58. Soledad

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Las declaraciones de Evan me dejaron en un estado de pánico. No podía creer que realmente fuera a hablar con Keilan. La idea de que esa conversación pudiera empeorar todo me dejó sin aliento, el corazón golpeando fuerte en mi pecho mientras intentaba calmarme. Estaba atrapado entre el miedo y la impotencia, y cada segundo que pasaba solo aumentaba mi ansiedad.

Después de que Evan se fue, me di cuenta de que no podía quedarme en casa. La casa se sentía como una prisión, y cada rincón parecía aumentar mi angustia. El aire estaba denso, y el silencio era como un eco ensordecedor. Tenía que salir, necesitaba aire fresco y un cambio de ambiente para no perder completamente el control.

Decidí darme una ducha, aunque solo fuera para hacer algo que me distrajera del caos en mi mente. El agua caliente me ayudó a relajarme un poco, pero mi mente seguía corriendo en círculos, tratando de imaginar todas las cosas que podrían salir mal. Cada gota de agua que caía sobre mí era como un recordatorio de que todo estaba desmoronándose y yo no podía hacer nada para evitarlo.

Después de la ducha, me sequé y me puse algo de ropa limpia. Sentía que necesitaba un nuevo comienzo, aunque fuera solo por un rato. El aspecto deplorable que tenía antes se suavizó un poco, pero las ojeras y el cansancio seguían allí, un recordatorio constante del dolor que había estado experimentando.

Salí de la casa con paso rápido, necesitaba respirar, necesitaba escapar de esa sensación de claustrofobia que me estaba asfixiando. El aire fresco de la tarde me golpeó la cara, y el ruido de la ciudad me ayudó a salir de mi propio torbellino interno. Caminé sin rumbo, tratando de mantener la mente ocupada, de no pensar demasiado en lo que Evan estaba haciendo, pero cada paso me recordaba que no tenía control sobre lo que sucedería después.

Pasé por parques y calles concurridas, dejando que la actividad de la ciudad me envolviera. Las voces, los coches, las risas de las personas en las cafeterías, todo eso me mantenía en movimiento, me ayudaba a no pensar demasiado. Pero en el fondo, el miedo seguía ahí, como un espectro que no podía ser exorcizado.

Caminé durante horas, tratando de encontrar algo de claridad, pero cada vez que me detenía, la ansiedad volvía. Me preguntaba qué estaría diciendo Evan a Keilan, qué respuestas obtendría. Sabía que Evan tenía buenas intenciones, pero el miedo a que todo saliera mal era como un cuchillo en mi pecho.

Finalmente, me detuve en un parque y me senté en un banco. Miré a mi alrededor, viendo a las personas vivir sus vidas sin preocupaciones. Quería ser como ellos, quería que todo volviera a la normalidad, pero sabía que eso era imposible. Tenía que enfrentar lo que había sucedido, tenía que encontrar la fuerza para seguir adelante, aunque el camino estuviera lleno de incertidumbre.

El sol comenzaba a ponerse, y las sombras se alargaban. Me di cuenta de que no podía huir para siempre, pero por ahora, solo necesitaba un respiro, un momento para recuperar algo de calma antes de enfrentar lo que vendría después. Sabía que el tiempo seguiría avanzando, y que tarde o temprano tendría que enfrentar a Keilan y todo lo que había sucedido. Pero por ahora, solo quería un momento para encontrar mi centro, para recordar quién era y lo que realmente importaba.

Estaba sentado en el banco del parque, viendo cómo el sol comenzaba a ocultarse tras los edificios. El cielo se llenaba de tonos naranjas y rosados, y la brisa de la tarde movía las hojas de los árboles, pero la belleza del atardecer no lograba calmar la tormenta en mi cabeza. Mis pensamientos giraban en círculos, regresando una y otra vez a la misma pregunta: ¿Cómo vivir sin Keilan?

La idea de que Keilan no volviera nunca era como un peso sobre mi pecho, una angustia que no dejaba de crecer. Quería pensar que podría superarlo, que el tiempo curaría las heridas, pero ahora mismo, eso parecía imposible. El dolor de perderlo, de arruinar todo lo que habíamos construido, era demasiado grande para procesarlo.

Me pregunté qué haría si nunca volviera a escuchar su voz, si nunca volviera a sentir su abrazo, si el calor de sus besos se convirtiera en un recuerdo distante. ¿Cómo se supone que seguiría adelante sabiendo que había tenido algo especial y lo había perdido por culpa de un malentendido, de una situación fuera de mi control?

La rabia y la tristeza se entrelazaban, creando una maraña de emociones que era imposible desenredar. Me culpaba a mí mismo por no haber sido más claro, por no haber encontrado las palabras para explicar la situación a tiempo. Pero también sabía que la culpa no era completamente mía, que Marcos había jugado sucio y que Evan, aunque con buenas intenciones, había empeorado las cosas.

¿Qué pasaría si Keilan nunca me diera otra oportunidad? La idea me hacía sentir frío por dentro, como si el mundo hubiera perdido su color y todo lo que quedaba fuera el gris de la desesperanza. Me di cuenta de que no solo era el amor lo que había perdido, sino también la posibilidad de construir algo con alguien que realmente me importaba.

Miré a mi alrededor, viendo a otras personas caminando por el parque, algunas solas, otras de la mano. ¿Cómo hacían para seguir adelante después de perder a alguien? ¿Cómo encontraban la fuerza para levantarse cada mañana y enfrentar el día cuando todo parecía perdido? No tenía respuestas, solo preguntas que me atormentaban.

Me pregunté si alguna vez volvería a sentirme feliz sin Keilan, si alguna vez podría encontrar consuelo en otras cosas, en otras personas. Pero por ahora, la idea de vivir sin él me parecía insostenible. No sabía cómo seguir adelante, cómo encontrar un nuevo propósito, cómo dejar de sentir este vacío.

El sol desapareció por completo, dejando solo la oscuridad y las luces de la ciudad que comenzaban a encenderse. Sentí un escalofrío recorrerme la columna, como si el frío de la noche reflejara el frío que sentía por dentro. Pero sabía que tenía que encontrar la manera de seguir adelante, aunque la idea de vivir sin Keilan fuera aterradora.

Me quedé sentado allí, dejando que la noche cayera a mi alrededor, pensando en cómo seguir adelante, cómo reconstruir algo cuando todo parecía destruido. Sabía que el camino sería largo y difícil, pero también sabía que tenía que encontrar la fuerza para dar el primer paso, para aprender a vivir con el dolor y, con suerte, algún día, encontrar la paz.

YoursWhere stories live. Discover now