39. Nervios

2 1 0
                                    

Después de disfrutar de los helados y compartir algunas risas entre comentarios atrevidos y sonrisas, el ambiente en la heladería se volvió más relajado. Me sentía menos tenso, aunque la presencia de Keilan siempre mantenía mi corazón acelerado. La forma en que me miraba, con esos ojos oscuros llenos de curiosidad, hacía que cada momento se sintiera único, como si estuviéramos creando recuerdos que llevaría conmigo durante mucho tiempo.

Cuando terminamos de comer, Keilan se levantó y se estiró, su chaqueta de cuero crujía ligeramente con el movimiento. Miró a su alrededor y luego se volvió hacia mí con esa sonrisa que sugería que siempre estaba pensando en algo emocionante para hacer.

- Bueno, ¿Y ahora qué? - Preguntó, inclinando la cabeza ligeramente - ¿Qué quieres hacer?

La pregunta era simple, pero tenía un peso importante. Había tantas cosas que podía sugerir, pero mi mente giraba buscando la respuesta correcta. Parte de mí quería alargar la cita lo más posible, encontrar algo emocionante que hacer con Keilan, algo que nos mantuviera juntos por un tiempo. Pero otra parte de mí se sentía un poco insegura, como si no quisiera arriesgarme a más situaciones incómodas.

Me encogí de hombros, tratando de parecer despreocupado, pero en realidad estaba pensando en cada opción posible. ¿Deberíamos dar un paseo por la ciudad? ¿Ir a algún lugar más tranquilo para hablar? ¿O tal vez algo más atrevido, algo que solo Keilan podría sugerir? No quería parecer aburrido ni indeciso, pero tampoco quería elegir algo que pudiera arruinar el momento.

- No sé, ¿Qué te apetece a ti? - Respondí, devolviendo la pregunta con una sonrisa - Estoy abierto a lo que sea.

Keilan se rió, como si hubiera anticipado mi respuesta, y se acercó un poco más, el cuero de su chaqueta rozando mi brazo. Su cercanía me hizo temblar ligeramente, pero su actitud relajada me tranquilizaba.

- Bueno, depende de ti... - dijo, su voz suave pero llena de intención - podemos dar una vuelta, ver a dónde nos lleva la noche, o podemos encontrar algo más emocionante para hacer. A mí me gusta la aventura, pero no quiero empujarte a algo que no quieras.

Sus palabras eran amables, pero había algo más en su tono, algo que sugería que estaba listo para cualquier cosa. Keilan siempre parecía tener un plan, incluso si no lo compartía conmigo. Y eso era parte de lo que me atraía de él, esa sensación de que cada momento podía ser una sorpresa.

Pensé en mis opciones, en lo que significaría seguir con esta cita por la ciudad, en la posibilidad de que alguien nos viera y qué podría suceder después. Pero al mismo tiempo, la idea de explorar con Keilan, de descubrir qué aventuras podía tener para nosotros, era demasiado tentadora para ignorarla.

- Me gusta la idea de dar una vuelta. - dije finalmente, esperando que fuera la respuesta correcta - Veamos qué encontramos.

Keilan asintió, su sonrisa se hizo más amplia, y me hizo un gesto para que lo siguiera hacia la salida de la heladería. No sabía qué esperar de esta noche, pero estaba dispuesto a descubrirlo. Keilan tenía esa habilidad de hacer que todo pareciera emocionante, y yo quería ver hasta dónde nos llevaría esta aventura.

Cuando salimos de la heladería, el aire fresco de la noche fue como un suave respiro después del calor y la dulzura del helado. Keilan caminaba con esa confianza que lo hacía destacar, sus botas resonando suavemente contra el pavimento mientras avanzábamos por la calle. Había algo en su paso, en la forma en que mantenía la cabeza erguida, que sugería que siempre sabía exactamente lo que quería.

Yo seguía a su lado, todavía procesando todo lo que había pasado en la heladería. El incidente con Marcos y el coqueteo de Keilan me habían dejado un poco aturdido, pero a medida que caminábamos, sentí que todo comenzaba a fluir con más naturalidad. El simple hecho de estar con él, de compartir estos momentos, hacía que el resto del mundo pareciera menos importante.

YoursWhere stories live. Discover now