26. Halago

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Comenzamos a caminar, alejándonos del ruido de la fiesta y del tumulto de la multitud. La noche estaba fría, y cada paso hacía que mi corazón latiera más rápido. El patio se quedaba atrás, y el silencio entre él y yo era pesado, como si estuviera lleno de cosas no dichas. Me sentía como un violinista caminando sobre una cuerda floja: un solo paso en falso y todo se desmoronaría. Keilan no dijo nada al principio, solo sacó un cigarrillo y lo encendió con un movimiento fluido, como si fuera algo que hacía todos los días. El brillo de la llama iluminó su rostro por un momento, y pude ver la calma en su expresión, esa serenidad que siempre me había intrigado. Cuando inhaló, el humo se arremolinó a su alrededor antes de dispersarse en el aire frío. No parecía tener prisa ni preocupación, mientras yo me sentía como si cada paso pudiera ser el último.

Quise romper el silencio, decir algo para aliviar la presión que crecía en mi pecho, pero las palabras no venían. Keilan caminaba a mi lado, fumando con tranquilidad, como si estar lejos de la fiesta fuera lo más natural del mundo. Sus pasos eran seguros, y el sonido de sus botas contra el pavimento tenía un ritmo constante que me ayudaba a mantener el equilibrio. Había tantas cosas que quería preguntar, pero al mismo tiempo, el hecho de caminar junto a Keilan, compartiendo el silencio, era casi suficiente. Cada bocanada de humo que inhalaba parecía formar una barrera entre nosotros y el resto del mundo, como si solo existiéramos él y yo en ese momento. Pero el peso de la expectativa, de la tensión, hacía que mi corazón se acelerara aún más.

Pensé en el beso con Marcos, en la forma en que Keilan había desaparecido de la fiesta después de eso. ¿Había visto el beso? ¿Había salido porque estaba molesto? No podía dejar de preguntarme qué significaba todo esto, pero Keilan no daba ninguna pista. Solo caminaba y fumaba, como si estuviera esperando que yo hablara primero. La presión de la situación era intensa, pero había algo en la calma de Keilan que me hacía sentir seguro, como si, mientras estuviéramos caminando juntos, nada malo pudiera suceder. Pero el miedo a decir algo incorrecto, a romper el frágil equilibrio que se había creado, me mantenía en silencio. Finalmente, decidí intentar romper el hielo, aunque no sabía por dónde empezar.

- Gracias por invitarme a salir de la fiesta. - Dije, tratando de sonar relajado - Necesitaba un poco de aire.

Keilan asintió, pero no dijo nada, exhalando otra bocanada de humo. Su actitud tranquila era tanto reconfortante como desconcertante. ¿Por qué me había invitado a caminar con él? ¿Qué esperaba de este momento? El silencio continuó mientras caminábamos, pero la tensión entre nosotros parecía crecer con cada paso. Quería entender qué estaba pasando por su mente, pero su calma impenetrable hacía que fuera difícil leer sus intenciones. Todo lo que sabía era que este momento, por más breve y silencioso que fuera, era algo que quería aprovechar, incluso si significaba caminar por un camino que no entendía del todo. Cada paso era una mezcla de nerviosismo y curiosidad, y mi mente no dejaba de pensar en la extraña conexión entre nosotros. ¿Por qué me había sacado de la fiesta? ¿Qué quería decir con esta caminata en solitario? Entonces, Keilan rompió el silencio, su voz tranquila pero clara.

- Bailas bien. - Dijo, como si fuera algo que simplemente observó - Me gustó la forma en que te movías.

El cumplido me tomó por sorpresa, y sentí un calor subir por mis mejillas, como si el fuego del cigarro se hubiera trasladado a mi rostro. No estaba acostumbrado a recibir halagos, y mucho menos de alguien como Keilan. Su comentario era breve, pero el tono que usó, esa mezcla de sinceridad y algo más, me dejó sin palabras.

- Gracias. - Dije, intentando sonar calmado, pero mi voz temblaba un poco.

Keilan me miró de reojo, y su expresión era tan serena que me hacía sentir aún más nervioso. Sabía que para él esto podría ser solo una conversación casual, pero para mí, cada palabra tenía un peso especial. El hecho de que me hubiera observado en la pista de baile, de que estuviera comentando sobre mi forma de moverme, me hacía preguntarme si había algo más detrás de sus palabras.

- No es fácil destacar en una fiesta como esa... - continuó Keilan, soltando otra bocanada de humo - hay mucha gente y mucho ruido. Pero tú... bueno, te noté.

El sonrojo en mis mejillas se intensificó, y tuve que mirar hacia otro lado para intentar calmarme. No sabía cómo interpretar lo que estaba diciendo. ¿Era solo una observación, o significaba algo más? El hecho de que me hubiera notado en medio de tanta gente me llenaba de emociones contradictorias. Por un lado, me emocionaba saber que había llamado su atención, pero por otro, me preocupaba lo que eso significaba para mí y para todo lo que había estado sintiendo. Keilan seguía caminando a mi lado, y yo intentaba mantener la compostura, pero el cumplido había cambiado la dinámica entre nosotros. El hecho de que estuviera dispuesto a hablar sobre el baile, sobre algo que había sucedido en la pista, me hacía sentir que tal vez había una oportunidad para entenderlo mejor.

Pero a medida que avanzábamos, me di cuenta de que cada paso que daba con él me alejaba más del caos de la fiesta y me acercaba a un nuevo tipo de confusión, uno que no sabía cómo manejar. El cumplido había sido simple, pero su efecto en mí era profundo, como si las palabras de Keilan tuvieran el poder de cambiar mi perspectiva de todo. Seguimos caminando, el sonido de la fiesta desvaneciéndose en la distancia, y yo trataba de encontrar algo que decir, algo que pudiera mantener la conversación en marcha. Pero el sonrojo en mis mejillas y el calor en mi pecho me hacían sentir más torpe de lo normal. El camino que estaba tomando esta noche era desconocido, pero el hecho de que Keilan me hubiera notado, de que hubiera comentado sobre mi forma de bailar, era suficiente para hacer que quisiera seguir caminando con él, incluso si no sabía hacia dónde nos llevaría.

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