64. Saber

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Después de pasar un rato recorriendo el apartamento de Keilan, me sentí más relajado. Había algo en el lugar que reflejaba su esencia: un ambiente urbano y ecléctico, con objetos únicos que contaban historias sin palabras. Nos movimos por el espacio, hablando de las cosas más mundanas mientras él me mostraba sus colecciones de vinilos, las fotos de amigos en conciertos y algunos objetos de su infancia.

Finalmente, nos dirigimos al sofá, el mismo sofá de cuero negro que había visto días mejores pero que tenía una comodidad incomparable. Keilan se sentó y yo me recosté junto a él, apoyando mi cabeza en su regazo. Fue un gesto que se sintió natural, como si todo el dolor y la confusión de los últimos días se desvanecieran solo por estar tan cerca de él. Su mano comenzó a jugar suavemente con mi cabello, un gesto que siempre me calmaba.

- Es bonito, ¿Verdad? - dijo Keilan, refiriéndose a su apartamento - No es el lugar más elegante, pero me gusta tener cosas con carácter.

Asentí, mirando alrededor. El espacio tenía un aire relajado y auténtico, muy parecido a la persona que ahora me acariciaba el cabello. Me di cuenta de cuánto había echado de menos estos momentos de tranquilidad, estos gestos simples que significaban tanto.

- Es perfecto. - dije, sintiendo que el estrés se desvanecía poco a poco - Se nota que es tuyo.

Keilan se rió suavemente, un sonido bajo que me hizo sonreír. Siempre había tenido esa risa contagiosa, como si cada momento con él fuera una aventura. Me preguntaba cómo había pasado tanto tiempo sin esto, sin él.

- ¿Sabes qué? - dijo Keilan, su tono más suave - Me alegra que estés aquí. Ha sido una semana complicada, pero esto es... lo que necesitaba.

Lo miré desde mi posición, su rostro estaba tranquilo, pero había algo en sus ojos que me decía que también había estado lidiando con sus propios demonios. Era fácil olvidarlo, pensando en todo lo que yo había pasado, pero él también había tenido que enfrentarse a muchas cosas.

- Yo también necesitaba esto... - dije, sintiendo el calor de su cuerpo contra mi mejilla - no sé cómo hubiera superado todo sin ti.

Keilan dejó escapar un suspiro, como si soltara un peso que había estado llevando. Era un suspiro suave, pero significativo. Me di cuenta de que, aunque no siempre lo mostrara, él también había estado preocupado por nuestra relación, por lo que había pasado entre nosotros.

- Vamos a estar bien, Logan. - dijo Keilan, su tono lleno de certeza - No será fácil, pero quiero intentarlo contigo. Quiero que esto funcione.

Asentí, sintiendo una mezcla de esperanza y alivio. Hablar de nosotros dos, de nuestro futuro, era algo que me llenaba de emociones encontradas. Pero el simple hecho de que Keilan estuviera dispuesto a trabajar en nuestra relación me daba la fuerza para seguir adelante.

Hablamos durante un buen rato, el tiempo pasaba sin darnos cuenta. Hablamos de cosas serias y de cosas tontas, de nuestros sueños y de nuestros miedos. Cada palabra era un paso hacia adelante, una pequeña piedra en el camino para reconstruir lo que habíamos perdido. Y mientras me quedaba allí, apoyado en su regazo, me di cuenta de que este era el lugar donde quería estar, el lugar que llamaría hogar, siempre que Keilan estuviera a mi lado.

Mientras me recostaba en el regazo de Keilan, con su mano acariciando suavemente mi cabello, me di cuenta de lo poco que realmente sabía sobre él. Todo había pasado tan rápido entre nosotros que nunca habíamos tenido tiempo para las preguntas sencillas, las conversaciones cotidianas que ayudan a conocer a alguien de verdad. Ahora, sentados juntos en su apartamento, parecía el momento perfecto para cambiar eso.

- Oye, Keilan. - dije, mirando hacia arriba para ver su rostro - Me di cuenta de que no sabemos mucho el uno del otro. Quiero decir, sabemos cosas importantes, pero... ¿qué tal si nos hacemos preguntas para conocernos mejor?

Keilan sonrió, con esa sonrisa tranquila que me hacía sentir seguro. Asintió, como si le gustara la idea de tomarse el tiempo para conocernos a un nivel más personal.

- Me parece genial, - dijo, mirando a su alrededor como si buscara inspiración - ¿Qué te gustaría saber?

- Para empezar, cosas simples, - dije - cosas que normalmente preguntan los amigos. Por ejemplo, ¿Cuándo es tu cumpleaños?

Keilan pensó por un momento antes de responder.

- El 12 de agosto, - dijo - ¿Y el tuyo?

- 10 de abril. - Respondí, sintiendo una conexión simple pero significativa por compartir algo tan básico como la fecha de nacimiento.

Keilan sonrió y continuó.

- ¿Color favorito?

- Azul, - dije sin pensarlo - ¿El tuyo?

- Rojo. - Respondió Keilan, riendo un poco - Aunque también me gustan el negro y el gris. Supongo que eso explica la moto y la mayoría de mi ropa.

Seguimos con las preguntas básicas, cada respuesta revelando algo nuevo sobre el otro. Keilan me preguntó sobre mi música favorita, y le hablé de las bandas que me gustaban, descubriendo que teníamos algunos gustos en común. Cuando le pregunté a él, mencionó algunas bandas de rock clásico y otros artistas que nunca había escuchado, pero estaba interesado en descubrir. Hablamos de películas favoritas, de comida que nos encantaba, y de lugares que queríamos visitar algún día. Cada respuesta era una pieza del rompecabezas que componía la personalidad de Keilan, y lo mismo sucedía con mis respuestas para él. Era sorprendente cuánto más había por descubrir incluso después de todo lo que habíamos vivido juntos.

- ¿Sabes tocar algún instrumento? - pregunté, recordando la guitarra eléctrica que había visto en su apartamento.

- Un poco de guitarra. - respondió Keilan, señalando la esquina donde estaba la guitarra - No soy un experto, pero me gusta tocar de vez en cuando.

Me sentí emocionado al saber eso, pensando en cómo podríamos compartir momentos de música juntos. Cada respuesta parecía abrir una nueva puerta a nuestras vidas, permitiéndonos conectar de maneras que antes no habíamos considerado.

Finalmente, Keilan hizo una pausa y me miró con esa expresión que combinaba diversión y sinceridad.

- Me alegra que propusieras esto. - dijo - A veces, nos dejamos llevar por las cosas grandes y olvidamos que lo más importante son los detalles. Gracias por recordármelo.

Asentí, sintiéndome feliz de estar allí, de compartir estos momentos simples pero significativos. Sabía que todavía teníamos mucho camino por recorrer, pero estas pequeñas conversaciones eran un buen comienzo. Y mientras seguíamos haciéndonos preguntas y descubriendo más el uno del otro, sentí que este era el comienzo de algo realmente especial, algo que valdría la pena proteger y cuidar.

YoursWhere stories live. Discover now