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Esa noche duermen abrazados, acariciándose, en un intento por hacer del ambiente algo tranquilo, cómodo y cálido. Ivar sólo piensa en esas palabras, mientras ella duerme. Frida reconoció que ella estaba mal, entonces. ¿No hay algo que él deba cambiar? ¿Y si Frida vuelve a sentirse herida por eso? Ella afirmó que no, pero claramente es algo que la afectó. Sólo le queda confiar en la palabra de su amada.

Días después, cerca del mediodía Frida ayuda en el mantenimiento de York: cocinando, lavando, limpiando, ayudando. Cosas normalmente destinadas a esclavos, pero para nadie es extraño verla hacer esas labores, a pesar de que ella es una mujer libre, y la mayoría tampoco lo ve mal.

Dentro de sus labores para no sentirse inútil, Frida se encuentra a Ubbe y Hvitserk. El mayor no se encuentra muy feliz, el menor, al verla, se acerca a ella.

—Las cosas están tensas. ¿Acaso no hablaste con Ivar?

—¿De qué se supone que debía hablar con Ivar? —cuestiona sin dejar de lavar trastos.

—Sobre que debe dejar de creerse superior a nosotros. Entendemos que siempre se ha sentido menos que todos, pero está sobrepasando los límites. Sé que no toma las decisiones él mismo sin antes hablarlas contigo. ¿Por qué estuviste de acuerdo con que tuviera guardaespaldas? ¿Piensa que lo traicionaremos?

—¿Qué? —esa es mucha información para ella—. ¿Guardaespaldas? Hvitserk, él ya no me dice algo respecto a sus estrategias o su vida fuera de nuestro romance, yo se lo pedí.

—¿Por qué harías algo tan estúpido? —Hvitserk está indignado y molesto—. Si aún hablaras con él, no se estaría volviendo loco o paranoico. Está perdiendo la cabeza. 

—¿Disculpa? —Frida ahora está molesta, deja de hacer su tarea y se mueve para hablarle a la cara—. Ahora tú estás siendo imbécil. ¿Por qué no resuelven sus problemas ustedes? Yo no voy a interceder por cada discusión que tengan, he decidido dejar el tema, por mi paz. Tengo mis razones, y no dejaré que tú, ni siquiera Ivar, me digan lo que tengo que hacer.

Hvitserk comienza a aplaudir, con una mirada y sonrisa orgullosa, haciendo que la expresión de furia en el rostro de Frida cambie por una de confusión.

—Esa es la Frida que conozco, la que le importa un carajo lo que le digan sobre ella y es capaz de impedir que reclame a mujeres sajonas.

—La violarías Hvitserk, y eso no es muy honorable para un hijo de Ragnar.

—No la iba a violar —sonríe Hvitserk divertido—. Soy mayor que tú, conozco más de esta gente porque tengo más memoria al respecto. Esas mujeres dedican su vida a su Dios, rechazando todos los placeres de la vida, sólo me divertía, jamás la habría tocado.

Frida lo observa aliviada. Le creé.

—Entonces deja de joderme con Ivar, no soy su consciencia para decirle que hacer.

—No, pero puedes influenciarlo. Si continúas alejada de estos asuntos, todo esto terminará muy mal para todos, sobre todo para los hijos de Ragnar. Ubbe comienza a aborrecerlo. Si Ivar fue capaz de asesinar a Sigurd. ¿Crees que dudaría en matar a Ubbe o a mí?

—Él no quería matar a Sigurd.

—Y eso es aún más grave, porque si no lo quería lo hizo. Imagínate lo que es capaz de hacer si nos quisiera muertos. Tan sólo el pensarlo me causa horror, y he visto demasiado horrores, más de los que puedes imaginar. 

Frida se queda estática, pensando en todos ellos, hasta que la risita de Hvitserk la regresa a la realidad.

—Estaba furioso por lo que Ivar nos hizo, pero ahora me siento mejor. Hablar contigo tiene un efecto curativo.

Dice el chico sonriente, caminando para alejarse de ahí.


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Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora