7. Motos

7 1 0
                                    

El concierto había terminado y mis oídos seguían zumbando con el eco de las guitarras y la batería. Salimos del club y el frío de la noche nos golpeó, cortando el calor del interior. La calle estaba llena de gente, todos con el mismo estilo grunge que teníamos nosotros, todos hablando al mismo tiempo, como si la noche fuera demasiado corta para tanto entusiasmo.

Evan estaba junto a mí, todavía con la adrenalina del concierto a tope. Tenía esa mirada en los ojos que solo aparece cuando la noche promete algo más. Miraba hacia la esquina donde un grupo de motos ruidosas había empezado a congregarse. Los motores rugían, y el olor a gasolina y neumáticos quemados se mezclaba con el aire frío.

- ¡Vamos, tío! - dijo dándome un codazo - Están armando algo allí. Deberíamos ver qué pasa.

Yo no estaba tan seguro. Siempre me había gustado la música y los conciertos, pero esas reuniones de motos me ponían nervioso. Demasiado ruido, demasiada gente buscando problemas. Prefería mantenerme lejos de todo eso.

- No sé, E... - respondí, cruzándome de brazos - estoy cansado, ¿Por qué no vamos a buscar algo de comer? Hay un puesto de tacos cerca.

Este negó con la cabeza, casi sin escucharme.

- Vamos, será divertido. Además, ya estamos aquí, ¿Por qué no? No podemos irnos tan pronto. La noche es joven.

Intenté insistir, pero no me dejó terminar.

- ¡Vamos! Solo será un rato —dijo, tomándome del brazo y tirando de mí hacia el grupo de motos - ¿De qué tienes miedo?

No me gustaba la presión, pero él era mi único amigo y no quería parecer el aguafiestas, ni dejarlo a morir entre llantas y gasolina. De mala gana, lo seguí mientras avanzaba hacia el tumulto de motos y gente. La multitud era más grande de lo que parecía desde la distancia, y algunos tipos empezaban a hacer piruetas y trucos con sus motos. El rugido de los motores era ensordecedor, y la tensión en el aire era palpable. Me sentí incómodo. No era mi ambiente. Gente empujando, gritando, algunos visiblemente borrachos. Evan, sin embargo, parecía encantado, sonriendo mientras veía a un tipo hacer un caballito con su moto. Yo solo quería salir de allí. Intenté decirle que era mejor irnos, pero no me escuchaba, demasiado absorto en la acción. Me sentí atrapado, con la sensación de que algo podía salir mal en cualquier momento. Y en cierto modo, tenía razón.

- ¡Mira eso! - exclamó. El rugido de los motores resonaba en la calle, y una multitud se había reunido para ver el espectáculo. Varios motociclistas con chaquetas de cuero y cascos brillantes estaban haciendo piruetas y acrobacias, lanzando nubes de humo y quemando caucho. El olor a gasolina y a neumáticos quemados llenaba el aire.

Yo no estaba tan seguro. No me gustaba la combinación de motos ruidosas y gente eufórica. Siempre pensé que esas cosas eran demasiado arriesgadas, demasiado impredecibles. Pero Evan estaba entusiasmado. Se veía en sus ojos que quería estar allí, ser parte de esa energía. Estaba demasiado absorto en el espectáculo, viendo cómo un motociclista aceleraba, levantando la rueda delantera y recorriendo varios metros en un caballito. La multitud vitoreaba y aplaudía, pero yo solo podía pensar en cuántas cosas podían salir mal.

- ¡Y eso! - gritó, señalando a un motociclista que se preparaba para hacer un giro de 360 grados - ¡Increíble!

Pero para mí, no era increíble. Era aterrador. El ruido de las motos me hacía vibrar el pecho, y la cantidad de gente amontonada en la acera me ponía nervioso. Todo parecía tan impredecible, como si en cualquier momento algo pudiera salir mal. Intenté retroceder, pero la multitud me empujaba hacia adelante. Los motociclistas empezaron a hacer carreras por la calle, pasando a escasos centímetros de la gente. La adrenalina subió, pero no era la emoción del concierto. Era el miedo de que algo malo sucediera. El rugido de los motores llenaba el aire cuando el presentador anunció que habría un último espectáculo en el show de motos. Yo estaba listo para irme, pero mi amigo parecía decidido a quedarse. Me miró con esos ojos de emoción que solo ves cuando alguien está a punto de presenciar algo especial.

- Vamos, será el último, - me dijo, sonriendo - después nos vamos, lo prometo.

Suspiré, pero lo seguí. Siempre era así, buscando la emoción en todo momento, mientras que yo solía ser el que ponía un poco de sentido común. Aun así, la promesa de un último espectáculo tenía algo intrigante. El presentador hablaba con entusiasmo sobre lo que estaba por venir, y la multitud se arremolinaba alrededor del improvisado escenario donde los motociclistas esperaban para hacer sus trucos.

Había una especie de pasillo entre las barreras de seguridad y la multitud, y nos abrimos paso hasta un lugar donde podíamos ver bien. El escenario estaba iluminado con luces brillantes, y el humo de las motos se mezclaba con el aire frío de la noche. El presentador anunciaba a los motociclistas uno por uno, y la multitud aplaudía con cada nombre que se mencionaba.

El primer motociclista en salir era conocido por hacer acrobacias peligrosas. Se puso en posición y comenzó a hacer girar la moto en círculos, levantando una nube de polvo y humo. La gente aplaudía y gritaba mientras el motor rugía. Evan estaba emocionado, pero yo seguía sintiendo esa tensión en el aire, el segundo motociclista tenía una moto más grande y pesada. Hizo un par de trucos y luego empezó a acelerar a través del pasillo, haciendo caballitos y giros imposibles. Los vítores de la multitud crecían con cada maniobra, y yo solo podía pensar en lo cerca que estaban del público.

La multitud seguía agitada tras el último espectáculo, pero el presentador del show de motos subió al escenario con una expresión que prometía aún más emoción. Agitó el micrófono para calmar a la gente, que todavía vitoreaba y aplaudía, y luego anunció que el gran final incluiría algo nuevo: la Esfera de la Muerte. Evan y yo nos miramos con curiosidad. Habíamos oído hablar de ese tipo de shows, donde un motociclista entraba en una enorme esfera metálica y hacía trucos mientras giraba por dentro. No era algo que se viera todos los días, y la idea de verlo en persona era tanto emocionante como aterradora.

El presentador explicó que el motociclista haría varios giros y acrobacias dentro de la esfera, pero para hacerlo más emocionante, necesitaban un voluntario del público que se uniera al acto. La idea era que el voluntario se quedara dentro de la esfera mientras el motociclista hacía su espectáculo. La multitud empezó a murmurar y algunos levantaron la mano, pero la mayoría dudaba. Evan, por supuesto, estaba emocionado.

- ¡Vamos, tío! ¡Debes hacerlo! - Me dijo, empujándome ligeramente hacia el frente.

Me eché hacia atrás, sorprendido por la idea.

- ¡Ni de broma! ¿Sabes lo peligroso que puede ser eso? - Le respondí, tratando de sonar calmado, aunque mi corazón latía más rápido de lo normal.

Pero él no se rindió. Seguía empujándome suavemente hacia adelante mientras el presentador buscaba entre la multitud. A medida que la tensión crecía, me di cuenta de que no quería ser parte de ese espectáculo, pero Evan seguía insistiendo. Para él, era una oportunidad de tener una historia increíble para contar. Para mí, era una idea que solo podía salir mal.

- Vamos, será genial. Piensa en la adrenalina, en la experiencia. - Dijo sonriendo como un niño en una tienda de dulces.

Intenté resistirme, pero este ya había levantado mi mano, y el presentador me señaló desde el escenario.

- ¡Tú, el de la camiseta de Nirvana! - Gritó con entusiasmo - ¡Ven aquí!

La multitud comenzó a aplaudir y a animar, y antes de darme cuenta, estaba subiendo al escenario con el presentador. Mi mente daba vueltas, pero las luces y el ruido de la multitud eran abrumadores. Miré hacia abajo y vi a Evan, quien sonreía y hacía gestos con los pulgares hacia arriba. El presentador me dio algunas instrucciones rápidas, pero apenas las escuché. Me llevó a la entrada de la esfera, una estructura de metal entrelazado que parecía más pequeña de lo que había imaginado. El motociclista estaba ya adentro, ajustando su casco y preparando la moto. Respiré hondo mientras el presentador me dio una palmada en la espalda y me animó a entrar. La multitud seguía animando, y mi corazón latía como un tambor. Entré en la esfera y me coloqué en un pequeño espacio designado para el voluntario. El motociclista encendió la moto, y el rugido del motor retumbó dentro de la esfera, haciéndome temblar. La adrenalina estaba por las nubes, pero en ese momento, solo podía pensar en una cosa: salir de allí lo antes posible, y si era posible, intacto. El espectáculo estaba por comenzar, y yo solo esperaba que todo saliera bien.

YoursWhere stories live. Discover now