5. Noche

6 1 0
                                    

El viernes por la tarde siempre tenía un aire diferente. Incluso las paredes de la escuela, desgastadas por el paso del tiempo parecían cobrar vida con la promesa del fin de semana. El último timbre sonó con un eco que recorrió los pasillos y las aulas como un recordatorio de que la libertad estaba a solo unos pasos de distancia. Los estudiantes salieron disparados de sus clases, mochilas al hombro y sonrisas en los labios. Caminaba lentamente, dejándome llevar por el ritmo de la marea humana que fluía hacia la libertad. En el pasillo principal, los estudiantes se despedían con entusiasmo, planeando salidas al cine, fiestas en la playa o simplemente tardes de videojuegos. El sol, aún alto en el cielo, filtraba su luz a través de las ventanas, iluminando el camino hacia la puerta de salida. Los viernes por la tarde tenían algo especial, como si todo el mundo se volviera más brillante, más lleno de posibilidades, la mía, para ser exactos traía consigo la preparación del concierto, había hablado con Evan, el vendría a mi casa y escucharíamos canciones de nuestra banda favorita por horas mientras nos ahogábamos en pizza y refrescos. 

- ¿Estás listo? - Cuestionó mi amigo apareciendo a mi lado risueño, habíamos estado esperando toda la semana por este momento, el tipo de noche en la que no había deberes, ni clases, solo música, pizza y la libertad de ser adolescentes.

No tardamos al llegar a casa con el viejo cuatro latas de Evan, ese coche se caía a cachos pero este se negaba fehacientemente a dejarlo perecer, cuando entramos en la habitación este se dejó caer en el sillón de cuero que adornaba la esquina de mi dormitorio, yo mientras tanto sabía exactamente qué álbum poner para arrancar la noche: un clásico del rock alternativo que ambos adorábamos. 

- Esto si que es vida... - murmuró mi amigo en voz baja moviendo los pies al ritmo de la melodía.

El sonido de las guitarras y la voz rasgada del vocalista llenaron la habitación, y, sin poder ni querer evitarlo, comencé a mover la cabeza al ritmo de la música. La pizza, una grande de pepperoni, estaba por llegar, pero mientras tanto, había bocadillos y la emoción de una noche sin preocupaciones. Mi colega comenzó a hablar sobre la semana en la escuela, sobre cómo había sido atrapado el mismo Jueves por el maestro de cálculo y la manera en la que este lo había reprendido frente a la clase. Me reí con simpleza, siempre le pasaba algo parecido a él. Luego cambiamos de tema y empezamos a hablar de música, de las canciones que queríamos escuchar en vivo, de las canciones que nos hacían sentirnos invencibles.

- Creo que mi favorita, sin duda, tiene que ser Murderer.

- ¿Estás de coña, verdad? La mejor es Thunder.

La pizza llegó con un aroma irresistible, y ambos nos abalanzamos sobre ella, cada uno tomando un par de porciones. Las carcajadas resonaban en la habitación mientras competíamos por ver quién podía comer más rápido. Evan puso una lista de reproducción diferente, con canciones más animadas, y pronto comenzamos a cantar juntos, desafinando con entusiasmo.

A medida que la noche avanzaba, las luces en las casas vecinas se iban apagando, pero nosotros continuábamos, hablando sobre videojuegos, películas y sueños para el futuro. Hablando de lugares que queríamos visitar y de cómo, algún día, lo harían juntos. Luego puse una canción lenta para bajar el ritmo, y ambos nos recostamos en mi cama, mirando el techo, disfrutando del momento.

El reloj en la pared marcó la medianoche, pero ni siquiera lo notamos. Estábamos demasiado ocupados compartiendo historias y construyendo recuerdos. La pizza estaba casi acabada, y las latas de refresco se apilaban en la mesa de centro, pero lo que más importaba era la compañía y las risas que llenaban el espacio. Evan tomó un trozo de pizza fría del plato y lo masticó lentamente antes de hablar.

- Hey, ¿Alguna vez te preguntas qué vamos a hacer después de la escuela? Como... ¿Qué vamos a hacer con nuestras vidas?

Levanté una ceja, sorprendido por la pregunta. Por lo general, sus conversaciones giraban en torno a videojuegos, música o deportes, pero esta vez mi amigo parecía estar pensando más en serio.

- Pues... no sé, tío - respondí, encogiéndome de hombros - Creo que nunca me he parado a pensarlo en serio. Pero supongo que tenemos tiempo, ¿No?

Este asintió, pero no parecía convencido.

- Sí, pero siento que todo el mundo siempre está preguntando qué quieres ser cuando seas mayor, y yo no tengo ni idea. Mis padres me dicen que debería pensar en la universidad, pero ni siquiera sé qué quiero estudiar.

- Yo tampoco sé qué quiero estudiar, pero supongo que podemos averiguarlo sobre la marcha. O sea, tenemos tiempo para explorar y ver qué nos gusta. No todos tienen que saberlo todo desde el principio, ¿no?

Evan suspiró, mirando el techo nuevamente.

-  Me gustaría poder relajarme y no preocuparme tanto por esto, pero parece que todos los adultos están como locos por el futuro. Y a veces me siento atrapado entre lo que quiero hacer y lo que los demás esperan de mí.

- Sí, lo sé. Aunque, sinceramente, a veces me gustaría que mi madre tuviera el tiempo de preocuparse tanto como lo hacen los tuyos. Mira, no estoy diciendo que ignores a tus padres, pero creo que es importante que hagamos cosas que nos hagan felices, no solo las que se supone que debemos hacer.

Él sonrió, lucía agradecido por mis palabras.

- Tienes razón, hombre. Tal vez lo único que necesitamos es tiempo para descubrir qué nos gusta realmente. Y mientras tanto, solo tenemos que disfrutar el presente, como esta noche.

Sonreí de vuelta y levanté mi lata de refresco.

- Exacto, amigo. Disfrutemos lo que tenemos ahora porque, quién sabe qué nos espera después, de cualquier manera, si es contigo, estoy seguro de que merece la pena.

Evan levantó su lata y la chocó suavemente con la mía.

- Por el presente - dijo sonriendo.

- Y por el futuro - respondí riendo.

YoursWhere stories live. Discover now