23. Baile

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El alcohol comenzó a hacerme efecto, y la música de la fiesta empezó a resonar de una manera diferente, como si cada nota vibrara a través de mí, liberando la tensión que había acumulado durante todo el día. Me sentí más relajado, menos preocupado por lo que los demás pensaran. La pista de baile estaba llena de gente, todos moviéndose al ritmo de la música, y de repente, la idea de unirme a ellos no me parecía tan mala. Me giré hacia Marcos, quien seguía hablando animadamente sobre algo que no estaba escuchando. El alcohol me dio el valor que necesitaba para acercarme y decirle algo sin pensar demasiado.

- ¿Bailamos? - Le pregunté, con una sonrisa.

Marcos pareció sorprendido al principio, pero luego sonrió ampliamente, como si esperara esa invitación.

- ¡Claro! Vamos, quiero ver tus movimientos. - Dijo, y juntos nos dirigimos a la pista de baile.

La música era enérgica, con un ritmo constante y un bajo que hacía vibrar el suelo. Comencé a moverme al son de la melodía, dejándome llevar por el flujo de la música y el calor de la multitud. Marcos bailaba a mi lado, moviéndose con entusiasmo, pero algo en mí cambió cuando levanté la vista y vi a Keilan entre la multitud, observándome con atención. Él estaba parado al borde de la pista de baile, con los brazos cruzados y una expresión seria. La chica que estaba con él hablaba con alguien más, pero sus ojos estaban fijos en mí. Fue como si el resto de la fiesta desapareciera por un momento, y solo quedáramos él y yo. La mirada de Keilan era intensa, y algo en ella me hizo sentir más seguro, más audaz.

De repente, todos mis movimientos en la pista de baile fueron para Keilan. Me moví con más sensualidad, balanceando las caderas al ritmo de la música y dejando que mi cuerpo se soltara. La sensación de bailar al son de la música, con el alcohol fluyendo por mis venas, me hizo olvidar la confusión y el dolor que había sentido antes. Cada paso, cada giro, era un mensaje para Keilan, aunque él no pudiera oírlo. Marcos seguía bailando a mi lado, pero ahora era solo un compañero de danza. Mi atención estaba completamente centrada en Keilan, en la forma en que me observaba desde la distancia. Sus ojos seguían mis movimientos, y aunque no podía ver su expresión con claridad, sabía que estaba prestando atención. Era como si el baile fuera una forma de comunicación, una manera de decirle lo que no podía expresar con palabras. Me dejé llevar por la música, moviéndome con confianza y libertad, sabiendo que Keilan estaba mirando. Cada paso era una declaración, un desafío, un intento de captar su atención de una manera que no había intentado antes. El alcohol me daba el valor que necesitaba para hacer algo que normalmente no habría hecho, y el hecho de que me estuviera observando solo aumentaba mi audacia. La pista de baile se volvió un escenario, y yo era el protagonista, bailando para él, dejándole saber que, aunque la confusión y la tristeza seguían presentes, todavía tenía la fuerza para enfrentar todo lo que viniera. Aunque no sabía qué significaría este momento para el futuro, esa noche, en la pista de baile, solo importaba la conexión entre nosotros, incluso si solo era a través de la música y el movimiento.

Marcos se acercó más mientras bailábamos, sus manos se posaron en mi cintura y comenzó a moverse conmigo, frotándose al ritmo de la música. Era algo inesperado, pero el alcohol y el ambiente de la fiesta hacían que todo pareciera más fluido, más libre. No me importó al principio, pero cuando levanté la vista y vi a Keilan observando, su expresión seria y sus labios apretados, algo en mí se agitó.

Mi observador estaba al borde de la pista de baile, con los brazos cruzados, observando cómo Marcos y yo nos movíamos juntos. Su mirada era intensa, como si tratara de leer cada detalle de lo que estaba sucediendo. El hecho de que Keilan pudiera estar celoso me sorprendió y, a la vez, me emocionó. Era como si el poder hubiera cambiado de manos, como si yo tuviera algo que él no esperaba. Marcos seguía bailando, cada vez más cerca, su cuerpo rozando el mío con confianza. Podía sentir el calor de su aliento y el ritmo de su corazón, y aunque me hacía sentir algo incómodo, el hecho de que Keilan nos estuviera mirando me hizo continuar. Era un juego peligroso, pero el alcohol y la adrenalina me daban el valor para no retroceder. A medida que la música continuaba, me dejé llevar por la sensación de estar en el centro de la atención de Keilan. Sus ojos seguían cada movimiento, y aunque no podía ver su rostro con claridad, su postura y el ceño fruncido me dijeron todo lo que necesitaba saber. Había algo en su expresión que me hacía querer más, como si supiera que tenía el poder de cambiar el tono de la noche.

Marcos no parecía darse cuenta de la tensión que se estaba acumulando entre Keilan y yo. Para él, solo era una noche de fiesta, de bailar y divertirse. Pero para mí, cada movimiento tenía un significado más profundo, como si estuviera desafiando a mi motero a reconocer lo que había entre nosotros. Aunque nunca habíamos hablado de ello, el hecho de que se sintiera celoso me encendió, agitó mi sangre y me hizo querer seguir adelante. La pista de baile estaba llena de gente, pero para mí, solo importaba la conexión entre Keilan y yo. Cada vez que me movía más cerca de Marcos, cada vez que nuestros cuerpos se frotaban, le miraba para ver su reacción. Y cada vez que veía su expresión endurecerse un poco más, sentía una ola de emoción que me impulsaba a seguir.

Era un juego peligroso, pero en ese momento, no me importaba. Quería ver hasta dónde podía llegar, qué tanto podía hacer que Keilan reaccionara. La idea de que pudiera estar celoso, de que pudiera sentir algo por mí, me hacía sentir poderoso, como si estuviera en control de algo por primera vez en mucho tiempo. Marcos no se daba cuenta de todo lo que estaba sucediendo en el trasfondo. Seguía bailando conmigo, disfrutando del momento, mientras yo me movía al ritmo de la música, pero cada paso, cada giro, era un mensaje para Keilan. Quería que supiera que, aunque yo era el que estaba siendo observado, él también estaba siendo puesto a prueba. La música seguía retumbando, y el ambiente de la fiesta era un torbellino de sonidos y luces. Pero para mí, todo se reducía a esa conexión, a la forma en que Keilan me miraba, y a la sensación de saber que estaba haciendo que sus emociones cambiaran. No sabía dónde terminaría todo esto, pero por ahora, estaba dispuesto a ver hasta dónde podía llegar.

YoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora