49. Love at christmas.

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Yuta decidió que era una buena idea detenerse fuera de un 7-eleven para comprar algo de comida chatarra en compañía de Mark porque, según sus inteligentes argumentos, era navidad y la comida no tenía porque ser faltante, incluso si no era a lo que algunos estaban acostumbrados.

Doyoung habría puesto atención a toda su conversación de no ser porque tenía unas intensas ganas casi abrumadoras de sacar su cigarrillo electrónico para fumar y quemarse la garganta un rato. Sabía que si hacía esto muy seguido solo iba a traer más consecuencias a futuro, pero aún así quería hacerlo.

Sin importar las consecuencias.

Anhelaba calmar todos sus nervios y ansiedad, que su mente dejase de maltratarlo una y otra vez con esos recuerdos negativos que aún eran muy dolorosos para el. Ojalá ser capaz de arrancarse el corazón de una vez por todas para ser incapaz de sentir, porque la tristeza inmensa en la que estaba cayendo probablemente lo iba a consumir en cualquier momento. Ese sentimiento no se lo deseaba a nadie.

—Niño malo —le regañó Nayeon con cariño, tomando la mano de su mejor amigo para quitarle el cigarrillo electrónico. —Trata de no pensar en esas cosas que te hacen tanto daño, mejor hablemos.

—¿De que deseas hablar? —Doyoung no encontró más remedio que recargarse sobre el Jeep, mientras escondía las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

Era una noche bastante fría, y claro que debía de serlo en estas épocas. La nieve sobre las pequeñas banquetas daban ese toque navideño al lugar, agregándole el hecho de que todo el bendito 7-eleven estaba cubierto con decoraciones de la época, en conjunto a una serie de luces que se encendían y apagaban varias veces, formando patrones.

¿Qué estarían haciendo sus verdaderos padres en ese momento?

Lo pensó sin querer.

—Somos jóvenes —habló Nayeon, colocandose a su lado. —¿Nunca has llegado a sentirte tan cómodo con una persona? como si, al verlo, todo tus males se fuesen, mágicamente.

—Vives en cuentos de hadas —se burló Doyoung. —Ojalá poder encontrar a una persona que sea capaz de hacerme sentir de esa manera. Mira que, con lo sucedido recientemente, no quiero ni pensar en la posibilidad de caer de nuevo en manos de malas personas.

—Entonces creo que estoy enamorada de una persona que no vive en cuentos de hadas, como yo —confesó con un sonrojo. —Un ser humano maravilloso pero tan ciego, porque no es capaz de ver lo mucho que vale para mí y las personas que actualmente lo rodean. Es magnífico sentir paz cuando estoy a su lado, pero a veces me saca de quicio y solo quiero apretarlo hasta hacerlo explotar.

—Estás atrapada en el infierno, pero al parecer te gusta —Doyoung se rió cuando Nayeon lo empujó. —No soy idiota, mujer, se lo que estás queriendo decir con todo esto, y lo siento tanto...

Le sorprendió recibir un beso en su mejilla. Ambos se observaron casi de inmediato, Doyoung con un enorme sonrojo recorriendo su rostro y Nayeon con una sonrisa tímida, que no demostraba nada más que alegría por su pequeña hazaña.

Era raro verse envuelto en una situación de ese tipo.

Mark iba saliendo de la tienda de servicio, pero, al ver la escena, decidió empujar a Yuta al interior, de nuevo, con la excusa de que se había olvidado de algunas cosas extra.

—Lo sé —dijo Nayeon, con una sonrisa triste. —Se que nunca te ha gustado utilizar etiquetas al momento de decir lo que te gusta, porque eres una persona que ama conforme a lo que tú corazón dicta, pero mi instinto no me falla, y creo que está de más añadir que te sientes cómodo estando con chicos. No necesitas salir del clóset conmigo o algo así, tu sabes que siempre te apoyaré, a pesar de todo.

—No se que decirte, si te soy sincero —Doyoung suspiró, sintiéndose bastante perdido y culpable al no poder corresponder. —Te quiero, con todo mi corazón, eres de las personas más importantes que he tenido en toda mi existencia, y si no fuese por ti... yo me desvanecía.

—Nos conocimos en el momento indicado —concluyó Nayeon. —Tu sigues herido por todo, y yo no tengo quejas de mi familia. Si hubiésemos sido dos personas jodidas, ya no tendríamos esta amistad.

—Me harás llorar, que lo sepas, querida.

Ambos se quedaron en silencio, escuchando la música que emitía la radio del Jeep. Cada quien con un lío mental en su propia cabeza y sin saber que añadir para que la conversación fluyera de nuevo.

No era un silencio incómodo, con eso estaban bien.

—Eres el primer chico que realmente me gusta, fuera de las series o los libros —habló Nayeon, con sus ojos llorosos. —Y duele tanto como mi mamá me lo advirtió.

Los sollozos de su mejor amiga fueron capaces de romper el corazón de Doyoung, haciéndolo cerrar los ojos. Era una situación difícil, aún se sentía confundido y con miedo, realmente no estaba para esas cosas.

—Nayeon, eres hermosa, inteligente y con una personalidad increíble —dijo Doyoung, mirando a la nada. —Yo se que por ahí hay una persona dispuesta a todo por estar contigo, solo hace falta explorar más allá.

—El problema es que nadie es como tú. No sé que hiciste para subir mis expectativas, pero dudo mucho que cualquier idiota sea capaz de alcanzarlas... mucho menos después de que mi mamá me dijo que no debía de conformarme con lo mínimo —Nayeon limpió sus lágrimas y se rió. —Al menos podré contarle a mis hijos y nietos la historia de cuando me enamoré de mi mejor amigo gay, ellos se van a reír de mi, sin duda.

—Ven.

Doyoung abrazó a su mejor amiga con fuerza y dejó un beso sobre su frente. No sabía que hacer para brindarle consuelo ante esta situación, pero por lo menos iba a demostrar que esto no iba a cambiar su relación como amigos, por lo menos no ahora.

Su mente solo podía pensar en John y las palabras "primer amor" en conjunto, haciendo que un pequeño sentimiento de inseguridad se estancara dentro de su pecho.

¿Y si todo eso era cierto? ¿los primeros amores nunca estaban destinados a terminar juntos?

Si el y John no estaban destinados a tener un final feliz, ¿se conformaría? ¿dejaría todo de lado?

Ojalá no.

—Nayeon —habló.

—¿Si? —Nayeon observó a su mejor amigo, sin romper el abrazo.

—Te amo con todo mi corazón. Feliz navidad.

—Feliz navidad para ti también. Te amo. —susurró Nayeon, sonriendo.

Era un amor diferente al que se acostumbra a mostrar en la televisión, pero eso no importaba en estos momentos, no tenían porque darle explicación de su relación amistosa a nadie.

No quería que su mejor amiga fuese a sentirse mal por el pequeño rechazo, tampoco quería perderla a raíz de la confesión fallida, ella era una de las personas más importantes en su existencia, no podría seguir adelante sin ella a su lado.

—Doyum, te compré un Icee de sabor azul —habló Mark, acercandose a ambos con una enorme sonrisa. —Nayeon, a ti te compré uno sabor rojo.

—Sabor pitufo y rosita fresita —se burló Yuta, sonriendo.

Doyoung alzó sus cejas y se rió al darse cuenta de lo atontados que se encontraban ambos.






































































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