32. Mensaje

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Estaba en clase, pero mi mente estaba en otro lugar. El profesor hablaba, escribía en la pizarra, pero sus palabras eran un zumbido distante, como el eco de algo que no podía alcanzar. Tenía el móvil en las manos, el viejo aparato que me había dado mi madre. El número de Keilan estaba ahí, esperando, pero no podía encontrar el valor para hacer algo al respecto.

Mis manos sudaban, el teléfono resbalaba ligeramente entre mis dedos. Miraba la pantalla una y otra vez, el cursor parpadeando en el campo de texto del mensaje. La idea de enviar un simple "hola" me llenaba de nerviosismo, pero al mismo tiempo, sentía que si no lo hacía ahora, nunca lo haría. Los murmullos de los compañeros, el sonido de los papeles y los clics de los bolígrafos contra las mesas eran un ruido de fondo que aumentaba mi ansiedad.

El profesor hacía preguntas a la clase, pero yo no podía concentrarme. Todo lo que importaba era el teléfono en mis manos, el mensaje a medias, y la sensación de que estaba a punto de hacer algo que cambiaría todo. Mi corazón latía con fuerza, y me preguntaba si los demás podían escuchar el sonido, si podían ver mi nerviosismo reflejado en mi rostro.

Finalmente, decidí que tenía que hacerlo. No podía esperar más. Con el pulso acelerado, escribí "hola" y envié el mensaje. Fue un movimiento rápido, como si temiera que el valor me abandonara antes de pulsar el botón de enviar. El teléfono emitió un suave zumbido, y mi corazón se detuvo por un instante.

No quería ni mirar la pantalla, no quería ver si el mensaje había sido recibido o si Keilan respondería. Guardé el teléfono bruscamente en mi mochila y me obligué a mirar hacia el frente, tratando de parecer concentrado en la lección. Pero mi mente estaba lejos de la clase, esperando, temiendo, preguntándome qué significaría la respuesta de Keilan, si es que llegaba.

Mis compañeros seguían hablando entre ellos, algunos tomando notas, otros simplemente escuchando al profesor. Pero para mí, todo se había detenido en ese momento. Cada sonido parecía amplificado, cada movimiento se sentía como un eco en el silencio que ahora me rodeaba. El teléfono estaba en mi mochila, fuera de la vista, pero el peso de lo que acababa de hacer seguía colgando sobre mí.

Miraba la pizarra, tratando de enfocarme en lo que el profesor decía, pero todo parecía sin sentido. Mi mente solo pensaba en Keilan, en el mensaje que acababa de enviar, y en lo que podría significar su respuesta. El miedo y la emoción se mezclaban en mi pecho, creando una tormenta de sensaciones que no podía controlar.

Esperaba que el profesor no me llamara para responder alguna pregunta, porque no habría sabido qué decir. Todo lo que importaba ahora era el teléfono en mi mochila, el mensaje enviado, y el silencio que parecía estirarse infinitamente mientras esperaba una respuesta que podía cambiarlo todo.

El profesor me llamó la atención de repente, su voz cortando el zumbido de mis pensamientos y atrayendo la mirada de toda la clase hacia mí. Me giré, todavía en shock por el mensaje que acababa de enviar, y vi su expresión seria mientras señalaba mi mochila.

- Logan, saca el teléfono y dámelo - dijo, con un tono que no dejaba lugar a discusión - Vamos a ver qué es tan importante que no puedas prestar atención en mi clase.

El miedo se apoderó de mí. No había tenido tiempo de ver la respuesta de Keilan, pero el hecho de que el profesor estuviera a punto de leerlo delante de todos me paralizó. Sabía que no era una buena idea llevar un teléfono a clase, pero ahora era demasiado tarde para arrepentirse.

Saque el teléfono de la mochila, sintiendo la mirada de mis compañeros clavada en mí. La tensión en el aula aumentó a medida que el profesor tomaba el teléfono de mis manos y lo desbloqueaba. Todos estaban atentos, esperando ver qué era lo que había distraído tanto al chico que apenas prestaba atención.

El profesor leyó el mensaje, y su expresión cambió de seria a incómoda en cuestión de segundos. No esperó ni un segundo antes de devolverme el teléfono, su rostro completamente avergonzado. No podía creer lo que acababa de leer, y su incomodidad era palpable en el aire.

- Eso es... um... no apropiado para clase. - dijo, tratando de recuperar la compostura mientras todos a su alrededor comenzaban a reír y cuchichear - Mantén el teléfono guardado y presta atención, por favor.

Mis compañeros comenzaron a reír y a murmurar entre ellos, algunos incluso señalaron en mi dirección, tratando de adivinar quién había enviado un mensaje que había puesto tan incómodo al profesor. Sentí el rubor subir a mis mejillas, y mi corazón latía con fuerza por la vergüenza y la sorpresa. El mensaje de Keilan era directo, sin rodeos, y ahora toda la clase sabía que alguien me había devorado en la fiesta y tenía ganas de hacerlo de nuevo.

Los cuchicheos y las risas crecieron, y algunas personas se inclinaron hacia mí, intentando obtener más información. Algunos preguntaron en voz baja si tenía un novio secreto, otros simplemente reían por la incomodidad del profesor. Mi cabeza giraba, intentando encontrar una manera de salir de esa situación sin exponer demasiado.

El teléfono ahora estaba de vuelta en mi bolsillo, y el mensaje de Keilan seguía resonando en mi mente. "Hey lindo, entiendo que eres el chico que devoré en la fiesta del otro día, tengo ganas de hacerlo de nuevo, ¿Cuando estás libre?" No sabía si reír o esconderme bajo la mesa. La clase se había convertido en un circo, con todos queriendo saber más sobre mi vida personal, pero yo solo quería desvanecerme en el aire y desaparecer.

El profesor intentó continuar con la lección, pero la atmósfera de la clase había cambiado por completo. Todo el mundo estaba más interesado en el mensaje que en lo que estaba escrito en la pizarra, y yo solo quería encontrar una manera de salir de ahí sin llamar más la atención. La vergüenza era abrumadora, y el hecho de que Keilan hubiera enviado un mensaje tan atrevido solo complicaba todo aún más.

YoursWhere stories live. Discover now