44. Maybe she's lying...

248 51 8
                                    

Estaba acostumbrado a que su llanto fuese fácilmente ignorado dentro de su hogar, sin embargo, le sorprendió lo rápido que reaccionó la señora Moon al escucharlo sollozar en medio de la noche.

—Yo sabía que eras tú, Taeil es un escandaloso cuando llora —la señora Moon señaló el sillón que se encontraba en la habitación de invitados, cerca de la ventana. —No te vas a escapar de mi, tendrás que contarme que tanto anda rondando dentro de esa cabecita.

—Sigo sintiéndome mal —sollozó Doyoung después de tomar asiento a un lado de la mujer mayor. —Tengo miedo porque no se ni siquiera quién carajos soy o que cosas me gustan realmente, ni siquiera puedo pedir respuestas a alguien porque mi padre no me inculcó ninguna religión e incluso me repitió mil veces que no existe un tal Dios... ¿A qué me puedo aferrar ahora? Tengo un vacío y no se como hacer que esté sentimiento se vaya lejos.

—Lo que necesitas es asistir con un profesional que sepa darte unas buenas sesiones de terapia, porque por más que yo intente ayudarte con mis "cosas mágicas" según palabras tuyas, no podré sanarte del todo, ese daño vive en tu mente y en tu pequeño corazoncito sensible —la mujer se acercó para dejar un beso en la frente del adolescente, abrazándolo con fuerza porque sabía que los abrazos apretados le encantaban. —Veo un futuro maravilloso en ti, eres una persona capaz de lograr miles de cosas, solo que aún no te has dado cuenta de ello.

—No hay punto de retorno una vez que empiezas a perderle el miedo a la muerte —habló con su voz entrecortada. —Vivir es demasiado complicado y morir es tan fácil, en tan solo unos segundos puedes terminar en la sala de emergencias de un hospital con tan solo un par de movimientos... ¿Y lo peor? Empecé a perder este miedo cuando aún era un niño porque al morir finalmente podría hacer las cosas que mi cuerpo no puede realizar —Doyoung hizo una pequeña pausa para poder respirar con tranquilidad, incluso si sus lágrimas no dejaban de caer. —Nana, no tienes idea de cuántas veces me he querido morir para sentirme libre.

—Doyoung...

—Desde que tengo memoria he buscado la manera de hacerme daño para llamar la atención de mi padre —dijo entre sollozos, volviendo a romper en llanto. —Y ver a ese tal Jungwoo llegar a mi hogar, siendo tratado de la manera en la que yo siempre quise... Durante esos días me encerré en el ático y me pregunté mil veces: "¿Por qué yo no?", "¿Por qué tiene que ser él quien recibe el premio mientras yo soy el que se esfuerza constantemente?" y miles de cosas más —limpió sus lágrimas. —Yo sé, sé que habían planeado tener solo un hijo, que a consecuencia de mi nacimiento se vino todo abajo en la vida de mi padre... Pero, ¿por qué? Solo quiero saber eso, ¿por qué se empeñan en hacerme sentir como una basura? Lo único que he hecho desde que nací es seguir las reglas impuestas, sus reglas. Y aún así no puedo conseguir un mísero abrazo.

—No pienses que te lo mereces porque tendré que detenerte antes de que lo digas —susurró la señora Moon con cariño, tratando de limpiar las lágrimas del más pequeño. —No tienes que seguir las reglas de alguien más para poder agradarle, si las personas no te aman como eres, entonces no valen la pena mantenerlas a tu alrededor. Kim DongYoung, eres tan solo un adolescente y mira lo que hiciste, demandaste a tu propio padre, tuviste los... —Doyoung soltó una risita y la mujer sonrió. —Para hacerlo se necesitan muchos, créeme.

Le costó un poco calmar su malestar, pero eventualmente llegó el sueño para invadirlo, quedándose dormido en el sillón, sin importarle mucho la posición porque estaba agotado por completo.

Al día siguiente despertó en medio de la cama, su mente solía tardar en reaccionar durante las mañanas así que se dió cuenta de que Taeil lo había llevado en brazos hasta que se colocó sus pantunflas. No había una distancia muy lejana entre el sillón y la cama, pero la señora Moon no podía llevarlo.

Invasor(es)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora