15. Rumores

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Entrar en el aula era como cruzar una puerta a un mundo donde todos sabían algo sobre ti. Mientras caminaba hacia mi asiento, sentí las miradas, el susurro constante y la sensación de que cada palabra que pronunciaban tenía que ver conmigo y con el video de la noche anterior. Traté de ignorar el murmullo, de concentrarme en mis propios pensamientos, pero era como tratar de ahogar el ruido de un concierto con un suspiro.

Me senté en mi lugar habitual, al final del aula, esperando que la clase comenzara pronto para distraerme del alboroto. Evan estaba a mi lado, sonriendo como si todo fuera normal, pero incluso él notaba el ambiente. De vez en cuando, miraba alrededor y levantaba una ceja cuando escuchaba a alguien susurrar. Los cuchicheos eran como un zumbido de fondo, una constante que no podía apagar. No era solo sobre el video, sino sobre lo que implicaba. Alguien mencionó la esfera de la muerte, otra persona habló sobre el motorista misterioso, y luego escuché a alguien más preguntar por qué yo estaba allí. Era como si todos estuvieran tratando de darle sentido a la misma historia, cada uno con su propia versión. Mi estómago se encogió cuando escuché a un grupo de chicas en la esquina hablar sobre el motorista. Una de ellas decía que era guapísimo, mientras otra hablaba de sus tatuajes y su actitud de chico malo. Era el tipo de conversación que normalmente me hubiera hecho reír, pero ahora solo me ponía más nervioso. ¿Qué pensarían si supieran que me había llevado en su moto, que había estado tan cerca de él que podía sentir su respiración?

El profesor entró en el aula y comenzó la clase, pero el murmullo no se detuvo por completo. Los cuchicheos seguían flotando en el aire, como si fueran tan importantes como la lección del día. Me obligué a prestar atención a las palabras del profesor, pero cada tanto, mi mente volvía a la noche anterior, al momento en que el motorista me había rescatado. Intenté recordar cómo era antes de todo esto, antes de que el motorista y la esfera de la muerte cambiaran la forma en que veía el mundo. Todo era más simple, más fácil. Pero ahora, cada palabra que escuchaba parecía tener un doble significado, y cada mirada que recibía era una pregunta sin respuesta.

Mientras el profesor escribía en la pizarra, escuché a dos chicos detrás de mí susurrar algo sobre "ese tipo" y "la esfera". Me di la vuelta y vi que me miraban, como si esperaran que dijera algo, pero solo me encogí de hombros y volví a prestar atención a la clase. No quería ser el centro de atención, pero sabía que eso sería inevitable mientras el video siguiera circulando. Quería que el día terminara rápido, que todo esto se desvaneciera, pero cada momento que pasaba solo parecía aumentar el ruido en mi cabeza. Traté de mantenerme tranquilo, de acallar los sentimientos que el motorista había despertado en mí, pero era como intentar contener una marea con las manos. El mundo se había vuelto más complicado, y yo no estaba seguro de cómo navegar por él sin perderme en el proceso.

Cuando sonó el timbre para el recreo, sentí un alivio momentáneo. Era como si el estruendo de la clase y los susurros incesantes finalmente se apagaran. Salí al patio, donde el aire fresco me golpeó el rostro, despejando un poco el constante ruido en mi mente. Evan seguía a mi lado, hablando sobre planes para el fin de semana, pero yo estaba tan inmerso en mis propios pensamientos que apenas lo escuchaba. Me encontré un rincón tranquilo, lejos del bullicio de los demás estudiantes, y me dejé caer en el suelo, apoyado contra una pared. Saqué mi cuaderno y comencé a garabatear, como hacía cuando necesitaba desconectar. Pero mis pensamientos seguían regresando al motorista, a esa noche y a las preguntas que no podía responder. Mientras estaba absorto en mis propios pensamientos, oí un murmullo más alto de lo normal proveniente de la entrada de la escuela. Levanté la vista, intrigado por el cambio en el ambiente, y entonces lo vi. El motorista estaba allí, de pie en la entrada, con su chaqueta de cuero y sus botas negras. Su cabello oscuro caía sobre sus hombros, y tenía una expresión seria mientras miraba alrededor. Sentí que el tiempo se detenía. No podía creer lo que veía. ¿Qué estaba haciendo allí, en mi escuela? ¿Había venido a buscarme? ¿O era solo una coincidencia? No parecía el tipo de persona que frecuentara un instituto, pero allí estaba, en medio de todo, llamando la atención sin siquiera intentarlo.

La multitud alrededor de la entrada comenzó a murmurar, algunos miraban con curiosidad, otros con asombro. La presencia del motorista, con su apariencia de chico malo, era suficiente para llamar la atención de todos. Pero para mí, era más que eso. Era como si su presencia volviera a conectar todos los cables que mi mente había tratado de desconectar durante la clase. Me levanté lentamente, sin saber qué hacer, ¿Debería acercarme? ¿Hablar con él? ¿O simplemente observar desde la distancia y ver qué hacía? Las hipótesis empezaron a surgir en mi cabeza, ¿Por qué estaba allí? ¿Podría ser que estuviera buscándome? ¿O era solo casualidad? Evan apareció a mi lado, notando mi repentino interés en la entrada.

- ¿Qué pasa? - Preguntó, siguiendo mi mirada - ¿Conoces a ese tipo?

Me encogí de hombros, tratando de parecer despreocupado, pero mi corazón latía rápido. No quería decir demasiado a Evan, especialmente con tanta gente alrededor, pero la presencia del motorista no podía ser ignorada. Había algo en él que parecía atraer a todo el mundo, pero para mí, era mucho más que eso. Era la conexión que había sentido la noche anterior, la electricidad de su contacto y la sensación de estar a salvo con él. Mientras observaba desde la distancia, me pregunté si debía acercarme y hablar con él. Pero el miedo a lo que los demás pensarían, a lo que Evan diría, me hizo dudar. No quería llamar la atención más de lo que ya lo había hecho el video, pero tampoco quería perder la oportunidad de entender por qué el motorista estaba allí. Decidí esperar y observar, tratando de no ser obvio. Quería ver qué hacía el motorista, si se acercaría a alguien o si simplemente estaba de paso. Pero cada minuto que pasaba sin que él hiciera nada, solo aumentaba mi ansiedad. ¿Por qué estaba allí? ¿Era por mí? Y si lo era, ¿Qué significaría eso para el caos que ya estaba tratando de contener en mi mente?

YoursWhere stories live. Discover now