62. Novio

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La respuesta de Keilan fue como un bálsamo para mi alma herida. La calma en su voz, la comprensión en su mirada... Todo eso era más de lo que esperaba. Sentí que el peso de todo lo que había pasado se desvanecía lentamente, pero con ello llegó una oleada de emociones que me sobrepasó.

Las lágrimas comenzaron a brotar sin previo aviso. Primero un sollozo suave, pero luego fue como si una presa se rompiera, liberando toda la angustia, el miedo y la tristeza que había estado acumulando. Mis hombros temblaban y mi respiración se volvía irregular mientras las lágrimas recorrían mis mejillas. No pude contenerme, era demasiado.

Keilan no dudó. Se acercó y me abrazó con fuerza, sus brazos alrededor de mí como un refugio seguro. Sentí su calor, su fuerza, y eso solo hizo que mis lágrimas cayeran con más intensidad. Fue como si todo el dolor del pasado se desmoronara en un instante, y solo quedara el alivio de saber que alguien todavía se preocupaba por mí, a pesar de todo lo que había pasado.

Lo abracé con la misma intensidad, aferrándome a él como si fuera mi ancla en medio de una tormenta. El mundo se volvió más pequeño, más íntimo, solo yo y él en ese momento, y todo lo demás desapareció. Mis manos se aferraron a su chaqueta, y apoyé mi cabeza en su hombro, sintiendo su respiración tranquila y constante.

Keilan me dejó llorar, no dijo nada, solo me sostuvo con esa firmeza calmada que siempre tuvo. Cada lágrima que derramaba parecía aligerar un poco más mi carga, y aunque no podía detener el torrente, sentí que estaba bien, que no tenía que ser fuerte todo el tiempo.

Después de lo que pareció una eternidad, levanté la cabeza y lo miré a los ojos. Su rostro estaba tan cerca del mío, y aunque las lágrimas seguían cayendo, pude ver la suavidad en su mirada. No había enojo, ni juicio, solo comprensión y algo más profundo que no podía describir.

Y entonces lo dije. Por primera vez, las palabras salieron de mis labios, tan honestas y llenas de emoción que no podía contenerlas más.

- Te quiero, Keilan. - dije, mi voz entrecortada por el llanto - Te quiero de verdad.

Keilan me miró con una mezcla de sorpresa y ternura. Sonrió, y aunque las lágrimas todavía corrían por mi rostro, esa sonrisa me dio esperanza. Se inclinó hacia mí y me besó, un beso lleno de pasión y alivio, como si todo el dolor y la confusión del pasado se desvanecieran en ese instante. Fue un beso que lo decía todo, que confirmaba lo que había sentido desde el principio. Nos quedamos abrazados bajo el cielo estrellado, y por un momento, todo estuvo bien. El amor que sentía por Keilan era real, era profundo, y aunque el camino por delante fuera incierto, sabía que lo recorrería con él. Y mientras me sostenía y me besaba, sentí que la esperanza había vuelto, y que tal vez, solo tal vez, el futuro podría ser brillante de nuevo. Las lágrimas todavía rodaban por mi rostro mientras Keilan me abrazaba, su calor y su fuerza envolviéndome. El beso que compartimos fue intenso, lleno de emociones que no necesitaban palabras para ser entendidas. Fue como si, por un momento, el dolor y la confusión del pasado se disiparan, dejando solo el sentimiento puro y profundo que había entre nosotros.

Cuando nos separamos, Keilan me miró a los ojos, su sonrisa suave y sus pupilas brillantes. Había algo en su mirada que me decía que todo estaría bien, que este era el comienzo de algo nuevo y hermoso.

- Yo también te quiero, Logan. - dijo Keilan, con una voz cálida y firme - Te quiero desde que te conocí.

Mi corazón dio un vuelco al escuchar esas palabras. Era como si toda la espera, todo el dolor, hubiera valido la pena solo para llegar a este momento. Me quedé sin palabras, pero la sonrisa que se dibujó en mi rostro lo decía todo. Había esperanza, había amor, y era mutuo. Entonces, Keilan hizo algo que me tomó por sorpresa. Sacó un anillo de su bolsillo, uno que siempre llevaba con él. Era un anillo con forma de águila, de metal oscuro, y era uno de sus objetos más preciados. Lo miré con asombro mientras él lo sostenía frente a mí, y luego me tomó la mano con ternura.

- Quiero que seas mi novio. - dijo Keilan, su tono lleno de emoción y sinceridad - Quiero que estemos juntos, Logan. Quiero compartir mi vida contigo.

Me quedé atónito por un momento, pero luego las lágrimas volvieron, esta vez de felicidad. No podía creer que Keilan estuviera haciendo esto, que me estuviera pidiendo algo tan importante, algo que significaba tanto para mí. Sentí que mi corazón iba a estallar de alegría, y con la voz temblorosa por la emoción, dije que sí.

- Sí, Keilan, quiero ser tu novio. - respondí, casi sin poder creer lo que estaba pasando - Quiero estar contigo.

Keilan sonrió y deslizó el anillo en mi dedo anular. Era un gesto simbólico, pero significaba todo para mí. Sentir el metal frío contra mi piel, saber que Keilan me había dado algo tan valioso, era un recordatorio de que el amor, incluso después de todo el dolor, podía prevalecer.

Nos abrazamos de nuevo, con más intensidad que antes. El viento soplaba suavemente en el mirador, y las luces de la ciudad brillaban en la distancia. Todo parecía perfecto en ese momento, como si el universo hubiera conspirado para que este instante fuera mágico.

Keilan me besó de nuevo, y esta vez, fue un beso lleno de promesas y sueños por cumplir. Sabía que no todo sería fácil, que todavía había muchas cosas por resolver, pero al menos ahora tenía algo por lo que luchar, algo que me daba esperanza y alegría.

El anillo en mi dedo era un recordatorio de que el amor era real, de que Keilan y yo teníamos algo especial. Y mientras nos abrazábamos bajo el cielo estrellado, supe que estaba listo para enfrentar lo que viniera, porque ahora tenía a alguien que me amaba tanto como yo lo amaba a él. Y eso era suficiente para hacer que el futuro pareciera brillante.

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