CAPÍTULO 55: Control

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Ordenaba con Amil nuestro departamento, ella había a cocinar un rico guiso y yo me quedé doblando la ropa para guardarla en los cajones del armario. Entre mis pantalones encontré unos billetes arrugados y es claro mojados, maldije la hora que nos los saqué, en la parte trasera empecé a buscar hasta que en el bolsillo izquierdo me hallé con una carta que estaba enumerada con el número 2, es claro que iba abrirla, busqué en el otro bolsillo derecho y también hallé una hoja blanca muy arrugada que decía número 1, ¿Hace cuánto tenía esas cartas en la parte trasera?

Inicié leyendo las cartas que iban dirigidas para mí, no me creía cada cosa que leí, ¿un viaje? Lo mismo que dijo Flavia, ¿Sebastián y Peter hermanos?, ¿tres deseos?, vaya... ¡Era cierto lo que nos dijo Flavia! Debía saber en qué momento podría hablar con ella sobre esto, me sentía confundido...

...

Tomé con el poco dinero que me quedaba un ómnibus en dirección a mi nuevo departamento. Cuando quise abrir la puerta, me topé con la sorpresa que se me habían caído las llaves que saqué de la alfombra. Era un día de muy mala suerte, todo me fue mal. No tenía lugar para pasar la noche y ya eran las diez, tampoco tenía un móvil y mis amigos me odiaban, menos iban a querer hospedarme. Tenía mucha hambre y frío, estaba sentada en las escaleras. Me quedaba unas monedas para comprar un café caliente, salí del lugar hacia la tienda que vi cuando llegué, cerca de la casa de Sebastián.

Puse las monedas y la maldita máquina se tragó mi dinero. Renegué a morir, ¿por qué tenía que pagar esto? ¡Sé que hice mal en todo este tiempo! ¡Es el karma! Siempre tuve todo, amigos, chicos que se fijaban en mí, amistades. Y ahora no tenía a nadie, ni nada. Golpee la maldita máquina, gritando que me devuelva mis únicas monedas.

- ¿Tan mala suerte puedes tener?- Sebastián dijo aquello detrás de mí. Tenía un sacón que caía hasta sus pies. Voltee idiotizada y me quedó sonreír. Quería un abrazo de cualquiera. Aunque él no fuera cualquiera persona.

- No tengo monedas para un café caliente y me siento perdida, ¿podrías prestarme dinero, por favor?- mi voz sonó suplicante y no me importó. Mi estómago le agradecería tener algo en él.

- Tengo solo esto, alcanza para que te compres un café- extiende su mano hacia mí.

- ¿Y para ti? Si has venido aquí es por el café.

- Prefiero compartirlo contigo- mira a otro lado, para no demostrar sus sentimientos-Te ves muy mal. ¿Hace cuánto no comes?- no quiso sonar romántico así que añadió algo más a la conversación.

- No tengo idea. Se suponía que el viaje era de un día, no de un año.

- Si quieres mantener una conversación normal, no toques ese tema. Por hoy no.

- Está bien, gracias por el dinero. Me podré comprar mi café de...

- Mocca, lo sé- completa lo que iba a decir. Sumamente sorprendida, hasta de sus gustos sabía- Bueno, disfruta del vaso- se va de vuelta a su casa y Flavia se queda bebiendo el vaso caliente. Fue generoso en darle los últimos centavos que tenía para ofrecerle. Ella camina distraída y ya a punto de terminar su vasito, alguien voltea en la esquina que llegó y boom el encuentro nuevamente se repite. "Nos reencontramos más de un vez para hallar a nuestra alma gemela"

- ¡Ay, perdón! ¡Perdón!- digo a Sebastián, que puso cara de fastidio y luego se quedó sonriendo.

Recordando el día que pasó lo mismo, fue la primera vez que se conocieron- No me fijé, de verdad.

Caminos Cruzados💕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora