CAPÍTULO 28: SÓLO MUERES CUANDO TE ENAMORAS

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Miércoles 03 de Diciembre.

Seguía recostado en un rincón de esa guarida, me moría de hambre y sed, me dolía el cuerpo y por las justas podía pararme. La noche anterior, horas después del secuestro y de los golpes constantes, la luna se había posado, así que me arrastré hacia la ventana y quise lanzar cualquier cosa para reventar, pero no había nada todo lo que tenían fríamente calculado, casi nada de gente transitaban y me quedé ahí por un largo rato, contemplándola.

La luna, me hacía recordar a ella, por lo hermosa, por la luz que brotaba y por la oscuridad que tenía a su alrededor. ¿Pensará en mí? Recordé lo que hace mucho ella me dijo: "Sólo mueres cuando te enamoras" Y por eso yo estoy pasando, pero si tengo que morir para que ella pueda ser feliz y vivir tranquila, lo haría millones de veces, eso es amar, sacrificarse por el otro. Con ella, es la única que enciende mi alma y es especial, un camino que nunca llegué a descifrar, pero amé con el alma y con el corazón, que siempre la escogí a ella ante todos y a pesar que los obstáculos fueron más fuertes que los dos, nuestro amor es el doble que ellos. Tengo que volverla a ver, así sea por última vez, podré morir al decirle a los ojos que es el amor que esperaba en mi vida y que la amo, con eso me basta. ¿Por qué? ¿A caso es un pecado amar? Me preguntaba.

Al fin y al cabo, habían conseguido su propósito matarme en vida, me dejaron sin mi gran mejor amigo, volvieron a una persona buena en oveja negra y lo que más me duele, es que me separaron de ella.

SEBASTIÁN Y FLAVIA

Tuve un sueño extraño donde Austin moría por mí, desperté por el calor y con gran miedo, a punto de llorar y levanté a Sebastián, se había quedado cuidándome toda la noche y acudió a mí cuando escuchó mis gritos y sin pensarlo como si fuéramos amigos de toda la vida, me abrazó, me consoló diciendo: Tranquila, tranquila, estoy aquí, esas palabras me hicieron recordar tanto a Austin, el cual me protegía, cuidaba y siempre sabía qué hacer para tranquilizarme.

-Austin-gemí nombrando su nombre.

-Tranquila, por favor, no te alteres-recostó mi cabeza en su pecho con gran fuerza y pronunciaba palabras para poder calmarme, había entrado en una crisis nerviosa.

-No te vayas-le dije, me estaba imaginando que era Austin, sus brazos calientes y su voz, era él, lo sentía.

-Shh... No digas nada, aquí estaré, cuidándote- se echó en la misma cama y aún estaba mi cabeza en su pecho con lágrimas en los ojos, me quedé dormida puesto que logró como tranquilizarme, utilizó una técnica de rascarme la cabeza y ahí fue que caí en sus brazos, ambos caímos en un profundo sueño.

¡MI HIJO!

Estaba con los papeles revueltos, buscando entre mis cosas un expediente, cuando tocaron el timbre, supuse que sería mi hijo Sebastián o mi esposo Paolo. Así que bajé con mis lentes puestos en la vista y papeles en la mano, me lleve una sorpresa al ver a mi amiga Rebeca en mi puerta, luego de la pequeña discusión con ella en Canadá no imaginé que estaría parada frente a mí.

- Hola, pasa Rebeca, que agrado tener por acá- le dije dándole la bienvenida a mi vieja amiga.

- No vine por ti, María, vine por tu hijo- me respondió desde a fuera, no acepto la invitación de ingresar a mi casa.

- ¿Sebastián?- pregunté tan incrédula- ¿Qué le ha pasado?

- Nada, tu hijo está bien, vine por el otro, el otro niño, ya sé dónde está.

- No es posible... ¿Has estado averiguando?

- Si no lo haces tú, tenía que hacerlo alguien.

Caminos Cruzados💕Where stories live. Discover now