61. Perdóname

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Marcos no tomó bien el puñetazo que le di. Se tambaleó hacia atrás, pero enseguida su expresión cambió a rabia. Con un movimiento brusco, se lanzó hacia mí, pero antes de que pudiera hacer algo, Keilan se interpuso entre nosotros, con la mirada oscura y el ceño fruncido. Su brazo se movió como un relámpago, agarrando a Marcos por el cuello de la camisa y empujándolo hacia atrás con firmeza.

- Si te atreves a ponerle una mano encima otra vez, te las verás conmigo. - dijo Keilan, su voz baja pero peligrosa - No quiero problemas, pero no me obligues a cambiar de idea.

La amenaza de Keilan fue suficiente para hacer que Marcos se detuviera. A pesar de la ira en su rostro, el miedo en sus ojos era claro. Keilan tenía esa presencia que inspiraba respeto y temor al mismo tiempo. No era alguien con quien querrías enfrentarte cuando estaba enojado, y Marcos pareció darse cuenta de eso.

Marcos se apartó, lanzando miradas de odio, pero no dijo nada. Se giró y se alejó rápidamente, dándose cuenta de que había perdido cualquier ventaja. Keilan lo miró irse y luego se volvió hacia mí, su expresión relajándose un poco. Ver a Keilan allí, protegiéndome nuevamente, despertó algo en mí. Una chispa de emoción, de alivio, pero también de incertidumbre. No esperaba verlo, pero su presencia era un rayo de luz en medio de toda la confusión. Keilan se acercó a mí, todavía manteniendo su actitud confiada, pero ahora con un toque de preocupación.

- Parece que Marcos no entiende cuándo parar. - dijo, cruzándose de brazos - Me alegra haber llegado a tiempo.

Asentí, todavía un poco nervioso por el enfrentamiento, pero sintiendo un calor reconfortante por tener a Keilan a mi lado. Evan estaba a unos pasos de distancia, observando la escena con asombro. Parecía que todo estaba volviendo a su sitio, pero no sabía qué decir ni cómo reaccionar. Las cosas entre Keilan y yo habían terminado de forma abrupta, y ahora estaba aquí, protegiéndome como si nada hubiera cambiado.

- Evan vino a uno de mis shows de motos. - dijo Keilan, inclinándose un poco para hablarme más cerca - Estaba gritando como un loco que tenía que hablar conmigo. Estaba bastante insistente, así que decidí escuchar. Me contó algunas cosas interesantes.

Sentí que el corazón me daba un vuelco. Evan había ido a buscar a Keilan, a pesar de mis advertencias, y ahora todo estaba en el aire. Pero el hecho de que Keilan estuviera aquí, hablando conmigo, significaba que tal vez no todo estaba perdido.

- ¿Qué cosas interesantes? - Pregunté, tratando de mantener la calma, pero sabiendo que mi voz sonaba un poco temblorosa.

Keilan sonrió, como si hubiera algo que le hacía gracia en todo esto.

- Eso es algo que quiero que me expliques tú. - dijo, mirándome con esa chispa en los ojos - Pero vamos a buscar un lugar más tranquilo. Aquí no es el mejor sitio para tener una conversación seria, ¿no crees?

Asentí, sin saber qué esperar pero sintiéndome un poco más tranquilo por su actitud. Keilan había vuelto a mi vida de una manera inesperada, y aunque todo seguía siendo incierto, su presencia era un ancla que me ayudaba a mantenerme en pie. 

Keilan me llevó a su moto, y aunque mi corazón latía con fuerza por todo lo que había pasado, el simple hecho de estar de nuevo junto a él me dio un extraño sentido de calma. Monté detrás de él, pasando mis brazos alrededor de su torso. Sentir el calor de su cuerpo bajo la chaqueta de cuero, el rugido de la moto y el viento en mi rostro fue una combinación de sensaciones que no había experimentado en mucho tiempo. Había algo en esos momentos que siempre me hacía sentir seguro, aunque ahora las circunstancias fueran diferentes.

Mientras recorríamos las calles de la ciudad, mi mente estaba llena de emociones confusas. Por un lado, estaba feliz de que Keilan estuviera conmigo, pero por otro, sabía que tenía que explicarle todo lo que había pasado, y eso me llenaba de ansiedad. No sabía qué pensar, ni qué esperar de esta conversación, pero el hecho de que él quisiera escucharme me daba esperanza.

Llegamos al mirador, un lugar que siempre había sido especial para nosotros. Desde allí, podías ver la ciudad extendiéndose hacia el horizonte, las luces brillando como estrellas contra la noche. Era un lugar donde habíamos compartido muchos momentos, pero ahora era el escenario para una conversación que podía cambiarlo todo.

Keilan apagó la moto y se bajó, sacándose el casco y dejando que el viento despeinara su cabello oscuro. Se giró hacia mí, con esa expresión serena pero inquisitiva, como si estuviera dispuesto a escuchar pero también quería respuestas claras. Me bajé de la moto, mi corazón aún palpitando, tratando de ordenar mis pensamientos.

- Bueno, estamos aquí. -dijo Keilan, cruzándose de brazos - Me dijiste que querías explicarme algunas cosas. Así que aquí estamos, solo tú y yo. ¿Qué quieres decirme, Logan?

Respiré hondo, tratando de reunir el coraje para hablar. Todo lo que había pasado, todo lo que había sentido, tenía que salir de alguna manera. Sabía que Keilan necesitaba escuchar la verdad, y yo necesitaba decirla para poder seguir adelante.

Le conté todo. Desde el principio, cómo Marcos me había chantajeado con la foto, la presión que sentí para aceptar la cita y cómo todo se había salido de control. Le hablé de mi miedo a perderlo, de cómo cada paso que daba parecía empeorar las cosas, y de cómo el ataque de ansiedad me había llevado al borde del colapso. Le conté cómo Evan había intentado ayudarme, incluso yendo a buscarlo para hablar, porque sabía que yo no podría hacerlo solo.

Keilan escuchó en silencio, su mirada fija en mí, asintiendo de vez en cuando para mostrar que seguía mis palabras. No me interrumpió, ni siquiera cuando mis palabras se hacían más emocionales y mi voz temblaba. Era como si quisiera darme todo el espacio para sacar lo que tenía dentro.

Cuando terminé, el silencio entre nosotros fue pesado, pero también liberador. Sentí como si me hubiera quitado un peso de encima, pero ahora quedaba la pregunta de qué haría Keilan con toda esta información. No sabía si me juzgaría, si se enfadaría aún más, o si podría entender por qué hice lo que hice.

Keilan se quedó un momento mirando al horizonte, luego se volvió hacia mí con una expresión más suave, casi comprensiva.

- Gracias por contarme todo, Logan. - dijo, su voz era calmada - Ahora entiendo por qué todo se desmoronó tan rápido. Pero sabes que podías haberme hablado antes, ¿Verdad? No tienes que enfrentar estas cosas solo.

Asentí, sintiéndome un poco más aliviado pero también consciente de que todavía quedaba mucho por resolver. Keilan tenía razón, y aunque el camino para recuperar su confianza sería largo, al menos ahora había esperanza. El mirador, con su vista panorámica, me recordó que el mundo era más grande que mis problemas, y con Keilan a mi lado, quizás el futuro no fuera tan incierto como había temido.

YoursWhere stories live. Discover now