2.✞

24.3K 718 126
                                    

La semana transcurrió exactamente como lo había pensado: rápido. Mis clases en la escuela para chicas monjas, fueron de lo más increíbles como a diario y aprendí mucho más de mi Dios. Toda la semana me sentía bendecida y alegre. Mi vida era perfecta y más porque Dios estaba en ella.

Llegó el sábado y como lo habíamos planeado, Isaí se encontraba en la entrada de la iglesia mirando para un lado y para el otro, tímidamente. Llevaba unos pantalones de mezclilla con unas manchas de...¿ketchup? ¿sangre? que le quedaban holgados como si fueran de payaso. Llevaba una camiseta extra grande con un estampado de "batman" y unos pares de crocs con unos botones del mismo superheroe que llevaba en la camisa. Llevaba el pelo rubio en un intento fallido de peinado, pues lo llevaba para un lado, pero habían unos cabellos rebeldes que estaban parados y se notaba la cantidad de gel que usó para poder controlarlos, pero fue un intento totalmente fallido pues estaban más parados que yo en las alabanzas. 

Yo tampoco iba como la Miss Universo. Llevaba unos pantalones casi tan holgados como los de él, unos tenis deportivos y una camiseta de un viaje misionero que había hecho años pasados. Por supuesto, mi amada diadema en mi cabeza y mi cabello perfectamente cepillado. 

-Hola.- Saludé en cuanto llegué hacia él. Al verme, él entreabrió los ojos y sus mejillas comenzaron a ponerse ligeramente rojas.

-Ho-hola. Creí que no ibas a venir.- Tartamudeó. 

-Yo te lo dije y aquí estoy, cumpliendo mi palabra.- Dije totalmente orgullosa de mí misma. Él me regaló una torcida sonrisa tímida, haciendo que su cachete, se vea más inflado que el otro.

-Me alegro...Estoy nervioso.- Admitió con total sinceridad que ni yo me esperaba.  Pero no era el mejor fingiendo seguridad, pues estaba moviéndose como si hubiera tomado alguna bebida energética. 

-¿Y eso? No te van a hacer nada y si lo intentan, primero me lo tendrán que hacer a mí.- Intenté sonar valiente, pero realmente por dentro, me estaba muriendo de miedo al recordar esos horribles momentos en donde yo asistía y sentía que todo mundo me criticaba en sus mentes.

El rió, provocándome esa extraña electricidad en mi cuerpo, y se notó más relajado.

-Entonces no tengo porque tener miedo.- Creí que lo decía sarcásticamente, pero al ver sus ojos iluminados y esa sonrisa sincera, supe que lo decía con el corazón y me alegré.

-Entonces no andes de miedoso.- Sentí que mis palabras fueron muy pesadas y estaba a punto de disculparme, pero al ver que el se rió como si hubiera dicho un chiste buenísimo, me límite a reír junto con él.

-Está bien...pero cuando yo estoy nervioso...tiendo a querer estar con mi madre.- Al decir eso, su cara se enrojeció tanto que parecía que se estaba asfixiando. Yo sonreí de la ternura y al ver mi sonrisa, él se tapó la cara con sus manos.- No me juzgues.

-Ni que fuera Dios para hacerlo.- Le resté importancia al asunto. Lo tomé del antebrazo y lo comencé a guiar hacia el salón donde todos se juntaban.

-Pero...¿qué pasaría si me desmayo o algo?- Intentó librarse de mi mano pero no lo logró y también se puso duro como una roca. Vi que estaba totalmente asustado así que me detuve, aun sujetándolo.

-No te pasará nada. A partir de ahora, yo seré tu mamá si eso te hace sentir mucho mejor.- Una sonrisa de alivio salió de sus labios y entonces, comenzó a caminar junto conmigo sin la necesidad de jalarlo.

Estábamos escuchando la lección que el pastor de jóvenes nos estaba dando. No podía concentrarme al cien, pues de vez en cuando,  notaba como Isaí me volteaba a ver con una sonrisa discreta. Sentía como acercaba su silla poco a poco hacia la mía y como rozaba su mano mi brazo. De reojo, vi como sus ojos brillaban cada vez que volteaba a ver y con la luz de los rayos solares, sus ojos azules eran aún más claros. Cuando lo pillaba viéndome, él se ponía rojo y fingía que nada estaba pasando. 

Erotismo VirgenWhere stories live. Discover now