25. Disorders.

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Mal día para ser un adolescente que se preocupaba demasiado por su padre.

Doyoung observaba desde su lugar como es que el doctor conversaba con su padre, tratando de hacer que este se calmara por completo antes de cualquier pregunta. A su lado se encontraba Jongdae tomando sus manos con más fuerza de la necesaria.

—Oye, el está bien —le susurró John con intenciones de calmarlo, chocando levemente sus hombros. —Te veo demasiado preocupado, estás pálido.

—Es que ellos no saben el historial médico de mi padre, este hospital es nuevo —el pelinegro buscó una carpeta de plástico que llevaba en la mochila y observó a los adultos con un poco de nerviosismo.

Quería hablar, pero le daba demasiado miedo que le dijeran que no sabía de qué carajos estaba hablando. Claro que había investigado y por ende era conocedor de los problemas de su padre, pero los adultos siempre tenían la última palabra.

—Si tienes que decir algo será mejor que lo digas —le animó el castaño con una sonrisa. —No pasa nada, Doyito.

Solo para sentirse un poco más tranquilo decidió esperar hasta que el doctor dejase de hablar con su padre para acercarse a él con notable nerviosismo. Sus manos sudaban y tenía una pequeña presión en el pecho que le hacía pensar que su voz no podría ser escuchada.

Pero su padre necesitaba de el, ¿Y qué no haría por el hombre que lo cuidó toda su vida? Era lo mínimo.

—Yo... —habló, teniendo que aclarar su garganta. —¿Puedo hablar con usted? —preguntó sin dirigir su mirada directamente al rostro del doctor.

—Claro que sí —el doctor sonrió, tratando de encontrarse con el rostro del menor. Al parecer venía con aquel hombre en crisis.

—Tengo el historial médico de mi padre, es la primera vez que venimos por aquí —Doyoung señaló la carpeta con sus manos temblorosas y con un poco de miedo se atrevió a alzar la mirada, encontrándose con que el doctor lo miraba fijamente. —Son los registros de sus sesiones de terapia y el diagnóstico de su trastorno.

Quiso huir. El doctor que estaba frente a él lo estaba mirando demasiado. Tal vez creía que estaba loco o que simplemente era un niño que no sabía de qué carajos hablaba.

¿Y si lo regañaban?

Cualquier pensamiento oscuro se fue lejos al notar la sonrisa en el rostro del mayor. ¿Podía haber una sonrisa tan brillante en una persona? Bueno, el era ese claro ejemplo.

—Trastorno límite de la personalidad —murmuró el médico después de haber leído el diagnóstico. Con cuidado tomó la carpeta para seguir analizando los demás papeles. —¿Sabías esto?

—Si. También vi muchos vídeos que explicaban cómo es que las personas con este trastorno manejan sus emociones. Tenía un ejemplo de una escala de blanco y negro, en donde no existe el color gris —habló Doyoung, tratando de dar a entender que sabía sobre el tema. —Solo quería entender porque mi papá se porta así. Es peligroso vivir sin un tratamiento adecuado para ello. El suele estresarse demasiado por cosas tan pequeñitas, pero después estar tan feliz por ver a su prometido. También se que debajo de su pantalón de vestir hay heridas de autolesión reciente.

¿Habló mucho?

Ahora se sentía como un idiota. ¿Por qué un experto escucharía su tonta explicación sobre algo que el ya sabía a fondo?

—¿Por qué dices que tiene heridas? —preguntó el doctor con suma preocupación.

Doyoung pudo respirar de nuevo.

—Porque cuando se levantó tomó su pantalón y trató de despegarlo de sus piernas —Doyoung colocó sus manos sobre su propio pantalón y tiró un poco de el, imitando el gesto de su padre. —Le arde el contacto, le incomoda.

Invasor(es)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora