10. Recuerdo

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Evan se acercó corriendo, con una sonrisa que le iluminaba todo el rostro. Sus ojos brillaban de emoción, y su energía era contagiosa. Apenas me vio, me lanzó una pregunta tras otra, las palabras saliendo tan rápido que apenas podía seguirle el ritmo.

- ¡No puedo creerlo, tío! ¡Estuviste increíble! ¡La forma en que te sujetaste! ¡Y el motorista, wow! - Dijo, agitándose como un niño con demasiada azúcar en el cuerpo - ¡Toda la multitud estaba gritando! ¿Viste cómo giraba? ¡Fue como si estuvieras flotando en el aire!

Lo escuchaba, pero mi mente estaba en otro lugar, reviviendo lo que había sentido dentro de la esfera de la muerte. La velocidad, el estruendo, pero sobre todo, el contacto con el motorista. La forma en que su mano se cerró sobre mi cintura, firme pero sin hacer daño. Como si supiera exactamente dónde y cómo tocar para mantener el control mientras giraba por las paredes de metal. Fue un contacto breve pero intenso, un ancla en medio de un torbellino. Evan seguía hablando, describiendo cómo desde fuera parecía que la esfera iba a explotar en cualquier momento, pero yo estaba perdido en mis pensamientos, recordando el rugido del motor y el calor de esa mano en mi cintura. Había algo magnético en el motorista, algo que trascendía el ruido y el caos del espectáculo. Su confianza, su precisión, pero también la calma que transmitía en cada movimiento.

- Y luego, cuando hizo ese giro final, ¿Viste cómo derrapó? - continuó Evan, gesticulando como si estuviera en la moto - Fue alucinante. Estaba seguro de que te ibas a caer, pero te sostuvo como si fuera lo más fácil del mundo. ¡Todo el público enloqueció!

Asentí, pero no podía dejar de pensar en el momento en que el motorista se inclinó hacia mí, en la forma en que me miró desde detrás de su visera oscura. Aunque no podía ver sus ojos, sentí su mirada, como si pudiera ver a través del metal y la velocidad. Había algo íntimo en ese contacto, algo que me hizo sentir especial, incluso si solo fue por unos segundos. Mi amigo finalmente se detuvo para tomar aire, pero su entusiasmo seguía en aumento. Me miró con una mezcla de admiración y envidia, como si yo hubiera vivido algo que él solo podía soñar. Yo simplemente sonreí, todavía perdido en mis propios recuerdos.

- Fue algo. - Dije, tratando de sonar casual, aunque por dentro todavía estaba procesando todo lo que había sucedido - No sé si lo haría de nuevo, pero fue... interesante.

Evan me dio una palmada en la espalda, riendo.

- ¡Vamos, sabes que te encantó! ¿Te imaginas contándole esto a todo el mundo en la escuela? Serás una leyenda. El tipo que se metió en la esfera de la muerte y sobrevivió para contarlo.

No pude evitar reír con él, pero en el fondo, había algo más. Algo que no podía compartir con Evan ni con nadie más. El sentimiento de haber estado en un lugar donde solo existíamos el motorista y yo, un instante en el que el mundo exterior dejó de importar. Y mientras mi amigo seguía hablando, yo solo pensaba en esa mano firme en mi cintura y en cómo, por un momento, todo lo demás desapareció. Cuando Evan terminó de hablar, miré hacia el escenario buscando al motorista. Necesitaba ver quién era el tipo que había hecho girar mi mundo, literalmente, dentro de la esfera de la muerte. La multitud se dispersaba lentamente, pero un grupo seguía alrededor del escenario, donde los motociclistas estaban guardando sus cosas y charlando entre ellos. Y entonces lo vi. 

El motorista se quitó el casco con un movimiento fluido, como si estuviera acostumbrado a ese ritual. Su cabello era oscuro y largo, con mechones que le caían sobre la frente de manera desordenada, pero con estilo. Sacudió la cabeza para acomodar el cabello, y el gesto tuvo un efecto magnético. No pude apartar la mirada. Su rostro era anguloso y definido, con una mandíbula fuerte y pómulos altos. Tenía un piercing en la ceja izquierda, una pequeña argolla plateada que reflejaba la luz de los focos. En la oreja derecha, llevaba tres aros que se movían cuando giraba la cabeza. Pero lo más llamativo eran sus tatuajes. Tenía mangas completas en ambos brazos, diseños intricados que iban desde el hombro hasta la muñeca. Un dragón enroscado en el brazo derecho y una serie de símbolos y patrones tribales en el izquierdo. Había algo en esos tatuajes que sugería historias, vivencias, como si cada uno tuviera un significado especial. Llevaba una chaqueta de cuero abierta, revelando una camiseta negra con un logo de una banda de metal. El logo estaba desgastado, como si la camiseta hubiera visto muchos conciertos y noches largas. Sus pantalones eran de mezclilla ajustados, con un par de rasgaduras, y sus botas de motociclista estaban gastadas pero con ese aire de confianza que solo tienen las cosas bien usadas.

El motorista hablaba con uno de sus compañeros, pero su voz era baja y relajada. Había algo en su expresión que mezclaba seriedad y diversión, como si pudiera cambiar de ánimo en cualquier momento. Sus movimientos eran lentos pero precisos, cada gesto calculado sin parecer forzado. Parecía alguien que tenía un control total sobre sí mismo, alguien que estaba acostumbrado a estar en el centro de la atención. Mientras lo observaba, sentí un cosquilleo en el estómago. Era la fascinación de ver a alguien que, a pesar de todo el ruido y el caos del espectáculo, parecía en control total. Me recordó a los personajes de las historias de aventuras que solía leer, esos que siempre sabían qué hacer, incluso en las situaciones más peligrosas. Mis ojos siguieron sus movimientos, desde cómo se pasaba la mano por el cabello hasta cómo ajustaba los guantes de cuero que llevaba. Había algo hipnotizante en su presencia, algo que me hacía querer saber más sobre él. Quería acercarme y preguntarle sobre los tatuajes, sobre su moto, sobre cómo aprendió a hacer esos trucos, pero algo en mí me detuvo. Evan se dio cuenta de que estaba mirando al motorista y sonrió, dándome un codazo.

- Parece que encontraste algo que te gusta, ¿Eh? - Dijo, riendo.

Yo solo sonreí y miré hacia otro lado, pero no pude evitar regresar la mirada al motorista, como si algo me atrajera de nuevo hacia él. Fue uno de esos momentos en que te das cuenta de que hay personas que tienen un carisma especial, algo que los hace destacar entre la multitud. Y él era definitivamente uno de esos.

YoursWhere stories live. Discover now