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—¡Gente de Kattegat! Están hoy aquí para informarles sobre el gran sacrificio que se realizará está noche

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—¡Gente de Kattegat! Están hoy aquí para informarles sobre el gran sacrificio que se realizará está noche. Los dioses se han comunicado conmigo, y me han revelado la verdad. Mi padre, Ragnar Lothbrok, era descendiente de Odín, pero yo, he sido el elegido para representar a los dioses en la tierra. Ellos me han recibido en el Æsir, y desean que les informe su decisión. Soy un lisiado porque mis hermanos, los dioses, me marcaron de esa forma. Ellos me han hecho un dios.

Debe ser un honor para ustedes ser gobernados por mí, su dios. Este será el reino más perfecto de todos los tiempos, y ustedes me rendirán tributo: a mí, a mi divina esposa y a mi sagrado hijo. Y sobre todo aquel que no esté de acuerdo, dejaré caer mi absoluta ira sobre él y su familia. Soy un dios bondadoso y amoroso, pero no cuando no recibo lo que merezco. Quien sea sorprendido hablando mal contra mí, o contra mi familia, no vivirá para contarlo.

Yo soy su dios, y los he llevado a la victoria, Kattegat es mi regalo para ustedes. Junto a mis hermanos dioses, mantendré a Kattegat libre de amenazas, libre de peligro, ustedes serán bendecidos y protegidos por mí. A cambio sólo pido su lealtad. Un precio bajo, para todo lo que les daré: una vida plena y feliz, en el lugar donde sus padres nacieron.

También hoy están aquí porque deben saber que Frida ha muerto. Ella no sólo abandonó a su dios, abandonó sus deberes como reina y esposa, y alimentó a los lobos con la sangre de mi divino hijo. Es la mayor traidora del reino, y de los dioses. Por eso, a partir de ahora, nadie puede mencionar ese nombre, olviden todo lo relacionado con esa mujer. A partir de ahora, ella nunca existió. Todo aquel que se atreva a nombrarla será torturado y expulsado junto con toda su familia, y llevarán en su rostro la marca de los desleales. Cualquier mujer, cuyo nombre es como el de ella, deberá cambiarlo. Si no lo hacen, serán tratadas como perros, peor que perros y también llevarán en su rostro la marca de los desleales, así los salones del Æsir no se abrirán jamás para los traidores. Todo lo que ella formó, todas las relaciones que ella hizo, todos los acuerdos, castigos, condenas que ella otorgó, volverán a ser consideradas por mí. Por esa razón, absuelvo a los consejeros de su servicio. Yo, su dios, no requiero de sus servicios, porque yo tengo la sabiduría de los dioses.

—¡Lagertha y Ragnar nunca habrían hecho esto, mucho menos Frida! Y si ella realmente está muerta, y no la asesinaste tú, debe estar con Odín, y con tu padre. Tú no eres un dios, y jamás entrarás al Valhalla, mucho menos al Æsir.

Ivar suelta una risita. Sólo hace una señal, y uno de sus guardaespaldas se abre paso entre la gente, para cortar con su hacha esa cabeza, causando horror en los demás.

—Desnúdenlo —la voz de Ivar se impone sobre todos esos chillidos de terror—. Arranquen su lengua y métansela por el culo. Exhiban el cuerpo un día, y después dénselo a los cerdos. Lo condeno a jamás entrar a Valhalla.

No hay persona alguna que desee tener el mismo destino que ese hombre, por lo que permanecen en un silencio espeluznante, observando como ese cuerpo es arrastrado fuera del Gran Salón.

—¡Salve al dios Ivar! —grita Freydis, levantándose de su trono, parándose a un lado de su esposo.

—¡Salve al dios Ivar! —repiten los demás, arrodillados y sintiendo temor.

Ivar ve lo que ha causado y lo que ha conseguido. La desaparición de Frida lo colocó en un estado de vulnerabilidad, de ausencia de hombría, por pasar días llorando por ella. Era momento de actuar, antes de que su pueblo se revelara al notar la falta de ferocidad, liderazgo y fuerza que estaba mostrando. Por lo mismo, era tiempo de revelar que en sus venas corre la divina sangre de Odín, antes de que lo creyeran inferior, e indigno de ser un rey, tal como se lo dijo Freydis el día anterior (mismo día en que Ivar embriagó a Hvitserk para deshacerse de Margrethe, y registrar su casa para buscar a Frida). No había vuelta atrás, Frida debía estar muerta si no estaba con Hvitserk. Eso lo hirió, pero no podía seguir mostrando debilidad.

Mientras tanto, Hvitserk se ha cansado de buscar alrededor de su casa por Frida. Regresa cerca de la noche, y vuelve a sostener el cadáver de Margrethe y se mueve para enterrarlo, después de organizar pequeños sacrificios para los dioses. Al menos sabe que Margrethe está muerta, pero no tener ni siquiera el cadáver de Frida para llorarle, lo confunde, lo tiene frustrado y angustiado. No sabe si podrá vivir con la desesperación de no saber que ha pasado con ella. Lo único que quedó de la mujer que amaba fue ese baúl con sus vestidos, y dentro, esa daga con la que Lagertha la apuñaló en la pierna para asesinarla, sin lograrlo. Frida la conservaba como un trofeo. Si Frida decidió irse. ¿Por qué dejó su tesoro más preciado?

El chico sabe que fue su hermano quien asesinó a Margrethe, días atrás le había pedido que se deshiciera de ella. Por eso sospecha sobre si Ivar conoce que Frida se ocultaba con ellos. Después de esa larga noche, culpándose por embriagarse y dejar solas a Frida y Margrethe, va con Ivar, exigiendo respuestas por lo que ha pasado, sin mencionar a aquella chica que creció con ellos.

Ivar niega todo. Hvitserk piensa demasiado bien lo que hará, hasta que decide que lo más sensato es permanecer en Kattegat. Cualquier mínima información sobre Frida, Ivar se la dará. Al final, Hvitserk, al igual que Frida, cree que no tiene lugar al que pueda huir. Se siente aprisionado por Ivar, y eso es lo que los dioses han decidido. Tal vez Frida si se fue sin decir adiós. ¿Cómo podría morir Frida? Hvitserk sabe que ella no puede morir, y desea no odiarla por eso: por preferir abandonarlo. Así que esa misma tarde va por respuestas con el vidente, encontrando una prenda empapada de sangre, en esa vieja cabaña, y ningún rastro de ese hombre, sintiéndose aún más miserable, y furioso con Ivar. Es como si él lo supiera todo, y ahora lo está castigando.

Días después, el hombre que sacó a Frida de Kattegat se acerca a ella, mostrándole en el horizonte un pequeño punto.

—Ese es tu nuevo hogar, gran Frida.

La chica sonríe de lado, de una forma triste y al mismo tiempo agradecida. Sintiéndose nerviosa y emocionada. El movimiento del barco la confunde, y entonces ella se mueve a un lado para vomitar. Mientras que los hombres tripulantes se acercan a ayudar.

—Son sólo mis emociones —les dice al darse cuenta de que los ha preocupado. Y todos asienten, volviendo a sus posiciones.

—Tal vez no te sientes lista —habla aquel hombre— pero lo estás. Todo esto es parte del destino que los dioses han preparado para ti. Los dioses nunca se equivocan. Tu futuro está justo frente a ti, querida Frida.

 Tu futuro está justo frente a ti, querida Frida

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Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora