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—Lo siento Frida. Sé que no debí decir eso. Últimamente has estado rodeada de imbéciles, yo soy uno de ellos —dice Hvitserk disculpándose por aquella terrible discusión que tuvieron.

—Comprendo tu preocupación. No quieres que cometa errores, me quieres tanto como yo a ti. Aprecio tus consejos Hvitserk, en verdad, pero creo que ya he tomado una decisión. Tan sólo mírame, me he casado, no hay marcha atrás.

Él le sonríe. Después de aquel día en el que Frida se desmayó después de tener sexo con Ivar, Hvitserk y ella no habían podido hablar, menos con esos guardaespaldas cuidando cada paso de Frida. Ahora ambos se encuentran mojando sus pies en el mar, después de una corta sesión de cacería. Aquellos hombres se mantienen un poco lejos.

—Tú no me quieres de la forma en que yo te quiero. Supongo que debemos olvidarlo, tú deberías, yo viviré con este dolor por siempre —Frida le sonríe triste, se acerca para abrazarlo.

—Te amo Hvitserk, y mucho, daría mi vida por ti. Estoy segura de que te amo de la misma forma que tú a mí —el chico no sabe exactamente lo que eso significa, pero extrañaba pasar tiempo con ella. Él ya no debería insistir más, sólo le sonríe y se mantiene en silencio, apreciándola.

Horas más tarde, Frida recibe el llamado de una joven madre, quien quiere tenerla presente en su parto.

—No es un asunto en el que debas involucrarte —dice Ivar sentado frente a la cena. Apenas se habían detenido para cenar, cuando esa mujer pidió que Frida fuera.

—No debería, pero lo quiero Ivar —ella se levanta para dar un besito en esos labios—. Te amo, y sé que lo entiendes.

Los hombres que siempre la acompañan se mueven tras ella, apenas abandona el Gran Salón. Al chico no le ha gustado eso, Frida no es partera, es una gran escudera, una excelente estratega y una reina. La chica llega a ese hogar, se mantiene alejada de esa escena con esa mujer pariendo. No pasa mucho cuando sus gritos de sufrimiento paran y aparece el sonido de un pequeño bebé.

—Reina Frida, bendiga a mi bebé —dice la mujer.

La chica se acerca, toma en sus brazos a esa pequeña niña pegajosa y húmeda. Ella sólo hace lo que la mujer le ha pedido, y enseguida la entrega a su madre.

Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora