09. We need to talk.

412 73 19
                                    

Para Doyoung, el hecho de sentirse enfermo la mayor parte del tiempo no es una cosa del otro mundo. Sin embargo, realmente estaba a nada de caer desmayado en cualquier segundo si seguía respirando de esa manera, muchos podrían pensar que alguien lo venía persiguiendo por sus pasos apresurados y la expresión de preocupación reflejada en su rostro.

Internamente sospechaba que podría darle fiebre gracias al cansancio extremo, pero quitando eso del camino, solo quedaba el malestar de no haber alcanzado ni siquiera una calificación que fuese aprobada por su padre. Para él, así como para muchas otras personas en el mundo, esto podría significar la muerte inmediata.

Claro que no estaba orgulloso de sus resultados, se negaba si quiera a imaginar lo que sería de el llegando a su hogar. Malditos profesores y sus extrañas manías de escribir la calificación reprobatoria en tinta roja, sabiendo de antemano que será muy notoria para cualquier padre que pone un mínimo de atención.

Tinta roja = fracaso.

Entró a su hogar con las ganas de vomitar a la vuelta de la esquina, alcanzando a observar que el saco de su padre no se encontraba cerca, así que por ende no había llegado aún. Celebró un par de segundos en su mente y se permitió dar una profunda respiración con propósito de calmar sus nervios.

Hasta que la voz de Jongdae llegó a sus oídos.

—John —habló Jongdae con clara sorpresa. —Tienes un diez, ¡En matemáticas! Dios mío.

—Soy superior —celebró Johnny con una sonrisa.

—Mis hijos son realmente inteligentes, esto es increíble, necesitamos celebrar —pensó. —Vamos a ordenar una pizza para cenar, esta vez John tendrá derecho a elegirla.

—Sean inteligentes, sean como yo.

El pelinegro tomó la libertad de acercarse a la cocina, asomándose con curiosidad para encontrarse con la escena del adulto felicitando a sus hijos uno por uno. El hecho de que Chenle estaba sentado en las piernas de John le hizo reír, ese niño era muy amoroso, combinaba con la vibra que daba su hermano mayor.

—Un ocho en ciencias naturales, mi Chenle sin duda será todo un científico en el futuro, ¿Ah? Mi gran super científico —habló Jongdae con dulzura, haciendo reír a su hijo. —Para la próxima papá te ayudará un poco mejor y subiremos juntos esa calificación hasta obtener un diez, así podrás ser el mejor de todos los científicos de este mundo.

—¡Sí! —gritó Chenle con emoción.

—¿Y que hay de mi niño con pequitas? —Jongdae quiso hacerle cosquillas a Renjun pero el niño solo se alejó con una sonrisa tímida. —Te esforzaste mucho esta vez, tus calificaciones subieron considerablemente. Estoy muy orgulloso de ti.

—Gracias —respondió Renjun, escapando rápidamente de ahí para poder regresar a jugar.

—La inteligencia la heredaron de su madre, sin duda —concluyó el adulto. —De mi parte no hay mucho aquí arriba, siempre fuí malísimo en el colegio.

El colegio.

Doyoung volvió a sentirse con ese peso sobre sus hombros, las ganas de vomitar regresaron al igual que el nudo en su garganta. Acababa de ver una de las cosas más bonitas de su vida, algo que anheló con mucha fuerza cuando solo era un niño pequeño con ganas de impresionar a todos. Vivía con la ilusión de que otros adultos lo nombraran el ejemplo a seguir.

Y ahora, con la maldita tinta roja recalcando su gran fracaso, sabía que iba a decepcionar a todos e incluso quedaría como el idiota de la "nueva familia".

Su única manera de sobresalir era debido a su buen promedio, cosa que fue arruinada todo porque no había dado últimamente lo mejor de si mismo para los exámenes finales. Falló tantas veces que se preguntó si realmente era un niño con la capacidad intelectual elevada, o simplemente es porque se presionaba demasiado.

Invasor(es)Where stories live. Discover now