho.

Esta vez Frida no siente ganas de vomitar, tiene otra sensación. Ve a Ivar, observándola con una gran sonrisa de satisfacción y orgullo, sus ojos están profundamente dilatados. Frida deja caer ese pene. En ese momento, la gente deja de verla.

—Enciérrenlo de nuevo y déjenlo morir —ordena Ivar a aquellos quienes sujetan a ese hombre. Entonces todos regresan a sus actividades. Frida no pierde el tiempo, camina hasta Ivar, lo toma por la mano y lo motiva a caminar. Él la sigue, eso es extraño, pero sólo va tras ella, no cuestiona.

Van a su habitación dentro del Gran Salón. Ahí Frida limpia su rostro por esas gotas que lograron salpicarla.

—¿Estás bien? —cuestiona Ivar, apenas ella termina de limpiar su rostro. Frida sujeta su muñeca, y lo lleva hasta invitarlo a sentarse en aquella silla que está frente a ese escritorio.

Ivar hace lo que Frida desea, sin necesidad de que ella lo diga en voz alta. Entonces ella comienza a desvestirse, es cuando él nota que tiene una enorme erección que comienza a dolerle y late. Necesita satisfacerla. Entonces Frida se acerca, para comenzar a desnudarlo. Apenas tiene libertad esa erección, la chica se arrodilla frente Ivar. Él no hace otra cosa más que observar cada uno de sus movimientos, aunque está perdido por ese sentimiento de lujuria que ese cuerpo provoca en él, y esa mirada fija en la suya, observándolo con un deseo ferviente. 

Entonces ella toma ese miembro y lo mete en su boca. Para Ivar eso es sorprendente, pero se siente demasiado bien, por eso se queda quieto, recibiendo el placer que ella le da. Esa boca es demasiado hábil, su garganta es profunda y sabe que hacer exactamente. Él gime, suelta maldiciones, se aferra a esa silla o al cabello de su esposa. Es cuando él va a llegar al orgasmo que ella se detiene.

Al levantarse, Ivar nota que esa chica está sangrando, justo donde habían sanado aquel golpe de hace un día. Enseguida se alarma.

—Cielo, no es normal que vuelvas a sangrar.

Frida parece no escucharlo, y mucho menos quiere hacerlo. Ella sube sobre ese regazo, y coloca sus dedos sobre esos labios, para enseguida besarlo. Ivar se separa rápido, para volver a alertar a Frida, pero ella no lo deja terminar la frase cuando se desliza en ese miembro. Ambos gimen. La chica comienza a moverse de una forma suave y delicada, mientras que él se limita a dejar marcadas sus manos sobre la piel de esa chica, por lo fuerte que presiona.

—Te amo y te deseo, Ivar Lothbrok —es lo único que puede decir, porque enseguida se penetra con fuerza.

Ambos están a nada de terminar, por eso Frida se mantiene gimiendo bajo, esto calienta como nunca a Ivar.

—¡Ivar! —ambos escuchan la voz de Hvitserk. La chica enseguida cubre la boca de su esposo, para seguir dándose impulso, y placer—. ¡Ivar!

—Para —susurra Ivar entre gemidos y con esa mano sobre su boca. Ella no lo hace, si no paró porque sangraba, mucho menos lo hará porque Hvitserk los quiere interrumpir.

Toda esa escena de sexo clandestino los hace recordar las veces que se ocultaban de Aslaug y los hermanos de Ivar, sólo para besarse y decirse lo mucho que se querían. No saben cómo la vida ha cambiado tanto, que ahora están ahí, como marido y mujer, escapando de sus responsabilidades políticas.

Entonces Frida se corre, quita su mano de la boca de Ivar y se inclina para besarlo. Esto hace que Ivar terminé, y ese beso ahogue su gemido. Entonces se separan y se sonríen. Frida se levanta rápido, busca su vestido para vestirse. Y apenas lo hace, Ivar le pide a Hvitserk que pase.

Frida pasa sus dedos por su frente, su cara realmente está chorreando en sangre. Apenas Hvitserk abre la puerta, Frida cae inconsciente al suelo.

 Apenas Hvitserk abre la puerta, Frida cae inconsciente al suelo

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Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]Kde žijí příběhy. Začni objevovat