53. Vamos

2 0 0
                                    

Estaba en mi cuarto, preparándome para la cita con Marcos, pero cada movimiento que hacía me resultaba angustiante. El simple acto de elegir qué ponerme, de peinarme y de intentar parecer tranquilo, se sentía como un peso que aplastaba mi pecho. Todo parecía mal, como si mi cuerpo rechazara la idea de salir con alguien que me estaba chantajeando. La idea de hacerlo por una razón tan sórdida solo hacía que me sintiera más asqueado.

Mientras me miraba al espejo, tratando de arreglar mi cabello, no podía dejar de pensar en Keilan. Su sonrisa, la forma en que me miraba, el calor de sus abrazos... Todo eso estaba en mi mente, haciendo que me sintiera culpable por lo que estaba a punto de hacer. Pero sabía que esta cita era la única manera de proteger lo que teníamos, de evitar que la foto se difundiera y arruinara nuestra relación antes de que tuviera la oportunidad de crecer.

Me puse una camisa y la abotoné lentamente, cada botón era como una condena. Sentía que estaba traicionando a Keilan, incluso si él no sabía nada de esto. Sabía que si se enterara, no entendería por qué lo estaba haciendo, y eso me rompía el corazón. Pero al mismo tiempo, no podía dejar que Marcos hiciera lo que quisiera. Tenía que proteger a Keilan y a mí mismo de las repercusiones que podría tener esa foto.

El reloj en mi escritorio seguía avanzando, el tic-tac era un recordatorio constante de que el tiempo se estaba acabando. Tenía que salir pronto para no llegar tarde a la cita, pero cada segundo que pasaba solo aumentaba mi angustia. Me senté en la cama, respirando profundamente, intentando calmarme, pero mi mente seguía corriendo en círculos.

Keilan era importante para mí, más de lo que había querido admitir incluso a mí mismo. La idea de perderlo por algo tan mezquino como una foto era aterradora. Pero también sabía que tenía que hacer lo que fuera necesario para protegerlo, incluso si eso significaba sacrificar un poco de mi dignidad. Estaba atrapado entre dos fuerzas opuestas: el deseo de ser honesto y el miedo a las consecuencias.

Me levanté y miré por la ventana, viendo la ciudad a lo lejos. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos cálidos. Normalmente, esa vista me calmaba, pero hoy solo me recordaba que el tiempo estaba corriendo, que tenía que enfrentar la realidad de esta cita con Marcos. No quería ir, pero sabía que no tenía elección.

Me miré una última vez en el espejo, tratando de parecer más seguro de lo que me sentía. No quería que Marcos notara mi nerviosismo ni que pensara que tenía poder sobre mí. Pero la verdad era que estaba aterrado, y todo lo que podía pensar era en Keilan, en cómo estaría decepcionado si supiera lo que estaba haciendo.

Respiré profundamente, tratando de reunir la fuerza para salir de mi cuarto y enfrentar lo que estaba por venir. Sabía que esta cita no sería fácil, pero también sabía que tenía que hacerlo para proteger a Keilan y a mí mismo. Y aunque el miedo y la angustia me consumían, sabía que tenía que ser fuerte, al menos por ahora. Tenía que hacerlo por nosotros dos.

Salí de la casa a paso apresurado, tratando de mantener el ritmo para no llegar tarde. La ansiedad me empujaba hacia adelante, pero mi mente seguía cargada con pensamientos de duda y miedo. Había quedado con Marcos en el cine, un lugar público donde esperaba sentirme un poco más seguro. Sin embargo, a medida que me acercaba al lugar, sentía cómo la presión en mi pecho aumentaba.

El cine estaba ubicado en un centro comercial, un lugar lleno de gente que parecía una burbuja de actividad en medio de la tarde. El bullicio y las luces no me ayudaban a calmar los nervios; en cambio, me hacían sentir aún más ansioso por lo que estaba a punto de hacer. Busqué a Marcos entre la multitud y lo encontré esperándome cerca de la entrada del cine.

Marcos estaba apoyado contra una pared, con los brazos cruzados y una actitud relajada. Su cabello era castaño claro, cortado en un estilo desordenado pero con un toque de rebeldía. Llevaba una chaqueta de mezclilla sobre una camiseta negra, y sus jeans estaban ligeramente desgastados, como si hubiera hecho un esfuerzo consciente por parecer despreocupado. Sus ojos eran de un color avellana profundo, con una chispa de picardía que nunca desaparecía, y su sonrisa tenía esa mezcla de arrogancia y encanto que siempre parecía poner a la gente en guardia.

Marcos me vio acercarme y su sonrisa se ensanchó. Había algo en su actitud que me ponía incómodo, como si supiera que tenía ventaja y estaba dispuesto a usarla. Se enderezó y me hizo un gesto para que me acercara, como si fuéramos viejos amigos.

- ¡Logan! Me alegra que vinieras. - dijo, su voz suave pero con un toque de burla - Estaba empezando a pensar que me dejarías plantado.

Su tono me hizo sentir aún más nervioso. No quería que esta cita se convirtiera en algo incómodo, pero Marcos parecía decidido a mantener el control de la situación. A medida que me acercaba, me di cuenta de que tenía que ser cuidadoso con mis palabras y mis acciones. No quería darle más poder del que ya tenía.

- Llegué a tiempo, ¿No? - respondí, tratando de sonar casual pero mi voz temblaba un poco - Vamos a entrar, ¿Te parece?

Marcos asintió, pero su mirada seguía escrutándome, como si estuviera buscando algo más. Había algo inquietante en su expresión, algo que me hacía sentir como si estuviera siendo evaluado. Intenté mantener la calma, pero mis manos estaban sudorosas y mi corazón latía más rápido de lo normal.

Mientras entrábamos al cine, sabía que esta cita sería un desafío. Marcos tenía un motivo oculto, y yo tenía que navegar por esta situación sin ceder más de lo necesario. Pero el miedo de que la foto se hiciera pública me mantenía en alerta, y cada paso que daba hacia el cine se sentía como un paso hacia territorio desconocido.

YoursWhere stories live. Discover now